Capítulo IV

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¿Era verdad? ¿El amor a primera sí existía? Siento una corriente magnética que me impulsa a estar cerca de Gerard, algo que no podría descifrar concretamente pero que, sin dudas, era demasiado fuerte. El amor verdadero sí existe, lo sé porque yo lo he presenciado de cerca y he convivido con ello durante años, estoy convencida de que ese pequeño sentimiento, que a la vez puede ser extremadamente grande, existe. Pero, lo que yo sentía por Gerard no podía ser amor... No aún... Quisiera poder decir que somos como Almas Gemelas, pero la realidad es que somos Almas Hermanas... Y aunque no quisiéramos, tendríamos que volver a la realidad tarde o temprano, aún después de haber estado en el cielo y haber bailado sobre las nubes... 

Después de un rato más de risas y –para mi pesar– nada de besos, decidimos levantarnos del sofá para preparar algo de desayunar. Los rayos de sol que se colaban por la ventana abierta le daban a la casa un toque hogareño y cálido insuperable. Gerard tomó mi mano y caminamos hacia la cocina, pero un pequeño papel blanco pegado a la puerta nos detuvo. "Mikey y yo fuimos a visitar a tu padre, él tenía ganas de verlo, llegaremos en la tarde –Donna" leyó la nota en voz alta y al terminar suspiró y arrugó el papel, al juzgar por su silencio supe que no querría hablar de ello, así que no pregunté. 

–Dígame princesa, ¿qué le gustaría desayunar? –Miré alrededor y me senté en una pequeña silla en un rincón. 

–¿Tú cocinarás? 

–Sí, mi madre me ha criado muy bien –me dejó ver su sonrisa perfecta, la misma que derretía polos y contagiaba de felicidad el corazón gris de una adolescente infeliz–. Entonces, ¿Qué te gustaría? 

–Cualquier cosa que prepares estará bien– me encogí de hombros. La siguiente hora me quedé como embobada mirándolo mientras cocinaba. De vez en cuando su mirada se cruzaba con la mía, me sonreía y me soplaba un beso para luego seguir concentrándose en la cocina. Después de desayunar ayudé a lavar los platos para demostrar un poco de cortesía pero mientras lo hacía, un par de brazos me rodearon por la cintura y se detuvieron el mi abdomen, sus manos se sentían cálidas y la sensación del roce de sus manos me gustaba. 

–La princesa decidirá donde iremos y el Lacayo la acompañará a donde ella vaya –dicho esto depositó un suave beso en mi mejilla, haciéndome sonrojar totalmente–. Que hermosa te ves cuando te sonrojas– creo que me sonrojé el doble porque unos segundos después largó una carcajada sonora. Sacudí y sequé mis manos, liberándome del agua jabonosa y las puse junto a las suyas, él las atrapó y mientras sus manos calentaban las mías, el corazón me daba un vuelco de felicidad. 

–¿Siempre tienes las manos tan frías? –Me giré y comenzó a calentar mis manos entre las suyas. 

–Si, acostúmbrate. Parecen manos de muerto. –Sonreí por lo bajo. 

–Yo me encargaré de calentarlas –posó sus labios en el dorso de mi mano y las besó tan delicadamente que me sorprendió– ¿Por qué no te das una ducha para salir? 

–Me encantaría. 

Me acompañó hasta la puerta del baño, me entregó mi ropa y se fue con una sonrisa. Me bañé rápido mientras él hacía lo mismo –o eso pensaba–, me vestí y salí del baño a buscarlo. Bajé las escaleras y lo encontré en la puerta de su casa hablando, me iba a acercar pero me quedé de piedra al ver como una rubia –mil veces mejor que yo– de grandes curvas y casi nada de ropa entraba a la casa con paso decidido y lo besaba. Algo en mí se apagó cuando vi que no la rechazaba. Carraspeé para que se dieran cuenta de mi presencia y se separaron inmediatamente, los ojos de Gerard se abrieron como platos al verme.

–veo que te has encontrado un animalito perdido. Verdad, ¿Gee? – “¿Gee? ¿Quién era ella para llamarlo ‘Gee’?” 

–Yo… lamento interrumpir. Mejor me voy.

–No, no te vayas, Ashley –Gerard se apresuró a decir. 

–Mi amor, déjala. Ella quiere irse. Por cierto, me llamo Rachel –me sentía insignificante a lado de esa chica… sentía que el cualquier momento crecería de tamaño y me aplastaría hasta cansarse… no lo soportaba. 

–Ashley, no te vayas. Lo explicaré –su voz era suplicante, pero no podía permanecer allí ni un segundo más. 

–No tienes que explicarme nada, no te preocupes –Gerard quiso seguirme cuando estaba a punto de salir de su casa, pero la Barbie plástica no lo dejó. La última escena que vi fue en la que Rachel lo besaba a la fuerza. Al salir de su casa una oleada de recuerdos me invadió. Recuerdos de los últimos meses, de mi miserable vida, de anoche. Había olvidado completamente que seguía ahí… había olvidado mi realidad. Todos esos recuerdos me atormentaban y no me dejaban respirar tranquila. Comencé a correr en dirección al puente cuando escuché como la puerta se abría, corrí por cobarde, y por miedo a encontrarlos tomados de las mano. Todo se hacía confuso al correr con lágrimas en los ojos. Lágrimas de origen dudoso pues, no tenía motivos suficientes para llorar. Gerard no era nada para mí más que un conocido y no tendría por qué afectarme que estuviera con la tal Rachel. Poco a poco fui disminuyendo mi caminar y las lágrimas rebeldes también habían cesado, dejando un rastro pegajoso en mis mejillas. Había llegado. 

Una vez más me encontraba en el mismo puente con el que había decidido terminar mi vida tantas veces… pero esta era diferente. Yo…

Save Me (Fan Fic de Gerard Way)Where stories live. Discover now