Capítulo XXV

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–¿ Cómo te fue en la cita médica? Lamento no haber podido ir –me disculpé con Haven, ya habían pasado 3 meses desde la trágica partida de Gerard y lo extrañaba con más intensidad que el día de ayer. 

–Nos fue bien –acarició su vientre, notablemente crecido–. Ya no estamos en tanto peligro pero no quiero arriesgarme mucho, es una niña –sus ojos se iluminaron mientras lo decía y yo sonreí– Oh, Ashley, creo que es la primera vez que sonríes desde ese día –su voz se fue apagando.

Debía aceptarlo, estos últimos meses no han sido exactamente un festival para mí. Y pensándolo bien, no recordaba la última vez que sonreí desde el corazón… o tal vez si la recordaba. Estaba recostada en mi pequeña cama con Gerard, la alarma había sonado pero aún no se levantaba, sus brazos se aferraban a mí con necesidad, aún en sueños me demostraba cuánto me amaba. Me giré con el menor movimiento para no despertarlo y quedé frente a él, ¡era realmente hermoso! Su pelo negro caía despreocupadamente en su frente y respiraba tranquilamente. Sonreí. Acerqué mis dedos y acaricié su mejilla, sus pómulos y sus ojeras. Incluso teniéndolas era realmente guapo. Bajé por su nariz perfilada hasta sus labios y los acaricié sonriendo. Me pertenecía y yo le pertenecía a él. Lentamente se fue despertando y me sonrió. Charlamos sobre el clima y una batalla de cosquillas apareció de la nada. Definitivamente, fui feliz… desde que se fue –o lo eché, mejor dicho– no he sonreído de verdad. De las comisuras de mis labios sólo aparecen pequeñas curvas torcidas y hechas a la fuerza por modalismos de etiqueta y educación. ¡Cómo lo extrañaba! 

–Ashley yo… –Haven quitó el hilo de mis pensamientos con una de sus tantas disculpas, aún sentía esa culpabilidad de mis actos. Iba a llorar, estaba segura– lo lamento. 

–Nada de eso, nadie me obligó a hacer nada, tienes que saber eso. Fue mi decisión –corté sus disculpas de inmediato y me encerré en mi habitación. Ya eran casi las doce, mi turno en el supermercado había terminado tarde. No era un gran trabajo, pero era sustentable. Las doce… la hora mortal para mí. A las doce y cinco segundos, el teléfono suena. Sé quién es y como todas las noches, tengo miedo de contestar. 

–¿A… aló? –mi voz tiembla, no quiero escuchar lo mismo de todas las noches. 

–Ashley, ¿cómo estás? –Suelto un suspiro pesado. 

–Igual que siempre, Frank. ¿Cómo está él? –pregunté apresuradamente, Frank llamaba todas las noches, a las doce en punto, y me contaba cómo iban las cosas con Gerard. A veces, los días eran alegres por el éxito de la banda y sus presentaciones cada vez más frecuentes. Pero otros, eran amargos y sombríos. Gerard se estaba destruyendo, poco a poco. Y todo era mi culpa. 

–Ayer ha comprado un nuevo frasco de sus pastillas y...

–¿Y... Qué, Frank? –suspira, estoy consciente de que él detesta que le saque la información. Siempre ha pensado que a quién matan, es al mensajero. Sonrío una vez más por el pensamiento, ya van dos veces. Estoy mejorando, ¿verdad? 

–Que ya se las ha acabado... –su voz disminuye. ¡Es horrible saber que eres el motivo de la perdición de la persona que más has amado en tu insignificante vida! Y, como todas las noches, me eché a llorar con el teléfono pegado a mi oreja. 

–¿Hay algo más? –pregunto ahogada entre lágrimas, suspira y sé que falta algo por decir. 

–Aún no se ha dormido, está con una chica –Wow, esto no me lo esperaba–. Una prostituta, más bien. Ashley, no es su culpa… 

–Claro que no, es mía –sollocé. 

–A eso no me refiero, testaruda. Está ebrio, ha bebido toda la noche. Y... Ahora mismo está gritando tu nombre. 

–¿Cuánto ha bebido? 

–Demasiado. A este paso será un alcohólico en poco tiempo –la idea me hizo estremecer y lágrimas seguían rodando por mis mejillas. Era tan doloroso escuchar estas cosas. 

–¿Y cómo van los planes de la banda? –preguntó en un escaso intento de no sonar patética. 

–Bien –se llena de emoción y continua relatando cómo se están haciendo más conocidos entre la gente, y la cantidad de personas que van a sus conciertos. Me alegro por todos, es su sueño. Estuvimos un minuto en un silencio sepulcral. Yo intentaba no llorar en voz alta –aún– y el seguro se debatía entre decirme o no decirme algo. 

–Puedes decírmelo. –se ríe a través de la bocina y suspira. Luego en unos segundos, todo rastro de risa ha desaparecido. 

–¿No crees que ya es momento de decirle la verdad? –susurra lentamente, como si fuera una pequeña niña a la que se le dificulta entender las cosas simples de la vida. 

–No –respondo secamente– aún si se lo dices, me odiará por haberle hecho algo así. Lo sabes. 

–Estás loca, te adora y te extraña. Sabes bien que cuando se emborracha por ti. Por ustedes. Por lo que fueron y por lo que no serán. 

–Tampoco me aseguras que vendrá corriendo en cámara lenta a llenarme la cara de besos a la orilla del mal, ¿cierto? –dije con cierto sarcasmo en toda la oración. Se resignó. –Está bien, pero tienes que decirle pronto. 

–Ahora no, esperaremos hasta que nazca la bebé de Haven y pueda trabajar. No la dejaré desamparada. 

–¿La bebé? ¿Es niña? –asiento y luego recuerdo que no puede verme. 

–Si Frank, es niña. –se emocionó, seguramente ama los bebés. 

–¡Ashley! –oh no, esa voz. Esa maldita voz que me atrae como un imán– ¡Ashley! ¡Te amo! –lloro tapándome la boca para que no se escuche mi agonía en la otra línea. 

–Gerard ha salido, esta ebrio y piensa que te verá en cualquier momento –Frank susurra– lo siento, tengo que lidiar con él. Te llamaré mañana. 

Cuelga. 

Caigo sobre mis rodillas y me abrazo a mí misma, dándome consuelo. ¿Qué tan distinto serian las cosas si yo hubiera aceptado ir con él? ¿En qué clase de monstruo me he convertido al dejarlo solo en una batalla que prometimos seria de los dos? ¿Me extrañará? ¿Pensará en mí cada vez que una prostituta barata irrumpa en su habitación? ¿Algún día volveremos a estar juntos? Tantas preguntas y tan pocas respuestas, miro hacia la ventana, hacia el horizonte pero realmente no estoy mirando. Mis ojos y mi mente me engañan, lo veo a él con ojos inyectados en furia, odiándome... Pero no, solo es el fruto de mi cerebro lleno de cafeína y sentimientos muertos. Ahora mismo, solo sé que... Lo extraño. Victoria, si puedes escucharme, ayúdame...

Save Me (Fan Fic de Gerard Way)Where stories live. Discover now