14. Una mentira "piadosa"

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"9 de Agosto de 2001

Siento haber ultrajado una parte de mí. No he vuelto a escribir, excepto para guiones para la universidad. No tengo con quién hablarlo, me siento sola porque no puedo confiar en nadie. Me he defraudado, o eso siento, cada vez que recuerdo las veces que hemos dormido juntos, y los momentos íntimos. Nos he hecho un daño irrevesible, he fallado. Hemos fallado, la culpa también es suya. ¿Es esta atracción real? Me lo he pasado bien, bien de verdad, esa es mi mayor culpa. No sé cómo seguir. Quisiera poder volver a hacer mis elecciones, haberlo pensado mejor, haber tenido consciencia. [...]

10 horas antes

-¡Adam baja la velocidad!

-¿Tienes miedo? -dice en tono burlón y posa su mano sobre mi pierna desnuda.

-¡No seas idiota!

-Llegaremos rápido, tómame fuerte por la espalda y deja de quejarte, marica.

Así es. Lo dijo y fue así. Llegamos más rápido de lo que pensé. Tal vez a mí se me pasaba lento al pensar en aquella mirada inminente que dejé abandonada tras la puerta de ese bar.
Mi padre no volvería a casa, los fines de semana casi nunca lo hacía. Nos acomodamos en el sillón y comimos la caja de pizza sin abrir luego de calentarla un poco.

-¿Estuvo bien el recital? ¿Sonaban bien? -dijo llevándose el último bocado a la boca.

-Sí, estuvieron muy bien. Me han gustado bastante en el escenario.

-Hace tiempo no veo ninguna banda nueva, ni si quiera voy a recitales... Ha cambiado mucho todo. -dice nostálgico.

Hablamos un largo rato sobre lo mucho que habían mutado nuestras vidas. Todo era fugaz y efímero, nos sentíamos almas avejentadas, sufriendo el paso del tiempo. Así las cervezas estaban vacías y nuestros cigarrillos convertidos en colillas, yaciendo en un cementerio de vidrio.

-Se me ocurrió que podríamos subir un poco esta noche, está aburrida, ¿no crees?

-¿Qué dices?

Aunque me distraje por un segundo, rápidamente me distrae algo distinto. Ese algo era Adam sacando hierba.armada de su paquete de cigarrillos.

-¿Gustas? Son flores frescas, las conseguí anoche -dice sonriéndose.

-¿Tú crees? No quiero ahumar ni apestar la casa, limpié ayer. -digo pensando en el olor a hierba y Charly echándome a patadas de la casa como solía hacerlo con Albert.

-Vamos, nunca me has negado un porro... ¿Has cambiado?

-¡Claro que no!

-Hace mucho no la pasamos bien juntos... -dijo nostálgico otra vez.

-Está bien quíta esa cara de perro mojado. -digo resignada porque siempre lograba convencerme. -Préndetelo de una vez, vámonos a mi cuarto para no apestar la sala.

Nos dirigimos ahí. Definitivamente me había convencido. Adam y yo no teníamos tiempo para poder gastarlo así, desde que trabajaba en el estudio de grabación, nuestra relación se distanciaba por momentos, y por otros éramos inseparables.

Fumamos tirados en mi cama, con las piernas apiladas, desparramados. Sentía tener 16 años otra vez, fumando a escondidas, riendo a carcajadas, no teniendo preocupaciones. ¿Podría ser un presente más gris? Seré pesimista tall vez, pero la expectativa en mi vida solo me generó desastrosas decepciones. Eso no era para mí.

-Y tú querías negarte ¿eh? Estás más fumada que yo. -ríe burlándose.

-¡No lo creo! Debes estarlo tanto como yo, idiota.

-¿Lo compruebo querida? -me mira amenazante, sabiendo yo qué quería decir aquello.

-Ni se te ocurra...

Se produce un silencio de guerra, y se abalanza sobre mí, haciéndome cosquillas sin parar, y yo comienzo a retorcerme de la risa. Los dos muertos de risa. Intento sostener sus manos, y lo logro. Pero luego él invierte el control y me sostiene las dos muñecas juntas con sus manos, colocándolas sobre mi cabeza.

-¡Eres un imbécil Adam! ¡Suéltame! -digo entre risas, aún temiendo que me atacara de nuevo.

-Te lo ganas tú. -dice sosteniendo una sonrisa, lo que me llama la atención, porque él no me miraba a mí, no al rostro.

Intento seguir su mirada, sin entender aún, agitada y respirando fuerte por sus cosquillas, él miraba mi boca. Y yo mantengo la mirada en su rostro, buscando su habla. Él vuelve a mirarme, y yo frunzo el ceño levemente, atino a decir algo, pero él me interrumpe.

-No digas nada... -se quedó inmóvil, y de a poco comenzó a bajar sus labios hacia los míos hasta posarlos en ellos.

Por un segundo yo no fui yo, y ese momento parecía un video filmado, un sueño en tercera persona. Yo no era yo. No me moví hasta que mis ojos se apagaron, sumiéndome en su beso.
Adam besaba muy bien, y comenzaba a ser un beso atrevido para como había empezado. Yo seguía sus pasos. Estaba siendo otra persona, porque todo lo que hacía, nacía de un instinto impulsivo. Estaba caliente, no porque sintiera algo. Lo estaba porque era a escondidas, porque estaba fumada, no había consciencia, me dejé llevar.
Al otro día, desperté, y él lo hizo al verme ordenando ropa del closet. No desayunó conmigo como solía hacerlo cuando se quedaba a dormir, se fue y me despidió como si nada.
Me doy una ducha, y siento mi móvil vibrar sobre la encimera del lavamanos. Hago caso omiso y me quedo un largo rato bajo el chorro de agua tibia, buscando relajarme. Reviso mi móvil al salir, y tenía una llamada perdida de Julian. Y recordé su mirada antes de salir de Arlene's. Caminé nerviosa por la casa buscando quehaceres para olvidar eso, pero marqué su número, yo no podía aguantarlo.

-¿Hola?

-¿Jules, me has llamado?

-Eh... sí, ¿qué hay?

-Nada... ¿estás bien? Suenas raro... -río nerviosa.

-Anoche te habías ido con Adam después de todo...

-Sí... hemos ido a beber un poco.

-Sí, eso creí... ¿Tienes tiempo libre? Anoche no pude estar mucho contigo, lo siento.

-¡No te disculpes! Sabía que era un show. Claro que tengo, te llamaré luego.

-Está bien nena, luego hablamos.

[...] Perdóname, dije una mentira, solo perdóname, de esa forma, no estaría todo lo aterrada que estoy ahora. He tenido sexo con mi mejor amigo, me lo pasé bien, pero mentí. Y no creo decirlo jamás, porque no pretendo seguir avanzando ese nuevo trato. Pasaré desapercibida, Adam no tendrá ese lugar, y Julian no debe saberlo, aunque me duela crear esta farsa.
Hice mi descargo en este diario fiel.

Sunny ¤"

Dejo mi diario en el cajón del escritorio, e intento pensar en otra cosa. No hablaría con nadie de eso, así que sentí la necesidad de expulsarlo en algún lado. El escribir lo que había hecho me hacía sentir más aliviada.
Tenía que ver a Julian en algún momento y no sentirme pisoteada por mí misma, pues mentir me salía pésimo.

Walk on the wild side (Julian Casablancas)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora