15. Desaparecida Pt.2

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-"Cinco, seis, siete..."- sorbió su nariz y apretó sus manos- "...diecinueve, veinte", voy a encontrarte mamá, lo haré, por mi nombre.

- ¡NO! - atrapó con sus pequeñas manitas el edredón con más fuerza.

-¿Pesadillas otra vez?

La chica se enderezó ante la repentina voz del señor, y asintió con pena. No era la primera vez que interrumpía en su habitación, esas pesadillas eran muy frecuentes.

El señor se acercó despacio y se sienta enfrente de la niña extendiéndole un vaso de chocolate caliente mientras sobaba su espalda intentando tranquilizarla. Bajaron juntos al comedor minutos más tarde para comenzar a cenar. La niña se mantenía callada, miraba el reloj que daban las 6:35 pm. El único sonido era el de los cubiertos tocándose contra la cerámica y el de la voz de una elegante mujer narrando las noticias del día.

-Días después, la madre fue reportada como desaparecida- continuaba la reportera- La niña fue admitida en un hogar de paso hasta que una pareja de esposos decidió adoptarla semanas más tarde...

- ¿Por qué lo apagó señor Cha? - miró detenidamente la pantalla negra.

-No tienes que ver eso ahora- se sentó a su lado- ahora termínate todo y ve a tu habitación a alistarte, tienes trabajo que hacer.

La niña se encontraba en su habitación, en su usual ritual de autocompasión. No soportaba seguir de esta forma pero sabía que era la una manera si quería seguir viviendo. Con una rabia repentina -hacia sí misma- arrancó las sábanas de su cama y se resguardó entre ellas en un inútil intento de protegerse de todo. No quería recordar más, no quería. Pero, ese momento seguía apareciendo en su mente una y otra vez cada vez que cerraba sus ojos. Y aunque no lo admitiese, seguía contando...

-Cinco mil cientos treinta y cinco...- dejó escapar un sollozo- cinco mil cientos treinta y seis...

- ¡Park SunHee, a trabajar!

Rápidamente se vistió con un lindo vestido violeta y unas zapatillas plateadas, acomodó como pudo su cabello. Llegó hasta donde el señor quien la esperaba en la puerta principal de la casa y salen juntos de la mano. Antes de que el hombre cerrara la puerta por completo le echó un último vistazo al reloj de pared que se encontraba solitario al lado del comedor y divisa la hora. Siempre es la misma rutina de siempre, a la hora de siempre, y el trabajo de siempre.

A las nueve y cuarenta y cinco salen de la casa.

A las diez y cinco minutos llegan a su destino.

A las diez y diez minutos el hombre la deja sola en su lugar y ella se dispone a deambular por las calles como le ordenaron.

Exactamente a las diez y treinta minutos, una mujer ya la lleva de la mano porque estaba perdida y necesitaba ayuda para "regresar a casa".

Esa noche, después de regresar de trabajar, cayó rendida en un profundo sueño. Que no le duró mucho. Pues, sonámbula divagó por la casa hasta dar con la puerta principal. Siguió y siguió lo que sus pasos lentos le permitieron hasta que una leve sacudida la hizo despertar. Un amable doctor la miraba con preocupación.

Más tarde fue internada.

El señor Cha, no se preocupó por ningún gasto ni en mucho menos visitarla así que, por políticas del hospital, salió a los días, sin poder recordar casi nada del cómo y el porqué estuvo allí.

-

Esa fue su primer laguna mental. Aunque intentara no lograba recordar eso que tanto sentía con urgencia que le faltaba. Y así fue durante un tiempo más, hasta que una noche, sucedió lo inevitable: creció y ya no era más una niña. Recién cumplidos los doce años, ya no le era de utilidad para el señor Cha. Nadie querría ayudarla a regresar a casa. Fue entonces cuando la mujer que llegó a buscarla junto al hombre los visitó una tarde para tomar el té.

Precious mind - |YoonGi|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora