Precious mind - |YoonGi|

8. Por favor...

YoonGi

Nunca pensé que diría esto de un psiquiatra, pero...

-Estás loco- y apenas lo digo, la risa tan descomunal que tiene sale a relucir.

Seguro que, si ella lo oyera reír, se le acaba el plan de príncipe encantador de una. Pero a pesar de lo gracioso que le haya parecido mi comentario, esa mirada que tiene cuando le está dando vueltas a algo en su mente me sigue manteniendo inquieto. Esa misma expresión de cuando estábamos en la charla.

-Bien, no debí apresurarme a preguntar eso...- ladea la cabeza- cambiaré mi pregunta: ¿la conoces de antes?

-Pues, ¿no te quedó claro lo que nos contó sobre lo pasó ese día...?

-No me refiero a eso- ajusta sus lentes y guarda sus manos en los bolsillos de su pantalón- Me refiero a que si la conociste antes de eso.

-Pues, claro que no- respondo enseguida y el niega con la cabeza.

-Piénsalo bien...

-Por qué no solo lo confiesas de una vez y ya- interrumpo.

- ¿Qué cosa?

-Eso... después de SunHee te contara todo, cómo nos conocimos y eso, desde ese momento para acá hasta tenido esa expresión de "creo que sé algo que tú no" que ya me está hartando así que escúpelo.

-Cómo les dije. No pienso meterme e interrumpir en su tratamiento. Hay cosas que solo ustedes deben decidir y.... recordar.

-Eres un fastidioso, eso es lo que eres.

-Solo hago mi trabajo- sonríe. Como siempre.

- ¿Pero en qué tengo que ver yo ahí? - refuto- eso debería aplicar con ella, no conmigo.

-De hecho, creo que terminarás más involucrado de lo que crees...

Me harté.

-Me voy, ya estoy harto de tus "buenas acciones de tratamiento" que en vez de hacerme sentir mejor solo me están poniendo más nervioso- e instintivamente meto mi mano en mi bolsillo haciendo el ademán de buscar un encendedor... pero no había ninguno.

SeokJin lo nota, y creo que eso fue el plus para poder hacerlo entrar en razón.

-Tienes razón- confiesa- discúlpame.

Ahora me siento mal. Un poquito no más.

-Siempre haces eso- refuño. El me mira interrogante- hacerte la víctima- frunce en sus labios casi que haciendo un puchero- ya basta, te vez ridículo. ¿No eres muy viejo para esas cosas?

Otra vez su risa toma protagonismo y yo decido tomarme las cosas con calma. Si no me dice, será por algo, yo mismo lo descubriré.

Y así la situación fue olvidada... Por ahora.

SunHee

En la soledad de mi habitación, recostada en mi cama, en un intento de descansar... solo puedo pensar que no le pregunté nada a Suga como me prometí que haría.

Mierda...que tonta.

Pero en mi defensa, a pesar de que no habla mucho, sabe cómo desviar las conversaciones y hasta el punto de terminarlas. Es un manipulador.

Con eso en mente, me levanto y velozmente como puedo, salgo de mi habitación. Diviso la puerta de Suga cerrada. ¿Estará allí o todavía estará hablando con el doctor Kim? Miro hacia ambos lados, y me decido quedarme unos minutos apoyada en mi puerta por si aparece. Pero no lo hizo. Tal vez si hecho un vistazo...

¡Ups!

Primer error: no tocar antes de abrir la puerta.

En ese momento, Suga se quitaba el gran sweater que tenía y me deja un vistazo de la pálida piel de su espalda. Suga no es alguien necesariamente musculoso. Más bien delgado. Y el que use ropa grande, no lo ayuda a disimularlo. Pero por alguna razón, le sienta de maravilla. Si su rostro de por si es pálido, la piel oculta por la ropa, lo es más. Sigo mi recorrido hasta notar unas marcas, muy parecidas a puntos a un costado, por las costillas. Deben ser las marcas de cigarrillos que había mencionado antes... Santo Dios.

- ¿Nunca habías visto un hombre sin camisa en tu vida o qué?

Me alerto enseguida al escuchar su voz.

-Siendo sincera, no.

-Era una pregunta retórica, ¿sabías?

-No.

El choca la palma de su mano con su frente y más que en la acción como tal, me concentro en las venas que surcan de sus manos hasta por toda la longitud de su antebrazo. Trago en seco.

-Esa también era una pregunta retórica- frunzo el ceño.

-Pues, lo siento señor de las preguntas retoricas. Pero, ¿sabías que en ocasiones puedes ser muy molesto e irritante?

-Sí- sonríe con sorna- estoy muy al tanto de eso- responde alargando la palabra "muy" en la frase.

-Era una pregunta retórica- le sonrío sarcásticamente de vuelta.

Y a pesar de la extraña situación -el seguía desnudo de la cintura para arriba- y de lo que pude llegar a pensar de él alguna vez y contra todo pronóstico... se ríe. Con ganas.

Y su sonrisa es lo más bonito que había visto en toda mi jodida vida.

Su encías rosadas y dientes pequeños junto a sus ojos empequeñecidos por la fuerza de su risa le dan un toque más cálido, hasta tierno. Su risa no es nada fuera de lo común, pero, ahora, se ha vuelto mi segundo sonido favorito. Siendo el primero, cuando pronuncia mi nombre. Segundos más tarde, no puedo evitar contagiarme de risa y reírme junto a él.

Y doy mil gracias que sea yo la que esté despierta aquí y ahora. Y espero tener la oportunidad de pasar más días como este, de pasar más tiempo a su lado. Que, aunque parezca insignificante y común para muchos, estos momentos lo son y serán todo para mí. Porque son con él.

Me río con ganas, me río como nunca lo había hecho, porque tal vez, en algún momento, no podré hacerlo. Así que, rezo para que pueda quedarme más tiempo, para poder seguir riendo y viendo su sonrisa. Por favor...

Por favor, Nana.

YoonGi

Me duele el estómago.

Hace tiempo que no me reía de esa manera, se siente extraño. Pero, de una buena forma.

Me detengo lentamente mientras noto cómo ella intenta controlar su risa, fracasando en ello. Su risa aumenta un poco más y deja que su cuerpo se flexione en espasmos hasta quedar agachada, escondiendo su cabeza para intentar disimularlo. Dejo escapar una pequeña sonrisa, casi imperceptible. Su risa también es bastante estruendosa como la de SeokJin.

Estaba a poco de hacerla callar hasta que oigo sollozos. Al principio, pensé que eran por el esfuerzo, pero, aumentaron de nivel. Confundido, me quedo estático sin saber cómo actuar en momentos así. Procedo a colocarme la camisa que pensaba ponerme antes de ser interrumpido por ella, sin saber que más hacer. Sus sollozos se convierten en llanto y veo como se envuelve más con sus brazos, escondiendo más su rostro en ellos.

Me empiezo a sentir ansioso, pero, no por la necesidad de encender algo, sino por la necesidad de consolarla. Mis manos empiezan a hormiguear y a temblar, pero, esta vez no busco un encendedor. La busco a ella.

La abrazo a ella.