CINCO

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SEMANA 2

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SEMANA 2













LOS DEDOS DE LYDIA danzaban sobre las pequeñas teclas del teléfono de línea, su cabeza daba vueltas y vueltas sobre la misma idea.

    Siendo doctora, sabía que era recomendable dormir entre seis y ocho horas por día. . . Ella había dormido, como mucho, ocho horas en una semana.

   Muchas veces la duda es peor que la verdad. Lo que podemos llegar a imaginar puede ser cien veces más oscuro que la realidad. El miedo nos condiciona y nos lleva a crear los peores escenarios, no pudiendo salir de la pequeña cárcel de ansiedad que crea nuestra mente donde sólo podemos matar el tiempo pensando y pensando. Y a medida que vas pensando, la realidad se va desdibujando más y más.

    Algo así le estaba pasando a Lydia.

Allison había sido la primera en ponerla en alerta. Antes de ese momento, no había pensado en la posibilidad de que el hombre descansando en su cama la lastime. Su corazón era demasiado bueno e ingenuo como para que se cruce por su cabeza que las intenciones de los demás no siempre solían ser las mejores. Pero no fue hasta que le preguntó por qué había terminado así, al borde de la muerte, con un cuerpo extremadamente débil debido a las torturas, que no sintió el frío del verdadero miedo recorrer su espina dorsal.

    Haberla dejado con la duda y no haberle dado una respuesta concreta, era lo peor que Mitch podría haberle hecho, porque ahora Lydia estaba arrepintiéndose en serio.

Sus pensamientos se vieron interrumpidos por el ruido de la puerta de su habitación abriéndose. Miró por encima de su hombro para ver a la figura de Mitch.

—¿Qué haces? —preguntó ella.

Mitch la ignoró, continuando su recorrido hasta la cocina donde pretendía servirse un vaso de agua. Podía percibir la duda y la cautela de Lydia al acercarse.

No había pasado por desapercibido para él que, desde que le dijo que era mejor que no sepa las cosas de su pasado, el miedo de la chica había incrementado notablemente.

    Su cuerpo se sentía pesado, como una bolsa que debía cargar de un lado al otro. Sus nudillos aún ardían, respirar le dolía ya que cada vez que sus pulmones se llenaban hacían contacto con los huesos rotos de su torso. Lydia había descubierto nuevas fisuras a lo largo de su cuerpo y él recordó cómo obtuvo cada una. Recordó cada tortura, cada golpe, cada ola de dolor.

    Pero estaba acostumbrado a las balas, a las navajas, a los golpes, a la muerte. Para él, recibir golpes que podrían haberlo matado era algo normal, algo de todos los días.

I THINK I LOVE HIM,     mitch rapp.   ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora