16. Trillizos 🎉

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Unas horas después, ya alojados en una habitación, Magnus se estaba quedando dormido sentado al lado de Alec.

Jace estaba en la habitación de al lado. Aunque había insistido largamente en que él tenía más derechos a quedarse con Alec, porque eran parabatai y compartían un embarazo casi místico...

-¿Magnus? -fue apenas un susurro, pero él por supuesto lo escuchó. Eso y la mano de Alec sobre la suya.

Magnus parpadeó rápidamente varias veces, hasta despertar del todo y poder enfocar a su novio.

Alec todavía se veía pálido y cansado, pero tenía una pequeña sonrisa. Su mano sobre la de Magnus y la otra fue a su rostro, a su frente, a quitar los mechones rebeldes que ahí estaban. Magnus siempre tan arreglado y en orden, ahora estaba algo desaliñado, aunque para él seguía siendo lo más bello del universo.

-Te ves cansado -la voz de Alec sonaba un poco rota-, ¿por qué estás sentado y no acostado a mí lado?

Magnus cerró los ojos, sintiendo las lágrimas acumularse, y se recargó más en el toque de su cazador. Casi los había perdido.

-No quiero lastimarte.

Alec iba a decir que él nunca lo lastimaría, pero entonces miró a su alrededor. -¿Dónde estamos?

Magnus hizo una mueca. -En Londres.

¿Londres? ¿Por qué estaban en Londres?

Lo último que Alec recordaba era la llamada de Maryse. Ah...

-¿El ataque? ¿Algo salió mal? ¿Estás herido? -Alec comenzó a preguntar precipitadamente e intentar sentarse para llegar a Magnus más fácil. Cuando Magnus lo detuvo y le pidió calmarse, lo entendió-. ¿Soy yo? ¿Los bebés?

Los labios de Alec empezaron a temblar. Sus ojos rebosantes de lágrimas.

Él había aceptado ir, pensando en tener mucho mucho cuidado, ¿se había equivocado al hacerlo?

Sus manos temblando fueron a su vientre. -¿Qué pasó? No recuerdo...

Magnus respiró profundamente. No era momento para enojarse y reclamar. No ahora. Sus manos fueron sobre las de Alec. -No estamos en el Instituto. Estamos en casa de Jem y Tessa. Y, para futuras ocasiones, eres un hombre embarazado, Alexander. No hay ataques o cacerías, por importantes que sean, a los que puedas ir. ¡Aunque fuera el fin del mundo, tú das media vuelta e intentas huir! Ya no eres sólo tú...

Alec hizo un puchero. -Yo sólo quería ayudar. Mi mamá dijo que era de vida o muerte...

-Exacto. ¿Y qué te hizo pensar que era buena idea si tú ibas a un lugar lleno de muerte? ¡Alexander, cariño, estás embarazado! Entiendo y amo tu nobleza, pero ya no eres sólo tú. Si no por ti, ten cuidado por ellos.

-Lo siento -Alec seguía haciendo pucheros. Al menos estaban bien. Magnus estaría más que enojado si algo estuviera mal con él o los bebés, ¿cierto?

-Sólo espera que los trillizos nazcan, que tú estés bien, y te voy a dar una lección, Alexander. ¡Casi mueres! ¡Casi mueren! Dios, casi muero yo. Sin ustedes, no tengo razones, Alexander. No vuelvas a hacerme esto... Las runas... -entonces Magnus comenzó una rápida explicación, al menos uno de los bebés era brujo y no soportaba las runas, debían tener más cuidado ahora.

Alec escuchó atentamente, pero entonces su mente registró lo primero... "Sólo espera a que los trillizos nazcan". Su grito detuvo la explicación de Magnus.

-¡¿Qué?! ¿Qué pasa? ¿Te duele algo? Voy por Jem...

El fuerte apretón de Alec lo detuvo. -¡¿Trillizos?! Por el Ángel, Magnus, ¿son tres?

Magnus se rió, una risa nerviosa, feliz, asustada, una risa liberando la tensión de las últimas horas. Y, por fin, se fundieron los dos en un apretado abrazo. -Pensaba darte la noticia de otro modo. Lo siento.

Alec rebotó un poco en la cama, una de sus manos seguía sobre su vientre mientras Magnus lo abrazaba. -Por el Ángel, Magnus. ¡Tres! ¿Cómo pasamos de no poder ser padres a tres?

Sólo entonces Magnus sintió que podía volver a sonreír. -¿La magia del amor? -medio bromeó.

-Entonces no más runas, no cacerías, ¿algo más?

-¡No más sustos a tu parabatai! -gritó Jace desde la puerta.

Magnus gruñó, por alguna razón que Alec no entendía.

-Tal vez deberías querer decirle a tus padres si es que quieres seguir en contacto con ellos durante tu embarazo. No quiero más llamadas solicitando ayuda, Alexander. No me importa si es tu madre. Ahora somos tú y yo quienes debemos proteger a nuestros propios hijos.




CONTINUARÁ...

Hermoso accidente (Malec Mpreg)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora