30. La magia del amor 💞

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NOTA: tengo que decir, este capítulo ha quedado...no tengo palabras 😅, pero lo he disfrutado y espero que les guste igual. Espero sus opiniones

* * *

Magnus tenía ambas manos a los lados de las caderas de Alec, sus pulgares rozando el ya ligeramente abultado vientre de Alec de casi dos meses.

Alec se posó sobre las propias caderas de Magnus, sintiendo la erección de su novio. Se retorció un poco, sintiendo su sangre arder, el deseo hormigueando en su cuerpo, pero cuando bajó y tomó los labios de Magnus con los suyos, lo que hizo fue intentar bajar sus barreras, dejar libres sus pensamientos, pero, sobre todo, sus sentimientos.

Mientras besaba a Magnus, dejó que oleada tras oleada de tanto amor fuera libre.

Los ojos de Magnus estaban cerrados, perdido en las sensaciones de su cuerpo y el de Alec sobre el suyo, la excitación de Alec, su vientre y la magia que de él emanaba, las manos de Alec -que incluso si eran ásperas por el uso de armas y su arco, siempre eran suaves con las caricias- que acunaban su rostro mientras lo besaba.

Sus labios eran tan suaves, mientras tocaban los suyos con tiernos y lentos besos. Alec no estaba intentando ser rudo ni apasionado, Alec estaba siendo lento y buscando otro tipo de emoción, de reacción.

Toda la pasión, la ternura, el amor que su propio corazón sentía con cada latido, que su cuerpo sentía con cada roce con el de Alec, cada caricia encendiendo su piel, haciendo arder su sangre, y despertando su magia. Magnus era un lío de emociones siempre que estaba cerca de Alec, con sólo una mirada, con una caricia, con un beso, hacer el amor siempre fue una experiencia única con Alec.

Pero, dios, cuando a medio beso las sensaciones de su amor se mezclaron con las de Alec, Magnus sintió que podía volverse loco. Era una locura ser capaz de sentir -literalmente sentir- el amor de Alec por él.

Los sentimientos realmente nunca pueden ocultarse. En la mirada, principalmente, se dice todo. En el celeste de los ojos de Alec, Magnus veía cuanto amor sentía, en cómo su expresión cambiaba siempre a una sonrisa -ya sea enorme o discreta- cuando Magnus entraba a la misma habitación, cómo su corazón latía a un ritmo diferente al sentir los dedos de Alec entrelazarse con los suyos, o cuando Alec dejaba sutiles caricias -muchas veces inconscientes- en Magnus, en sus hombros, sus brazos, sus mejillas, cuando acomodaba su cabello, cuando dormían juntos y Alec siempre se pegaba a él, lo buscaba incluso dormido... Eran pequeños detalles que, sin necesidad de palabras, le gritaban a Magnus cuanto era amado.

Pero eso y sentirlo, realmente ser capaz de sentir ese inmenso amor, que su cuerpo, su mente, su corazón, y se arriesgaría a decir que su alma, fueran golpeados por los sentimientos de Alec...era una locura. Ni con magia habría creído capaz este intercambio.

Magnus hizo lo mismo, mientras se besaban sin interrumpirse más que para respirar, para gemir y pegar más sus cuerpos, dejó caer sus barreras, abrió su corazón y dejó su amor fluir libre hasta Alec.

Ondas de amor se enredaron mientras ellos se besaban.

Era abrumador. Era extraño. Era mágico. Era todo. Y era, principalmente, ellos. Era único, porque eran ellos dos. Magnus Bane y Alexander Lightwood. Un cazador de sombras y un brujo enamorados, esperando a sus hijos.

Había lágrimas, lágrimas de inmensa felicidad, en los ojos de Alec, cuando se separó para mirar a Magnus. Todavía con el amor de ambos flotando libres, a merced del otro, lo dijo sin hablar: "Te amo. Dios, no sabes cuánto te amo".

Magnus soltó una suave carcajada. Una de sus manos en el vientre de Alec, la otra acariciando un lado de su cuello, adorando los estremecimientos de su cazador de sombras. "Ahora ya lo sé -pensó para él, buscando sus labios otra vez-, y tú también lo sabes. Te amo, tanto, tanto..."

Ambos estaban duros, excitados, pero la necesidad era diferente a otras ocasiones. Era...

Alec negó, sonriendo nervioso. Se sentía...vivo, tan vivo. "Hazlo con magia". Si hubiera habido dudas, desaparecieron cuando le envió una imagen a Magnus.

Magnus los desnudó y preparó con magia, dejó a ésta acariciar a Alec a su paso, y no sólo su piel, su propio amor penetraba la piel de Alec, tal vez tocando incluso su corazón.

Alec gimió, intercambiando posiciones, dejando sus manos vagar a ciegas por el cuerpo de Magnus, pero también dejando que supiera qué tan bien se sintió cuando fueron uno, Magnus sobre él, montándolo. Fue la mezcla de ambos lo que los hizo jurar.

"Dios. Dios, Alexander."

"Por el Ángel, Magnus. Nunca pensé..."

Se besaron.

Era lento el subir y bajar de Magnus. Lentas las embestidas, desde abajo, de Alec. Suaves y largas las caricias sobre sus cuerpos mientras se besaban. Mientras se amaban.

A ojos cerrados podían ver y sentir al otro.

El orgasmo no parecía real, no parecía normal, no parecía de este mundo.

Sus corazones acelerados, sus cuerpos estremeciéndose juntos, enredados uno en el otro, así como el amor entre ellos, así como lo sintieron, doble, ambos disfrutando el placer y el amor propio y el del otro.

Alec abrió los ojos, un parpadeo de luz intensa azul, fijándolos en los de gato verde dorado.

Había magia en el lugar. Magia en su pequeño mundo.

Magia del amor de ambos libre.

Magia de Magnus Bane, el Gran Brujo de Brooklyn.

Había magia en el cuerpo de Alec y magia en esa mirada mientras decía: -Te amo. Te amo, Magnus.





CONTINUARÁ...

Extrañaba escribir cosas así 😍
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Hermoso accidente (Malec Mpreg)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora