Los soldados han decidido dar media vuelta y volver a por los caballos.
Sabiendo del peligro que corren al regresar al prostíbulo, no han tenido más opción que ir juntos, dejándonos solas.
Alba y yo tratamos de pasar desapercibidas mientras esperamos y no ser vistas, escondidas tras unos matorrales, jugamos tontamente con nuestras manos o en mi caso, con la espada.-Jaqueline, ten cuidado con esa cosa y apunta para otro lado que vas a dejarme ciega.
Ya era lo que me faltaba, huérfana y ciega... -Refunfuña.
Bufo y enfundo de nuevo la espada para depositarla junto con la de mi hermana.
-¿Nadie te hizo daño allí, verdad? -Susurro, buscando su mirada. Noto que traga saliva pero niega.
-Además de un par de moretones y tirones de pelo, nada. -Mordisqueo mi labio, algo más aliviada.Aunque la hayan herido un poco, al menos no la han...
-No, Jaqueline, no me han hecho lo que estás pensando. El asqueroso de Josh era mi primer cliente.
-Interrumpe mis pensamientos y los contesta, confiada en sus palabras.
-Josh sólo trataba de ayudarte. -Intento excusarle. Ella rueda los ojos y se cruza de brazos.
-Eres mi hermana, deberías estar de mi lado-Estoy de tu lado, por eso le ordené que fuera a buscarte.
-Alza las cejas con sorpresa.
-¿Fuiste tú? -Por su tono sé que no le ha gustado demasiado saber eso, le muestro mi mejor sonrisa.-Lo siento. Pero de nuevo, sólo queríamos ayudarte y sólo fué un beso de nada, no seas exagerada... -Noto un golpe seco en el hombro y dejo salir un par de risas.
-Además, Josh es muy guapo y fué todo un caballero, ¿o no?
-Intento bromear, alzando una ceja con diversión.
-No es guapo, es tonto. Son términos que no pueden ir juntos. Si eres guapo pero tonto, automáticamente dejas de ser guapo. -Explica.-Pues yo creo que te gusta Josh. -Sólo lo digo en forma de broma, tratando de relajar la tensión a la que estamos sometidas. Pero cuando su rostro enrojece por completo, mis párpados se abren más de lo necesario.
-¡No me gusta Josh! es un estúpido. -Se defiende.-¿Y tú qué? ¿qué me dices de Ethan?-Contraataca, chasqueo la lengua.
Suspiro y evito su mirada al oír el nombre del soldado.
-¿Qué ha pasado? -Me indaga, intrigada por mi comportamiento.
Nuevamente suspiro y la enfoco.
-Nos hemos peleado... mucho y de una forma ridícula.
-Explico.-¿Y si ha sido ridículo por qué no lo arreglais? - Cuanta sabiduría en un cuerpo tan pequeño.
-No es tan fácil, supongo. -Me encojo de hombros.
-¿Cómo que no? es tan fácil como pedir disculpas y ya. Luego la estúpida soy yo... -Río, tiene razón, al fin y al cabo.
Pero también yo la tengo, no es tan fácil. No pienso pedirle disculpas por tener razón, de eso nada.A pesar de que las conversaciones fluyen, tanto la pequeña como yo comenzamos a sentirnos un poco agobiadas.
El calor se hace más notable escondidas aquí y el agobio y malestar van creciendo.-Necesito un poco de aire. -Se pone de pie, no sin antes mirar de un lado a otro y da varios pasos que la sacan del escondite.
-Alba, cuidado. -Le pido yo y la sigo, imitando su acción y parándome junto a ella.Entonces, su mano agarra la mía y le da un fuerte apretón al tiempo que retrocede.
Me giro hacia ella antes de susurrarle un "¿qué ocurre?".-Es ese hombre, Jaqueline. -Su dedo índice se levanta para señalar a un hombre calvo y delgaducho que se encuentra de pie cerca.
En sus manos un humeante cigarrillo.
-Es el hombre que me secuestró. -Le acusa.Mis labios se secan y los humedezco para hablar.
-¿Estás segura? -Ella asiente.
Por última vez me giro hacia el hombre pero la suerte juega en nuestra contra y cuando le miro, su mirada choca con la mía.
Reconociendo a mi hermana casi al instante, deshecha el cigarrillo y comienza a correr en nuestra dirección.Retrocedo, chocando con mi hermana y rápidamente me agacho para agarrar la espada y acomodarla a mi cintura.
-Tenemos que irnos. -Aseguro. Pero ella niega.
-No podemos.
¿A dónde iremos? ¿y los chicos?
-No lo sé. Ya pensaremos algo cuando estemos a salvo, vamos. -Tiro de ella y trato de sacarnos de ahí.Pero es demasiado tarde; el hombre ya está a nuestro lado.
Mi hermana se encoge detrás de mí y extiendo la mano en un intento de protegerla.
-¡Pequeña puta! creí que no volvería a verte. -Exclama divertido. Al parecer la situación le parece muy burlesca.-Aléjese de nosotras. -Le advierto y me llevo la mano al arma.
Pero sólo logro que ría.-Vas a volver al prostíbulo y esta vez no estarás sola. -Su mirada pasa por todo mi cuerpo.
Cuando quiero darme cuenta, la espada ya ha salido de su funda y mis manos temblorosas se aferran a ella como pueden.-No la toque, aléjese. -De nuevo ruego.
Pero al hombre parecen importarle poco mis peticiones pues se acerca aún más.
Y supongo que es por la forma en la que me mira, sus ojos inyectados en un sentimiento que desconozco, atravesando con su mirada lasciva y desesperada todo mi cuerpo.
Mi cerebro viaja en el tiempo, retrocede a un segundo exacto de mi vida.-¿Sabe todo a lo que he renunciado por usted, pequeña zorra? -Sus uñas se clavan en mi piel y noto una herida abrirse.
-¡Suélteme, asqueroso cerdo! -Y eso es todo lo que digo hasta de que su mano impacte de lleno en mi rostro y notar como un líquido caliente llena mis labios. El cuerpo comienza a temblarme, la vista se me nubla y noto un pinchazo en el estómago.Con una mano sujeta mis muñecas y grito. Grito tanto como puedo.
Pero esta maldita casa tiene las paredes demasiado gruesas y mis gritos son en vano.Noto una presión en la punta de la espada y el sonido de ésta atravesando piel y carne.
Bajo la mirada hasta mi mano, mis nudillos blancos por la fuerza con la que sujeto el arma.
La mitad del arma enterrada en su estómago.
Le miro de nuevo, no sé porqué. Sus ojos perdiendo la vida al tiempo que la sangre sale.Saco el arma de su estómago en un gesto apresurado por alejarme de él y su cuerpo cae, primero de rodillas y luego del todo, hacia adelante.
Después de eso no sé cuanto tiempo transcurre o si el tiempo transcurre o se detiene en seco.
Sólo sé que tras un rato, veo dos figuras masculinas.Ethan me observa primero a mí, luego baja la vista hasta la espada ensangrentada y como si sus ojos fueran un extraño mecanismo, mi mano se abre y la espada choca contra el suelo.
-Jackie. -Susurra y segundos después, estoy atrapada entre sus brazos.Miro por el rabillo del ojo, Josh se agacha a la altura de Elalba -que de alguna forma ha acabado apoyada en un árbol en el suelo- y trata de hablar con ella.
Con la mirada aún pérdida, mi hermana reacciona y se lanza a sus brazos, tal vez buscando el olvido.
Tal vez buscando consuelo.El castaño me suelta y se agarra para tomar la espada.
No me pregunta, ni a la pequeña tampoco.
Suspira y alza la mano, entre sus dedos descansa una orden de busca y captura.Jaqueline Marianne.
Elalba Marianne.
Ethan Ace Beckett.
Josh rowland.
Se ofrece una recompensa de un millón a quien encuentre a estos fugitivos.
Vivos o muertos.-Hay carteles por todos lados. En cada tasca, en cada tienda, en cada bar. -Agita el papel y cierra la mano para golpear un árbol.
-Y lo que es aún peor, no hemos recuperado los caballos. Tendremos que caminar durante el resto del camino hasta el castillo.
ESTÁS LEYENDO
Las reglas de la princesa
FantasyJaqueline Marianne I se enfrenta a los 18 años a sus labores como Princesa. Siguiendo el estricto protocolo real, Jaqueline ha basado toda su vida en cumplir las reglas. En especial, la más importante de todas; Jaqueline tiene prohibido cualquier...