Capítulo 7

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Camino por los pasillos del castillo con una sonrisa radiante y tarareando.
—Buenos días, Maritza. —Saludo al pasar.
—Buenos días, señor Greten.
—Golpeteo la puerta de su despacho y sigo caminando.
—No está. —Me señala una de las criadas. Susurro un "oh" y alzo las comisuras de mis labios de nuevo.

—Entonces, buenos días despacho vacío del señor Greten. —La chica suelta una risita.
—Y buenos días a ti también, querida. —Suelto antes de pasar de largo de ella y recibo respuesta a lo largo del pasillo.
—Mi querida hermanita.
—Elalba me fulmina con sus ojos verdes y agarro uno de los mechones de su cabellera rubia para soplarlo y soltar una risa.

—¿Qué es eso que te hace tan feliz? —Me interroga. Me encojo de hombros.
—Hace un día hermoso, oigo los pájaros cantar y somos una familia feliz, ¿no lo somos, Elalba? —Suelto un montón de idioteces que ni yo misma me creo y que por supuesto, no cuelan. Pone los ojos en blanco.

—No mientas a tu hermana.
—Me pide. Entonces, antes de marcharme por donde he venido, la tomo por los hombros con ambas manos y la miro fijamente con mis orbes marrones. Es dos años más pequeña que yo y varios centímetros. El tono de su piel es muy similar al mío, blanco profundo y sin imperfecciones salvo algún lunar sin importancia.

—Te echo de menos, hermana. A la verdadera tú, la que hablabla y no gruñía. —Y ante ese gesto, veo como frunce el ceño pero no le permito darme una respuesta puesto que la abandono con las palabras en la boca en mitad del pasillo.

Sigo tarareando y dando pequeños saltos hasta llegar a la sala del té.
—¡Ethan! —Exclamo. Y me pongo frente a él como una niña pequeña emocionada por ir al parque de atracciones por primera vez.
—Princesa. —Hace un gesto leve con la cabeza y me sonríe a medias.
—Es la primera vez que la veo feliz desde que la conozco. —Me reconoce. Apreto los labios pero no dejo que esas palabras me afecten.

—Igual es la primera vez que soy feliz en toda mi vida. —Veo como deja escapar una pequeña risa y niega.
—Ya sé lo que cree, Ethan Ace.
—Me cruzo de brazos y la "seriedad" tiñe mis facciones.
—...cree que por mi vida "privilegiada" debería ser más feliz, ¿cierto? —Él asiente mientras sonríe burlón.

—Cierto. —Me muerdo el labio y le devuelvo el gesto. Y no puedo negar cuanto me encanta este juego.
—Usted es más feliz que yo, se lo aseguro. —Le espeto. El castaño suelta una risa hueca.
—¿Por qué cree eso? —Chasqueo la lengua.
—¡Porque puede acariciar perritos!, comer dulces, llevar ropa que no pese dos kilos...
—Elevo el vestido mientras de fondo le oigo reír.

—...levantarse tarde, no cumplir protocolos y no usar maquillaje ni peinarse... -
—Vale, vale, vale. —Me detiene mientras se dobla sobre sus rodillas entre risas y niega.
—¡No se burle! Es un tema muy serio. —Ofendida, me cruzo de brazos. Pero no logro dejar que mi sonrisa se esfume.

—¿Sabe que trabajo aquí todos los días sin excepciones, verdad? Cumpliendo el protocolo. —Me recuerda. Ruedo los ojos.
—¿Lleva tacones de diez centímetros, Ethan? Dígame. ¿Lleva tacones de diez centímetros? —No podemos mantener la seriedad y nuestras risas resuenan en la sala.
—No llevo tacones de diez centímetros, Princesa. —Le acuso con mi dedo y suelto un sonoro "Ajá".

—¡Entonces es un privilegiado y definitivamente más feliz que yo! Fin. —Cuando nos calmamos, permanecemos mirándonos durante unos segundos. Suspiro y sonrío agachando la cabeza.
—Debería irme... —Él carraspea.
—Debería. —Trago saliva e imito su acción antes de alisar mi vestido y disponerme a salir de la sala.
—Princesa — Llama mi atención. Me giro sobre mis talones.

—Un día tiene que dejarme sus tacones. —Suelto una carcajada tan brusca que me extraño de que nada más me haya oído. Me tapo la boca mientras niego.
—Trato. —Logro articular.
—¡Le tomo la palabra! —Alza su dedo y me apunta con él. Salgo de la habitación con la sonrisa aún más radiante y cierra la puerta tras de mí.

Me apoyo en esta. Me llevo ambas manos al pecho y noto como mi corazón acelerado se pelea con mi caja torácica. Y de repente me siento como una niña de quince años. En una extraña nube en mitad del cielo, rodeada de estrellas y arco iris.

Y me pregunto a mi misma que narices significa esta sensación.

Las reglas de la princesaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora