—¿Segura, Princesa? —Asiento.
—Sí y por favor no me molesten salvo si es de extrema importancia. Mis padres han regresado por lo que mis obligaciones como Princesa han vuelto a ser reducidas a presentarme en eventos y fiestas. —Le explico y la joven parece convencida.
Entonces, me desea un buen día y se retira de la habitación.Las mañanas en palacio se han vuelto tan aburridas para mí, que ahora mato el tiempo durmiendo o escapándome a la biblioteca.
Sólo cuento las horas, una tras una, minuto tras minuto hasta que la noche cae y después de cenar, me escabullo entre las sombras nocturnas para encontrar a Ethan.Ethan... oh, Ethan.
Largo un suspiro y me dejo caer de espaldas sobre la cama.
¿Qué es lo que me haces, soldado?
Mi vida antes de conocerte era gris, tan gris que ni siquiera me importaba y había aprendido a vivir con ello, con el hecho de que siempre sería así.
Pero aquel maldito día cuando apareció por mi vida... todavía me preguntó que fué lo que pasó.Porque me sentí tan repentinamente hipnotizada y tan llena de curiosidad hacia él.
Y ahora así me veo, rompiendo todas las normas que un día juré cumplir. Llevando la adrenalina hasta el límite y arriesgándome a perderlo todo.
Todo.Pero ¿qué podría perder, en realidad?
¿Un palacio que no quiero o una corona que no deseo?
¿Unos padres con los que no hablo o un esposo al que no amo?Si en realidad todo lo que tengo es la esperanza de despertar un día lejos de aquí. Tan lejos que no pueda divisar las torres del palacio. Tan lejos que nunca vuelva a oír de ello, como si nunca hubiera existido.
Sólo quiero despertar siendo una chica normal y pensar que todo fué una horrible pesadilla.
Pero no pasará. Nunca pasará.
Y entre pensamiento y pensamiento, los párpados se me cierran de un momento a otro y dejo de tener consciencia.
La campana suena una y otra vez, la escucho desde lejos. Pero es como si no fuera para mi. La escucho y sé lo que significa pero no soy capaz de reaccionar.
—¿Princesa? ¿Princesa, puedo pasar? —Una vez más, intento en vano decir algo. Un simple "no" bastaría.
Pero no suelto una sola palabra.Y antes de que pueda darme cuenta, la puerta se abre y reacciono al fin, dando un salto e incorporándome.
—¡Princesa! ¿le parece que son horas de dormir? —La voz de Maritza alcanza mis tímpanos y de repente me cuestiono si siempre ha tenido una voz tan aguda.—Yo... —La mandíbula me duele y tengo la garganta seca. Apenas puedo abrir los ojos.
Mi doncella comienza a arreglar mi maquillaje estropeado y peinarme en condiciones y yo simplemente me dejo hacer.
—Despierte. Despierte. —Palmea con suavidad mis mejillas y doy un paso hacia atrás.—¡Venga, Princesa! sus padres la están esperando. —Bufo y no sé si es porque aún no estoy despierta del todo pero me percato entonces que no importa cuantas veces le pida que deje de llamarme así, mi doncella nunca dejará de hacerlo.
—Ya voy, ya voy. Cinco minutos más, mamá. —Bromeo. Ella chasquea la lengua y pone los ojos en blanco antes de agarrarme la muñeca y tirar de mí.
Cuando llegamos al salón, Ethan me mira a lo lejos y pone sus manos juntas debajo de su cabeza, simulando que duerme.
Entonces me señala y a mis ojos y sé perfectamente lo que quiere decir.Le saco la lengua y deja salir una carcajada silenciosa.
Me uno a mis padres en la mesa, junto a Elalba.
Ésta me examina por el rabillo del ojo, ojeando cada una de mis facciones y también baja su vista a mi cuerpo. No sé que pretende encontrar.
Me giro hacia ella y la miro durante unos largos segundos. Me mantiene la mirada.
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Las reglas de la princesa
FantasiJaqueline Marianne I se enfrenta a los 18 años a sus labores como Princesa. Siguiendo el estricto protocolo real, Jaqueline ha basado toda su vida en cumplir las reglas. En especial, la más importante de todas; Jaqueline tiene prohibido cualquier...