Capítulo seis

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Con Grace no guardábamos secretos, al poco tiempo que la conocí se convirtió en mi confidente. Ella sabía todo de mí, hasta incluso se podía decir que conocía más de mí que yo misma. Además, era una increíble observadora, se percataba al instante de mis estados de ánimo.

Aquel día, luego de encontrarme con Lío, no iba a ser una excepción. Durante la cena, Grace no me sacó los ojos de encima. Yo comía lentamente y con la mirada baja, en un intento de disimular, pero eso nos bastó, sabía que no podía ocultar el pequeño destello que llevaba en los ojos y la estúpida sonrisa cada vez que el recuerdo de Lío aparecía en mi cabeza.

—¿Hay algo que quieras contarme, Diana? —preguntó curiosa. Bajé mis cubiertos lentamente y la miré fingiendo no entender de lo que hablaba—. Te ocurrió algo o esas habichuelas están deliciosas porque hace un largo rato que les estás sonriendo.

Mis mejillas se sonrojaron, claramente no estaba haciendo un buen trabajo en disimular mi emoción.

—Conocí a alguien— señalé con mis manos.

Abrió sus ojos atónita y soltó los cubiertos sobre la mesa.

—¿Conociste un chico? —preguntó impresionada. Asentí con mi cabeza y una pequeña sonrisa en mi rostro. Ella se levantó de la mesa rápidamente y su mirada, que al principio era seria, estalló de emoción. Rápidamente se abalanzó sobre mí y me abrazó con todas sus fuerzas, casi al punto de asfixiarme—. Es increíble, estoy muy feliz por ti. Por un momento creí que habías vuelto a ver a...

Ella se detuvo en seco al percatarse de lo que estaba por decir. Se alejó un poco apenada, pero la alivié con una pequeña sonrisa. Así era Grace, una mujer transparente, todo lo que decía y hacía, era todo lo que pensaba y era. No me molestaba, ya la conocía lo suficiente para saber que dentro de ella no había maldad alguna.

—No te ilusiones, solo tomamos un café, dudo que quiera volver a saber de mí— señalé encogiéndome de hombros.

—¿Y eso qué? No le gustarás a todo el mundo, no todos querrán ser tus amigos, lo importante es que sepas que eso no te define como persona y que no te limita a seguir conociendo—me explicó con un tono de voz dulce, mientras me tomaba de ambas manos—. Eres como una obra de arte, no todos van a saber reconocer tu valor, pero algún día llegará alguien que se dará cuenta de lo que realmente vales.

Solo le dediqué media sonrisa y ambas continuamos cenando en silencio. Escuchar a Grace me gustaba, sus palabras podían ser una caricia o una bofetada, pero de la forma que fueran eran necesarias y se lo agradecía. Sin embargo, superar una tragedia era algo tan personal que ni siquiera la mismísima Grace tenía un manual de instrucciones para hacerlo. Amaba escuchar su voz aconsejándome, pero no era sencillo introducir esas palabras en mi mente. No cuando sentía que me habían arrancado de mi vida.

Tenía todo en mi contra, un corazón hecho añicos y una mente llena de inseguridades. No podía creer tan fácilmente de que todo mejoraría algún día y que una persona me aceptaría con la historia que llevaba encima. Quería mejorar, eso era seguro, pero no sabía si lo estaba haciendo bien. Lo que sí sabía era que, para llegar a algo, primero hay que empezar a moverse.

Los días pasaban y cada vez me dejaban más en claro de que la superación no sería nada fácil. A pesar del paso que había dado, sentía que nuevamente estaba fracasando. Sabía que no era un proceso lineal, nadie me había dado garantía alguna de eso, pero lo que no sabía era que podía volverme a hundir tanto.

Pasó una semana desde que me encontré con Lío y la emoción se fue desvaneciendo. Los impulsos por volver a cruzar por el edificio de Ethan volvieron y para evitarlos decidí volver a encerrarme en mi hogar. No era lo más sano, pero me sentía segura. Como no volví a cruzar por allí, tampoco volví a cruzar por la zona costera de la ciudad, lo que quiere decir que mucho menos volví a ver a Lío. Dolía, dolía porque nuevamente estaba retrocediendo mientras todo el mundo avanzaba.

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