V

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Sentí como alguien halaba mi cuerpo, hasta chocarlo contra un árbol, mi cabello cayó delante de mi rostro y me era imposible ver a mi posible agresor.
Sentía miedo, angustia, pánico al saber lo que podría pasar. Un fuerte olor a alcohol chocó contra mis fosas nasales, moví la cabeza de un lado al otro, hasta por fin ver que estaba pasando.

Su mano derecha sostenía mi brazo y la otra sostenía mi cadera, podía gritar, sin embargo, se instauró en mi garganta un nudo que apenas dejaba escapar gemidos de dolor por la fuerza que ejercía. No sabía quién era y eso me llenaba de más miedo, mi corazón saltaba a mil y comencé a sudar.

El tipo era muy alto, más o menos de un metro ochenta, cuerpo tonificado, blanco, sus ojos cafés claros parecían perdidos.

¡Está borracho! Algo dentro de mí gritó.


-Yo... -La garganta me falló y no pude pronunciar una sola palabra, mi pecho se aceleró y comencé a llorar como un niña pequeña.

Una fuerte cachetada hizo que levantara el rostro, mi mejilla ardía con fuerza. -¡Cállate estúpida, aún no te hago nada!- Escupió al lado mío y quedé en shock.

No sabía que hacer, mi mente se quedo en blanco y sentía los ojos fuera de órbita, lo único que sabía era que no quería que me volviera a golpear. Se veía realmente muy molesto y no entiendo porqué tenía que descargar su furia conmigo.

Todo pasó muy rápido, apenas y había notado que deje de sollozar, la carga de su cuerpo liberó el mío, dejándome perpleja al saber que Iván lo estaba golpeando. Lo golpea una y otra vez, quería separarlos, pero aún estaba muy asustada como para tener que lidiar con eso también, o arriesgarme a que el también me golpeé.

Se separaron cuando Iván vio que el otro chico no podía moverse, ¿Lo había matado?


-¿Estas bien?- Pronunció una vez estuvo delante de mí, se veía demandante, como si se preparara para otra pelea. -¿Puedes oírme?- Frunció el ceño.

¡Di algo, maldita sea!



-Sí... - Dije en un hilo de vez, raspee mi garganta. -Sí, muchas gracias por defenderme- Ahogue un grito, mi mano paso de manera inmediata para mi estomago, me sentía realmente mal. Se alzó de hombros como si estuviese acostumbrado hacer esas cosas.

-Me las debía, es un maldito misógino- Escupió con rabia y me hizo una seña en el camino para que me dirigiera con él.

-¿Cómo lo sabes?- Miré mis manos y sentí la necesidad de pasarlas por mis jeans, comencé a caminar.


-Golpeó a mi ex novia. Ha ido varias veces a la cárcel por andar golpeando a las mujeres- Por su tono de voz, sentí una pizca de rabia al hablar de eso.
Me reprendí internamente

-Lo siento por lo de tu novia- Hizo una expresión de desagrado.

-Está muerta- Alcé mi mirada de golpe y creo que el asombro, pena y reprenderme el doble, se hizo notorio en mi expresión.

-Yo...-

-No te preocupes, superé su muerte hace años- Nos detuvimos al ver que habíamos llegado a la fiesta. -¿Esperarás a tu amiga o te acompaño a tu casa?-

No podía dejar a Brenda sola aparte de que no sé donde está, debo ir a buscarla. Hasta que recapacite.


-¿Cómo sabes que vine acompañada?- Arquee una ceja, me cruce de brazos y el rio.

-Porque cuando llegué te vi con tu amiga- Sonrió. -¿Entonces?-

-Tengo que buscarla- Fruncí la boca.

-Sería mejor llamarla, la fiesta está que revienta y con tanta gente no creo que la encuentres- Apoyó su cuerpo en un auto negro, supongo que es el de él.

Saqué mi celular y me alejé un poco para poder escuchar.



Contestó después de dos tonos.

-¿Donde andas?-

-Eso mismo te pregunto, te estaba buscando hace media hora y no te encuentro, llamé a mi hermano para que nos buscara porque la fiesta se puso tensa, un montón de gente golpeándose, me tocó salir corriendo porque también me golpearon, te llame varias veces Lee y no contestaste- Su voz se escuchaba aturdida y molesta.

-También tuve un inconveniente, me tocó salir de la fiesta porque me sentía aturdida-

-Nosotros estamos en camino pero ya le digo a mi hermano que te vamos a buscar, pensé que te habías ido sin avisar-

-No, estoy con un amigo, le diré que me lleve o tomare un taxi-

-Pero si tu no tienes amigos- Colgó. 


Es demasiado tarde como para irme sola a la casa en un taxi, pero tampoco sé si es buena idea irme con Iván digo apenas lo conozco y la verdad es que ya me ha causado escalofríos un par de veces.

-¿Todo bien?- Se acercó a mí un poco despreocupado.

-Sí- Fruncí la boca. -Bueno no, Brenda se fue y... -

-Me ofrecí a llevarte, súbete- Sacó las llaves de su auto, abrió la puerta y lo medité dos segundos.

Bueno, si lo pienso mejor, todos moriremos algún día. Subí a su auto y él cerró la puerta, lo rodeó imitó mi acción y puso en marcha el auto.



-¿Donde vives?- Preguntó luego de cinco minutos de recorrido

-Quinta Avenida- Miré mi celular y me alarme por la poca carga que tenía.

-Debí suponerlo- Dijo riendo, pero no quitó sus ojos del volante

-¿Qué?-

-Eres niña fresa y mimada- Me ataqué de inmediato. ¿Como que fresa? debo reconocer que mi madre si me consciente varias veces.

-¿Lanzas juicios sólo por eso? Si fuera como dijeras, fuera llegado a la fiesta en una limosina, con un guardaespaldas, vestida toda de rosa, con un perrito en mi bolso y hablando como pendeja- Rodé los ojos y apoye mi cabeza en el espaldar de la silla.
-Ni auto tengo-

-No hay que tener todas esas cosas para ser fresa y mimada- Siguió riendo.


No pronunciamos una sola palabra en el resto del recorrido no porque estuviera molesta, si no, porque estábamos cansados y que él me trajera hasta acá fue un gesto amable.

Una vez terminé de darle las indicaciones para llegar a mi casa, le agradecí.


-Creo que tu mamá nos está mirando por la ventana- Dijo riendo y  no quise girar mi cuerpo por vergüenza.
-¿Me darías tu número?-

Asentí, esperé a que sacara su celular y comencé a dictar el número

-Muchas gracias- Le sonreí y bajé del auto.

-Si me necesitas, sólo búscame, estaré cerca- Me guiñó el ojo.


Cuando iba a mitad de camino, recibí un mensaje de mi abuela, que decía:
"¡Por ningún motivo, Leyla, vayas a entrar a la casa!"

Paré en seco e inmediatamente me alarmé.

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Psicópata.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora