VII

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No había dormido en días, tener la sensación de que mi padre en cualquier momento pueda volver no me deja dormir tranquila aunque ya la policía tomó cartas en el asunto.

Me estaba yendo como un culo en la Universidad casi no presto atención, ya me he tirado varios parciales y no es porque no quiera, sino porque la escena de mi padre allí se repite una y otra vez. Tampoco he comido, de vez en cuando tomo jugos porque me da fatiga creo que hasta bajé unos kilos.


-Te estás comportando muy raro Lee, por lo que más quieras dime que tienes, puedo ayudarte- Dijo Brenda mientras dejaba caer su bolso a la mesa sentándose en frente de mí.

-Ayer vi porno y el muchacho la tenía tan larga que me dejó traumada- Tomé un poco de jugo y bajé la cabeza, escuché un quejido.

-Si fueras otra persona probablemente te creería pero meto las manos al fuego a que no ves porno- Arqueo una ceja y reí.

-Uno nunca termina de conocer a las personas- Me alce de hombros y sentí mi celular vibrar pero le reste importancia.

-Lo sé, ¡Pero dime, de verdad me preocupas, tu no dejas de comer así porque sí, odias las dietas, tienes unas ojeras horrendas y te ves jodidamente mal!- Lo dijo tan rápido que se quedó sin aliento y me arrebató mi delicioso jugo de mango.

-Sólo me preocupo por mi mamá últimamente tiene dolores de cabeza y no los tolera y ya no es normal-

Ella sabía que le mentía y no hice nada para demostrarle lo contrario pero la verdad es que no tenía intenciones de hablar del tema. El hecho de pensar que le fuera ocurrido algo a mi mamá me helaba la sangre.

No he visto a Iván en días solo hablamos de vez en cuando por mensajes cuando él está desocupado o cuando yo me animo en contestar.

Me levanté de la mesa, me despedí rápidamente de Brenda y decidí irme a casa ya había acabado la jornada y no tenía más nada que hacer de ahí.


Decidí tomar un bus y me senté en uno de los asientos traseros, había poca gente y un niño llorando así que saque mis audífonos y coloque música. En media hora llegue a mi casa y en la puerta de esta se encontraba Iván, fue un poco raro porque estaba de traje azul oscuro y unas gafas de sol. ¿Tendrá alguna reunión?, aunque me cueste debo aceptar que el muy maldito se veía jodidamente hermoso y por andar morboseandole el trasero no me fije que pise en falso, mi pie se dobló y caí de nalgas.

Un leve grito de dolor salió de mi boca y él se giró a verme para luego reír. -¡Hasta que te dignas a aparecer, te estaba llamando!- Vi cómo se acercaba a mí. –Que torpe eres, mujer- Me ayudo a levantarme y sacudí todo mi cuerpo.

-¿Qué haces aquí?- Recogí mi bolso y lo mire.

Este fingiendo haberse ofendido dijo: -Hola Iván, ¿Cómo estás? Yo bien gracias por preguntar, Leyla- Rodo los ojos y reí. -Tu madre me dijo que viniera que quería hablar conmigo- Se alzó de hombros y fruncí el ceño.

-Sera mejor entrar- Saqué mis llaves y lo dejé pasar


Entramos a la casa y vi a mi abuela sentada en el sillón viendo televisión, cuando se percató de que habíamos llegado, sonrió.

-¡Hijo, ven encanto salúdame!- Le hizo una seña para que se acerca a ella.

La miré perpleja. Entiendo la situación él nos ha ayudado mucho y odiaría pensarlo pero si no fuera por él mi madre no siguiera con vida pero llamarle hijo, ¿enserio abuela?

Psicópata.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora