VI

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No sabía si era otra broma de mi abuela o de verdad está ocurriendo algo. No sabía que hacer, mis ojos estaban parpadeando muy rápido y pasé mis manos por el cabello. Sentí la mano de alguien en mi hombro y me separé de golpe, Iván levantó las manos en señal de que no me hará nada, y luego añadió: -¿Por qué no has entrado?-

No sabía si contarle, sin embargo, ahora no tengo muchas opciones, tengo que decirle.

-Mira este mensaje- Saqué mi celular, un poco nerviosa, en teoría estaba muerta de miedo, mi mano me estaba temblando.

Por la altura y al parecer su ceguera y porque yo no dejaba de temblar, Iván lo agarró y lo leyó.

-Se prendió- Susurró y fruncí el ceño. -Pasa tus manos por tus jeans, así podrás enfocar tus nervios en esa acción y dejar de parecer que tuvieras síndrome de Parkinson- Pasó delante de mí y sólo rodé los ojos.

A veces, es muy grosero el imbécil. Me coloqué detrás de él y me pidió las llaves de mi casa, como pude se las pasé y entramos. Todo estaba oscuro, no podía visualizar a mi mamá o a mi abuela, vi como el hombre sacaba su celular y colocó la linterna.


-¡Ma...!- Sentí cómo Iván colocó su mano en mi boca muy furioso.

-¡Estás loca! No grites- Susurró en mi oído y vi como de sus jeans sacó un arma. Me alarmó el doble, mi corazón saltó con fuerza, comencé a sudar, el aire me comenzó a faltar y seguí frotando mis jeans con más fuerza. No se si me dará parkinson o un ataque de pánico, pero algo me va dar.

-N... No cre... Creo que se... Sea necesario es... Esa ar... ar... Arma- Por fin logré hablar. Ivan me ignoro.



Las luces se encendieron de golpe, dejándome a ciegas cinco segundos. Una vez recobré la visión, vi a mi mamá en una silla, con una cinta en la boca, al lado de un hombre, la amenazaba con un cuchillo en su abdomen, que aún no reconozco bien quien pueda ser.

Por el rabillo del ojo, Iván lentamente fue escondiendo el arma detrás de él, hasta dejarla en los bolsillos traseros del pantalón.

-Hola mi niña- Su voz era ronca y fuerte. Algo de él se me hacía conocido, pero no sé qué, tal vez su cabello rubio o facciones finas.
-Cuánto has crecido mi niña, casi ni te reconozco- Me escaneó de pies a cabeza y sentí ganas de vomitar.

-¿Papá?- Arquee una ceja y sonrió

-Al parecer tampoco me habías reconocido- Me guiñó el ojo. -¿Y él quién es? No me digas que saliste igual de zorra que tu mamá- Hizo un puchero y me dieron ganas de golpearlo, apreté el puño. -Mira cariño, intentas algo y tu mamá sufre las consecuencias- Su expresión cambió, se veía más oscura, tenebrosa, no titubea en su voz, está decidido hacerle daño. Quería llorar de la impotencia por no poder hacer algo.

-Lamento mucho hacerte partícipe de los problemas familiares pero yo no te invité- Le habló a Iván y él solo se alzó de hombros. Duda existencial: ¿Cómo puede estar tan tranquilo en una situación así? Porque a diferencia mía estoy al borde de salir de mis casillas, quiero gritar, salir corriendo y llorar como niña pequeña hasta quedar cerca, ni era consciente de que mis manos estaban temblando de nuevo.

-Estando yo aqui, mas bien, preocupate de ti- En un movimiento rápido sacó el arma le dispara en la pierna. Cae al suelo y deja caer el cuchillo cerca de los pies de mi madre, ella lo rueda y comenzó a sollozar.
Supongo que no quiso matarlo, yo por el contrario, le fuera disparado en la frente.

Ok Leyla, deja los pensamientos homicidas y vez ayudar a tu mamá.


Reaccioné, ayudé a mi mamá a quitarle las cintas. Se sentía abrumada y desesperada.


-Llama a la policía... Llama a la policía- Me vi en la necesidad de ahogar el grito.
-Hazlo ya- Cerró los ojos para intentar controlar la respiración, soltó un grito desgarrador haciendo sobresaltar a mi padre y a mi.

Somos más propensos a tener ataques de pánico de manera hereditaria pero también, esta situación lo amerita.

Cuando iba a buscar ayuda, Iván estaba detrás de mí viendo todo.
-Ya amarré a tu papá y llamé a la policía, pero por lo que veo deberías llevarla al hospital probablemente la drogó-

Mis lágrimas ya se habían demorado en aparecer, no podía creer qué esto estaba sucediendo, no a mi mamá.

-Mira Leyla, debes calmarte, te ayudaré a subir a tu mamá al auto, mientras yo me encargo de la policía, ¿De acuerdo?- Me vi obligada aceptar y él sin esfuerzo alguno levantó a mi mamá.

Salimos de la casa y fue derechito hasta su auto.

-Mi mamá tiene su auto, sólo es abrir el garaje y... -

-Con ese auto, ¿Quieres llegar mañana al hospital o qué? ¿Y así dices querer a tu mamá?- Salió del auto una vez dejó acostada a mi mamá en la parte trasera de auto.

-Eres jodidamente odioso- Rodé los ojos.

-No, tu no aguantas nada, nena. Ahora lárgate- Me dio las llaves y caminó hasta la casa. -Eso sí- Se giró para verme, señalándome con el dedo índice en forma de regaño - Un solo rayón en el auto y tenemos problemas- Gritó y me subí.



Llegamos al Centro Hospitalario Bellevue, pedí ayuda a unos enfermeros y de inmediato la atendieron, me pidieron que me quedara en la sala de espera mientras ellos hacían su trabajo.

Me senté en la última silla de la sala, recosté mi cabeza en la pared y cerré los ojos, estaba cansada, mareada, confundida, y fatigada, sin embargo, cierto alivio al saber que mi mamá se pondría bien.

De repente, exploté en llanto, mi corazón se estrujó y mi pecho se comprimió, al saber lo que hubiese pasado si Iván no me fuera ayudado, lo que pasaría si no me fuese ido para la fiesta, si me hubiera quedado con mi madre esta noche.

Me sentí pequeñita, indefensa ante todo lo que estaba pasando, no sé por qué vino mi papá a estas alturas de mi vida, si tan feliz la hacia la otra mujer, porque tuvo que hacerle daño a mi madre, tengo mil dudas, mi cerebro va explotar de la rumiación provocada.

Sentí como mi celular vibraba y era un número desconocido, quién carajos me podría estar llamando a las cuatro y media de la mañana.



-¿Si?-

-¿Ya llegaste?- La voz de Iván inundó mis oídos. No pensé sentirme tranquila al escucharlo.

-Sí, la están atendiendo- No tenía ánimos para hablar, sin embargo, debía agradecerle lo que hizo por mí.
-Y... muchas gracias por lo que hiciste, de verdad no sé cómo pagarte- Coloqué las manos en mi cabello y cerré los ojos.

Escuché su risa. -Con que no llores estaría bien- Los dos reímos. -Aún estoy hablando con la policía, apenas se vayan, voy al hospital aunque creo que ellos también le van hacer unas preguntas a tu mamá. Y tú abuela está bien, no le hizo daño-

Escuchar eso de verdad me alivió mucho.

-No es necesario que vengas-

-Omitiendo la parte en que me interesa cómo estás, tienes mi auto, cariño- Golpee mi frente tratando de quitarme lo pendeja. Pero no, no se me quitó.

Hablamos sólo cinco minutos más y colgó.
No sé cómo sentirme, creo que aún estoy en shock por todo esto que pasó, realmente fue un día de locos.

No sé qué es peor: Mi padre intentara matar a mi mamá o que Iván tuviera un arma y las dos situaciones son jodidas

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Psicópata.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora