"Capítulo 14"

173 16 2
                                    

-Grace-

8:20 AM.

Había pasado una hora y veinte minutos y seguía como una tonta, observando el celular de manera ansiosa, esperando alguna noticia de Dylan, pero lo único que obtenía era su ausencia, y una enorme sensación de decepción. No quería sentirme de esa forma, no quería que me importara, y aún sin quererlo, lo hacía.

"¿Qué esperabas? ¿Qué pasara de ser un idiota a un chico bueno sólo por ti? ¡Ja! Sigue soñando, crédula" . Se burlaba mi subconsciente.

No sé que fue peor, si darme cuenta de que eso era cierto o saber que me había creído el cuento de que el en verdad deseaba cambiar.

Él era así. Jugaba, se divertía y se marchaba.

—Que estúpida —me dije a mi misma, soltando una risa amarga.

Una vez que me repetí hasta el cansancio sobre lo idiota que lucía esperando por él, encendí el televisor y escogí una serie, hundiéndome en la cama.

Intenté mantenerme ocupada lo máximo posible, incluso traté de detallar los rasgos del actor que aparecía ahí, pero cada que veía esos ojos achocolatados recordaba a Dylan.

Frustrada y molesta, apagué el televisor con dramatismo y tomé uno de los libros que estaban apilados al costado de la cama, en una pequeña mesa.

La lectura me mantuvo ocupada y a mis pensamientos a raya, sin embargo, al cabo de un rato, el sueño me venció y caí en su bruma.

En mi sueño, una niña pequeña descansaba sobre su cama con un oso de felpa. La imagen era tan tranquila y pacífica que me quedé muy quieta, observando desde un rincón.

De pronto un hombre apareció en la habitación, rompiendo con todo atisbo de quietud. Llevaba una sonrisa tirando de las comisuras de su boca, como si apreciara algo que le resultaba encantador. Fue entonces que el sujeto caminó con sigilo hasta la pequeña, y ella se removió en su cama. La niña abrió los ojos de golpe, e inhaló con fuerza, abriendo las aletas de su nariz, como si de pronto hubiese visto un fantasma y se hubiese quedado petrificada debido al miedo. Lucía aterrada, incluso sus ojos se llenaron de cautela.

El hombre caminó con lentitud, como si disfrutara de su reacción, como si el verla temerle fuera la mejor sensación en el universo. Tenía una expresión inescrutable, era como si sus emociones se hubieran marchado. Y sus ojos lucían siniestros; tenía la clase de expresión que te dejaba desarmada, vulnerable. Todo en el decía: 《estoy a punto de hacerte pedazos》, y no había hacia donde correr. Tan pronto como lo veías sabías que no había escapatoria.

El sujeto colocó su dedo sobre sus labios, pidiendo silencio y susurró con voz grave:

—Este será nuestro secreto, linda.

La pequeña clavó sus ojos azules en él, pero se quedó en silencio, aguardando por lo que sabía que vendría después. Y el, sin perder ningún momento, la capturó, y no importó lo mucho que ella luchó, ni lo mucho que ella le imploró, porque él se posicionó sobre ella, acorralándola.

El hombre tiró de su ropa, dejándola expuesta, y las lágrimas de la niña mojaron sus mejillas rosáceas, pero él no se detuvo. Jamás lo haría.

Un grito se construyó en mi garganta, pero fue como si alguien presionara el botón mudo, y me fuera imposible emitir algún tipo de sonido. Sentí como mi tráquea quemaba debido a mi enorme esfuerzo por gritar, pero no sucedió nada, todo se redujo a silencio.

Desperté bañada en mi propio sudor, con la respiración agitada y jadeante. Al borde del llanto.

—Fue una pesadilla, solo fue una pesadilla—me dije a mi misma, en un débil intento por tranquilizarme—. No es real.

Evitando el amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora