-Hay que salir de aquí-susurró Kyle.
Yo sólo solté un grito y pensé en todas las personas qué había ahí dentro, incluidos Carter y Diana. Retorcí el brazo haciendo que Kyle me soltara y sin dudarlo entré por la ahora humeante puerta de atrás dónde salía parte de la gente. Una acción muy idiota por mi parte ya que el gimnasio estaba literalmente en llamas. Probablemente por un fallo en los fuegos artificiales. Entre el bullicio de gente pude ver a algunos de mis compañeros de clase corriendo despavoridos hacia la puerta de salida y el director ayudaba a la profesora de filosofía a salir con cuidado y una borrosa figura estaba de pie quieta al lado de las llamas. El negro humo provocado por la combustión de las guirnaldas y adornos de plástico de la fiesta, se filtró por mis fosas nasales y perforó mis pulmones como si de un taladro eléctrico se tratara. Casi o sentía bailar dentro de mí. Y entonces la vi. Amanda había sido abandonada por sus amigas y yacía en el suelo del gimnasio, cerca de una mesa, tosiendo fuertemente. La decisión más importante de mi vida. La saqué de ahí. Lo hice, pero eso no cambió su manera de ser conmigo, y más tarde lo vería. La dejé junto una ambulancia y le dieron una manta. La verdad, nunca había entendido por qué daban mantas en los incendios, ¿creían qué la gente no tendría suficiente con el calor del fuego? Miré mi vestido y me di cuenta de que estaba roído por las llamas y tenía una quemadura bastante grande en la pierna. Entonces alcé la vista y lo vi.
-Carter.
Iba a ir a abrazarle cuando fue él quien vino hasta mí.
-Gracias a Dios, estás viva.
Entonces me separé un poco de él y le vi la cara, tenía los ojos llenos de preocupación y sudaba, pero ambos sabíamos que no lo hacía por el calor. Entonces vino Kyle como de la nada y ofreció llevarme a casa.
-¿Estarás bien?
-Ya me conoces. He visto a Diana cerca de un banco, la buscaré.
Me senté en la moto detrás de Kyle, con el aire de Texas corriendo contra nosotros, el aire de casa. Llegamos a casa y las luces estaban encendidas.
-No me gusta que andes con Carter.
-¿Por qué?
-Simplemente porque no. Te espero arriba-dijo Kyle.
Antes de poder discutir, se fue, y yo me encaminé hacia la luz del porche. Entré en casa y fui al salón. Mi padre abrazaba a mi madre, quién estaba en un rincón con los ojos rojos y un pañuelo de tela presionado contra la boca. Mi hermana admiraba la escena desde el sillón de tela de cuadros verdes y rojos que compramos en un mercadillo de una ciudad cercana. Mi madre se levantó y me abrazó rápido.
-¿Estás bien? ¿Quién te trajo a casa? ¿Diana y Carter están bien? ¿Y ese chico que te trajo el otro día? ¿Quieres algo?
-Sí, Kyle, sí, sí y ahora mismo solo me apetece descansar, ¿vale?
-Pero…
-Mamá, sé qué tendrás preguntas pero te contaré todo lo que quieras mañana.
-Déjala descansar Laureen. Sube y descansa Maya.
Subí las escaleras y me encerré en mi cuarto. Sabía que estaba allí pero no le dirigí palabra. ¿Quién se creía diciendo qué no le gustaba verme con Carter? Yo decidía sobre mí, él no. Cogí el botiquín y lo llevé a la cama.
-Déjame ver-dijo poniéndose delante.
-Puedo hacerlo yo misma.
-Maya, sólo quiero hacer las cosas más fáciles.
A regañadientes, me subí la falda, o más bien lo que quedaba de ella, hasta las rodillas dejando la quemadura a la vista.
-Auch-susurró Kyle muy adorablemente.
Pasó la yema de los dedos suavemente por la pierna y las mariposas de mi estómago salieron desbocando también mi corazón. De sus dedos empezaron a salir chispas azules de nuevo y estas se depositaron sobre la zona quemada. Escocía, escocía mucho. Cerré los ojos y mordí mi labio fuertemente. Cuando el escozor cesó, no había quemadura y Kyle me miraba sonriendo.
-Es fácil si tú me dejas ayudarte.
-Gracias… voy a cambiarme, ahora salgo.
Cogí mi pijama y me encerré en el cuarto de baño. Me cambié y salí lo más rápido que pude. Kyle se había quitado la chaqueta y los zapatos dejando al descubierto una perfecta camisa blanca y unos sexis calcetines de color naranja neón.
-No habían de otro color-dijo al ver que miraba sus chillones calcetines.
Sonreí y me tiré exhausta a la cama, como la había echado de menos. Él se acostó a mi lado mirándome y me atrajo hacia él. Ya no olía a Amanda, olía a él y a humo. Perfecto.
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Fallen Angel 1. Heavenly Fire
Teen Fiction-¿Qué ha sido todo eso?-dije asustada. -Maya, no te lo he contado todo... -Hazlo ahora. -Sé que no vas a creerme y te parecerá raro, pero soy un ángel, tu ángel.