Capítulo 10 - La disculpa

1.1K 125 11
                                    

Después del asalto en el desierto, Zelda se había dejado llevar sin rechistar. Durante el viaje de vuelta había sido Link el que había tomado todas las decisiones y el que había llevado la iniciativa. Lo observaba aún asombrada por el shock de su intervención, no tenía la más mínima idea de cómo había podido dar con ella en medio del desierto y cómo actuó en el instante preciso, salvándole la vida. Link le había salvado la vida, eso era lo único en lo que podía pensar. De repente su actitud protectora le pareció lo más correcto, y respetaba la minuciosidad con la que aseguraba los caminos y vigilaba sin descanso ante un posible ataque. Cuando llegaron al castillo de Hyrule, después de un largo viaje dividido en dos jornadas, ambos fueron a descansar sin pensarlo, pues el cúmulo de emociones había sido demasiado intenso para ambos.

Zelda amaneció mucho más tarde de lo habitual. Sus doncellas la habían dejado dormir de forma premeditada, tal vez la vieron tan agotada la noche anterior que supusieron que sería lo mejor. Lo cierto es que había dormido profundamente, como hacía tiempo que no ocurría. Se despertó sin prisa y dejó que sus doncellas de alcoba la arreglasen. Luego las despidió a todas y se dispuso a salir con la duda de si Link estaría o no haciendo guardia ante su puerta. Abrió con más nerviosismo del habitual y lo encontró allí, con la misma expresión y disposición de todos los días.

—Hola Link.

—Hola, alteza.

—¿Has podido descansar algo? Yo he dormido como un tronco, la verdad. Estaba muy cansada.

—Sí, he dormido bien —dijo él con gesto extrañado.

—Vale. Me alegro de que hayas dormido bien entonces.

Transcurrieron algunos segundos en los que ninguno dijo nada. Zelda se sintió torpe como nunca antes, todo había cambiado por completo para ella y quería evitar a toda costa comportarse de forma altiva o arrogante con Link.

—Oye, Link. Hoy tampoco voy a necesitar tus servicios.

—De acuerdo, alteza —dijo él, iniciando su habitual marcha escaleras abajo.

—¡Espera! —lo detuvo ella. —Hoy apenas tengo obligaciones. Tampoco me apetece salir a investigar por ahí.

—De acuerdo... —asintió él, con cara de desconcierto.

—Lo más seguro es que vaya al laboratorio. Luego iré a comer y más tarde lo único que haré será dar un paseo por el campo de tiro. No creo que haga nada más hoy.

Link se mantuvo en silencio, sin terminar de comprender todas aquellas explicaciones.

—Si te cuento todo esto es porque quiero que lo sepas, Link —intervino ella —sé que igual no tiene mucho sentido... pero así sabrás dónde estoy si por lo que fuese necesitas buscarme.

—Gracias —dijo él, encogiéndose de hombros.

—Una cosa más... ¿Crees que tendrás algo de tiempo libre esta tarde?

—¿Tiempo libre?

—Es que me gustaría poder verte más tarde. ¿Crees que sería posible?

—Pues, yo haré lo que vos me digáis.

—No me refiero a eso —dijo ella, suspirando un poco desesperada —no pretendo que se trate de otra obligación, ni querría que acudieses como si te hubiera dado una orden. Me refiero a si podría hablar contigo un momento esta tarde, si tienes tiempo libre y no te importa.

—No me importa.

—Vale, pues entonces te buscaré esta tarde en el campo de tiro.

De ese modo fue la propia Zelda la que se precipitó escaleras abajo, dejando a Link atrás. Romper el hielo le costaba horrores. Se sentía avergonzada y Link no se lo ponía fácil con su actitud siempre servicial.

Leyenda del DespertarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora