Capítulo 16 - Cataclismo

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Link oía cómo le castañeteaban los dientes a la princesa. Él llevaba sus mejores ropas de abrigo y ella vestía la fina túnica blanca de sacerdotisa. Fue imposible convencerla de que llevase su ropa de campo para el ascenso al Monte Lanayru.

—Si mueres de frío no nos servirás de nada —dijo él, que caminaba detrás de la princesa —y con esas sandalias no podrás llegar a la cumbre. Tropezarás y te caerás.

—Link, ya te he... te he dicho que ti-tiene que ser así —dijo Zelda entre tiritones. Link dio dos zancadas y la adelantó para enfrentarla y frenar su paso.

—Ya basta.

—Pero Link...

—He dicho que ya es suficiente. Si esto es un desafío de la diosa de la sabiduría, tú estás demostrando tener muy poca.

Zelda bajó los hombros en señal de rendición. Link se quitó su casaca exterior, estaba forrada de plumas orni y era muy cálida. Se la puso por encima a la princesa y ella recibió aquella calidez como un abrazo. Odiaba reconocerlo, pero Link tenía razón. Sin abrigo moriría de frío antes de llegar a la cima.

—Además tengo otra sorpresa. Aquí tienes tus botas —dijo él, revelando parte del contenido de su mochila.

—¿Y tú qué? ¿No te va a dar frío ahora?

—Yo estoy bien así, esta capa es gruesa y es suficiente.

—No sé si esto está bien... debería aceptar los desafíos de la montaña —se lamentó ella.

—El desafío es no ser idiota, alteza.

—Vaya, veo que me has perdido todo el respeto —dijo ella sonriendo de medio lado y reiniciando la marcha.

—No... no es eso... yo sólo...

—Es broma, Link. No te agobies. Sé que soy idiota a veces, pero es que quiero hacerlo bien esta vez. Puede que tengas razón y el desafío sea entender cómo hay que ascender esta montaña y no torturarme de forma innecesaria. ¿Seguimos andando?

Él asintió y ambos continuaron la marcha a un buen ritmo. El día era luminoso, el sol se reflejaba con intensidad sobre la nieve y los témpanos de hielo, así que el ascenso fue más llevadero. Llegaron a la Fuente de la Sabiduría al caer la tarde. Esta fuente estaba más expuesta que sus dos fuentes hermanas, pues el ascenso al monte ya suponía una protección natural del lugar sagrado. En cualquier caso, los hylianos rara vez se aventuraban a subir hasta allí, la fuente estaba rodeada por enormes columnas de hielo y el terreno era escarpado y resbaladizo. Link y Zelda tuvieron que hacer uso de unos enganches especiales en el calzado para no resbalar con el hielo, y el último tramo fue muy duro. Por suerte Link llevaba cuerdas y materiales que les ayudaron a alcanzar el lugar con mayor seguridad.

—Link, date la vuelta —pidió la princesa mientras se descalzaba y se desprendía de la casaca orni.

—No estés mucho ahí dentro —advirtió Link de espaldas a ella —el agua está casi congelada. Si estás demasiado tiempo... no morirás. Pero tendré que saltar al agua para sacarte de ahí.

—Tranquilo.

Zelda introdujo un pie descalzo en el agua. Era el agua más fría que había sentido en toda su vida. Sin pensarlo demasiado metió el otro pie y caminó por la laguna hasta que el agua le llegó a la cintura. Al poco dejó de sentir las piernas, Link tenía razón, aquel frío podría llevarse su vida. Sin más tardanza juntó las manos y lanzó su plegaria a la Diosa Hylia.

—Diosa Hylia, la que nos protege, creadora del mundo. Soy yo otra vez. Tal vez lo sepáis, pero hoy cumplo diecisiete años. Ya soy una mujer. Lo soy para subir a este lugar sagrado y tal vez debería serlo para heredar vuestros dones. Quizás esperabais que este día llegase para que pudiese recibir vuestra gracia o quizás no. Yo... no sé qué más hacer, os suplico que me lo digáis. Todos esperan que lo consiga hoy, si no lo hago... no podré ser su princesa. Por favor, os lo suplico, os ruego que me ayudéis...

Leyenda del DespertarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora