Capítulo 13 - Hay algo mal en mí

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Aquel día era la primera vez que Zelda pedía a Link que la escoltase hasta una de las Fuentes Sagradas. Desde el día de la ceremonia de su nombramiento como caballero, Link la había acompañado a un lado u otro, habían pisado casi todas las regiones del reino de Hyrule, pero nunca había sido partícipe de ninguno de los ritos que se suponía que sólo estaban destinados a los elegidos. La ubicación de las fuentes también era un secreto y por tanto, era Zelda la que le guiaba en la expedición. Según le había dicho ella, tendría que meditar. Al parecer ella iba a introducirse en el agua pura de la fuente y lanzar plegarias a la Diosa Hylia, que debía ayudarla a despertar sus poderes a través de una especie de energía mística liberada.

A pesar de que la relación de Link con Zelda se había vuelto muy estrecha, la princesa llevaba unos días pensativa y taciturna. Él percibía cómo una especie de tristeza la asaltaba de repente y en el momento más inesperado. No sabía muy bien cómo reaccionar cuando eso pasaba, no sabía qué palabras de consuelo podría darle. Aunque lo intuía, Link ignoraba el verdadero motivo por el que Zelda parecía estar cada vez más deprimida.

Durante el viaje a la fuente, ella apenas pronunció palabra. Se hundió en sus pensamientos y apagó su habitual sonrisa. Link decidió no agobiarla con preguntas, así que sólo se dejó guiar por sus indicaciones. Lo de meditar debía ser algo muy complejo y por lo que Link podía saber, Zelda había tenido que aprender a hacerlo sola porque su madre murió cuando ella era muy pequeña, así que no pudo recibir entrenamiento ni instrucción de la única persona que podía compartir esa experiencia con ella.

—Alto —ordenó Link, frenando su caballo y el de la princesa.

—¿Pasa algo?

—No lo sé, hay algo que no me gusta en este camino —dijo Link, con el ceño fruncido.

El camino transcurría por el interior de una pequeña garganta que se formaba entre los bordes de la Montaña de la Muerte y la llanura de Elden. Aunque el terreno era verde y no muy escarpado, había poca visibilidad, pues pequeñas elevaciones de roca surgían a un lado y otro como columnas naturales que habían sobrevivido a la erosión.

—Yo no he notado nada, Link. ¿Has oído algo?

—No. Es más... una sensación. Hace rato que no oigo a los pájaros.

—Puede ser porque ya está anocheciendo, ya se ha ido el sol —razonó Zelda.

—Puede ser, pero es que no oigo nada. Ni pájaros, ni murciélagos, ni mosquitos. Nada. No es normal.

—No estarás intentando asustarme a propósito...—dijo Zelda, tratando de destensar la situación. Lo cierto es que un escalofrío le había recorrido la espalda al oír las dudas de Link.

—Puede que no sea nada. Igual este es un lugar mágico porque la fuente está cerca y por eso hay tanto silencio, no sé —Link agitó las riendas y puso de nuevo el caballo al paso. Zelda lo imitó.

—Pues la verdad es que he venido muchas veces por aquí y sí he visto animales. Hay mucha vida por los alrededores —dijo ella.

—¿Venías sola?

—No. Casi siempre con Urbosa, a veces con los sheikah, aunque ellos no podían entrar en la fuente. Sólo los elegidos pueden.

—¿Estás preocupada por lo de la meditación? —se aventuró a preguntar Link.

—La verdad es que...

De repente una bandada de cuervos atravesó el cielo a toda velocidad, causando un gran estruendo sobre sus cabezas e interrumpiendo la conversación.

—¡Al suelo! —gritó Link, arrojándose sobre Zelda para tirarla del caballo.

Una enorme bola de fuego surgió de la nada y pasó muy cerca de ellos, de no haber saltado de sus monturas habrían sido alcanzados de lleno. Los caballos consiguieron escapar de milagro y se escaparon corriendo encabritados.

Leyenda del DespertarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora