Misterios en la mesa

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Asarath, durante sus siglos de existencia, siempre había sido la representación de la paz y la pureza del trío guardián. Grandes amantes de la cultura y las artes, así como también del respeto y del perfecto cumplimiento de las leyes, eran ejemplo a los ojos de todo el mundo mágico. Sin embargo, una extraña tensión se respiraba en los últimos días; la paz que predominaba en el mágico reino, poco a poco se estaba distorsionando ante el secretismo y la desconfianza que mostraban sus líderes ante sus súbditos. Conocer que parte de sus reservados conocimientos históricos, y que objetos de gran importancia en su sistema jurídico estuvieran siendo utilizados en el mundo mágico era simplemente inaceptable, un ultraje de grandes proporciones. Y el desconocer quién o quiénes estaban detrás de todo ese inesperado complot producía un terrible malestar, solo bastaba mirar las severas expresiones de la princesa Selene y la Reina Marian, así como la gélida mirada que le dedicaba Elliot de la Roquet a su erudito al no tener novedades de la interna investigación, una mirada que afectaba más que un grito del futuro rey. Llevaban cerca de dos horas reunidos en el despacho principal revisando el informe de la solicitada investigación y, a raíz de los resultados obtenidos, la reunión no se estaba llevando a cabo como esperaban.

—Llevan días investigando, Sir Raymond, ¿Cómo es posible que no tengan ninguna información al respecto?

El aludido respiró profundamente antes de explicarse, nadie ponía en duda de que el joven heredero era digno nieto del antiguo rey Gerald—. Hemos revisado a nuestro círculo más cercano, Alteza, pero no hemos encontrado nada relevante o algún indicio que nos señale que han faltado a su juramento. Y nadie de rango inferior puede tener acceso a ese tipo de conocimiento, el encantamiento de la biblioteca universal no lo permitiría.

—Esas personas están manejando los antiguos rituales de los Koriak, un grupo erradicado bajo nuestra mano y cuyo conocimiento quedó solamente bajo nuestro cuidado. ¡Alguien infiltró esa información hacia el mundo mágico y quiero saber quién fue! —vociferó el moreno perdiendo la paciencia—. ¡La seguridad de nuestro reino depende de ello!

—Alteza, nuestra búsqueda solo arroja una conclusión: la información no fue adquirida desde el reino. Sin embargo...

—Sin embargo, ¿qué? —Inquirió el futuro soberano ante la abrupta interrupción de su erudito.

—¿No... no ha pensado que quizás su Excelencia fue quien dio esa información?

—Tenga cuidado con lo que sugiere, Sir Raymond —espetó Marian desde su asiento, atrayendo la nerviosa mirada del investigador—. La Heredera de Merlín es una persona respetada y querida en nuestro reino y en nuestro círculo. Si se llegase a la decisión de forzarla a una lectura mental, y no se encontrase responsabilidad alguna, tenga por seguro de que me encargaré personalmente de que su castigo por difamación sea severo.

—Solo fue una pregunta, Majestad —aseguró Sir Raymond con temor—. Como ya les expliqué, no hay indicios de que el responsable se encuentre en el reino. Por lo que se presume de que, sea quien sea que esté cometiendo semejante infracción en contra la guardia asariana, se encuentra en el mundo mágico. Y como su Excelencia es la única que se encuentra en ese territorio y tardó tanto en comunicarles sobre lo que estaba aconteciendo...

—No creo que tenga que recordarle que Rosenbaum estuvo a nada de morir por esas mismas personas ¿o sí? —le interrumpió Selene con brusquedad.

—Quizás no fue intencionado, pero...

—Espero que no esté insinuando que nosotros entrenamos y educamos a una idiota, o que nosotros fuimos unos idiotas y le confiamos ese tipo de información a ella así sin más ¿o sí? —espetó la reina de Asarath claramente molesta.

El comienzo de una nueva vida IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora