La Dama del Lago

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─No puedo creer mi mala suerte. No lo puedo creer. ─murmuraba Harry Potter una y otra vez mientras entraba a su oficina. Se pasó una mano en su más que alborotada cabellera tratando de despejar su frustración mientras se tiraba, literalmente, en su sillón. ¿Por qué cuando todo indica que hay una luz en el camino, siempre tiene que aparecer algo que lo vuelve a oscurecer? Pensaba el muchacho mientras miraba fijamente el pulcro techo. No, definitivamente no podía creer tan mala fortuna.

Luego de haber leído la reveladora carta en la Oficina de Intercesión, Harry se había dirigido inmediatamente a la Oficina de Investigaciones en búsqueda de Lynette Byron. Todo indicaba que ella había sido la última persona en ver a Jessica con vida. Y no sólo eso, también tenía información relacionada a los mortífagos, más a su favor para interrogarla con respecto al tema. Sin embargo, y muy a su pesar, al llegar a su destino la secretaria le informó que Byron había renunciado a su cargo ante la inminente guerra. Suspiró sonoramente, no podía considerar ese hecho como algo sospechoso por la simple razón de que no había sido la única en tomar esa radical decisión. Sin embargo...

─Aún me queda un lugar por visitar ─murmuró mientras leía nuevamente la carta─. Algo tienen que saber. ─se dijo mientras leía el nombre del lugar.

Con una nueva perspectiva, se levantó y se dirigió a la salida.

─Ya es un día menos ─murmuró pensativo─. Pero todo puede pasar.

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─ ¿Estás seguro de que no te perdiste, Snape? ─inquirió Draco mientras miraba en todas direcciones, no podía negar que el lugar lo tenía muy nervioso desde que llegaron. Y no era para menos, el entorno era casi una réplica exacta del bosque prohibido de Hogwarts. Al no recibir respuesta por parte del mencionado, el rubio prosiguió─: Por si no te has dado cuenta, ya hemos pasado por este sendero...

─ ¿Ya quieres dejar de quejarte, Draco? ─gruñó Severus girando bruscamente en dirección al rubio─. Te recuerdo que fuiste tú el que se empecinó en venir. Así que cállate y sigue o lárgate de una vez. ─se giró nuevamente, acomodó el flotante cuerpo de Jessica frente a él y continuó su camino.

Había transcurrido cerca de dos horas desde que el pocionista y el único heredero Malfoy arribaron al misterioso bosque de Brocelianda, y desde entonces, la búsqueda del Lago de las Hadas estaba siendo infructuosa, a criterio del joven mago. El cielo ya estaba oscurecido del todo, la fría brisa rondaba vivaz mientras que la luna iluminaba radiante el enigmático lugar.

─Y no bastando con perdernos en este tenebroso lugar, tampoco tenemos reservas ─murmuró molesto el rubio mientras le seguía el paso al pocionista─. ¡Bien ya no digo nada más! ─exclamó con las manos levantadas al ver que su padrino iba a replicar─. Pero entiéndeme, llevamos horas sin encontrar nada. ¿Cómo sabes que vamos por el sendero correcto?

─Años como mortífago y espía debieron de servir de algo ¿No crees? ─respondió Snape con sorna, acelerando inesperadamente el paso.

─Lo siento, no quise ofender ─replicó el joven slytherin rodando los ojos. Al ver que su padrino se detuvo abruptamente, se apresuró a agregar─. ¡Bien ya no me regañes, ya me callo!

─No es eso, tarado ─dijo el mago dándose vuelta y mostrando una sonrisa de suficiencia─. Ya llegamos.

Frente a ellos se mostraba un cristalino lago, rodeado de algunos seres luminosos y algunas criaturas del bosque, favorecido por la esplendorosa iluminación lunar y abrigado por una cómoda calma.

─Es... fantástico ─susurró el joven mago mientras se acercaba hipnotizado al mágico lugar, olvidándose con rapidez del temor que lo embargaba.

El comienzo de una nueva vida IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora