Renacer

410 55 12
                                    

Crystal Manor

— ¿Ya despertó? —preguntó Phillipe en cuanto Severus entró al estudio.

—Aún no. Pero al menos ya ha superado la fiebre —respondió el mago mientras se sentaba en el cómodo sofá. Se pasó ambas manos por su perfilada cara, tratando de despejar el cansancio que estaba comenzando a hacer mella en él.

—Necesita descansar, Snape. Lleva días sin dormir.

—Bien sabe que no puedo hacer eso, Budiet. Un descuido de mi parte en estos momentos y puedo perder todo lo que he logrado hasta ahora.

— El joven Malfoy se ofreció a ayudarlo, ¿Por qué no acepta?

El pocionista alzó una ceja y lo miró como si estuviera loco—. Draco a duras penas sabe cuidar de sí mismo. Ni de chiste dejó a Jessica a su cuidado.

—No creo que el chico sea tan desastroso. —el mago enarcó ambas cejas—. Está bien, usted tendrá sus motivos para pensar de esa forma. Pero tiene que tomar en cuenta de que sus majestades no tardarán en solicitar su presencia. Han pasado dos días y no le ha informado sobre lo que pasó con su intercesora.

El mago chasqueó la lengua, se le había olvidado por completo ese detalle. A través de Phillipe se había enterado de que la princesa asariana había cumplido al informarles a su madre y a su hermano sobre la novedad, y ellos a su vez se habían encargado de notificarles a los demás líderes sobre el inesperado letargo de la intercesora.

—Tendré que ir hoy mismo a informales sobre su estado. —frunció el ceño—. Es extraño que no se hayan pronunciado, y más aún por mi ausencia.

—No crea que haya sido por falta de ganas. Tanto los líderes de Acquarius como los líderes de Arthemius han querido venir para saber sobre el estado de Jessica, pero la reina Marian los ha detenido diciéndoles que cuando llegue el momento serán informados de lo ocurrido. En pocas palabras, Asarath ha intercedido por usted.

Severus sonrió, ya después le agradecería a Marian su ayuda.

—Bueno, y más a ahora que Acquarius no puede evitar mostrar cierta hostilidad hacia usted cuando es mencionado en algún tema en las reuniones.

— ¿A qué se refiere con eso, Budiet?

—Pues... —el francés alisó una inexistente arruga en su chaqueta—. Al parecer a su majestad la reina se le escapó la noticia de que usted y Jessica tenían una relación más allá de lo laboral. En su defensa solo puedo decir que el rey de Acquarius es muy desesperante... a veces.

Snape cerró los ojos un momento mientras se acariciaba el puente de la nariz. Ahora no solo tendría que lidiar con su forzado abandono de trabajo cuando se reuniera con ellos, también tendría que aguantar las miradas despectivas de los dos líderes acquarianos—. Tanto el hijo como el padre deben desear desaparecerme en cuando ponga un pie en el Consejo.

—Oh sí, Monsieur, sobre todo el joven Patrick. No se imagina la cara que pusieron cuando se enteraron de que usted estaba encargado de la recuperación de Mina. ¡Dieron el grito en el cielo! —exclamó con una sonora carcajada—. Pero, para suerte de usted, eran dos contra uno, por lo que Raynor y su hijo no pudieron hacer nada.

El mago se recostó en el mullido mueble soltando un sonoro suspiro, era bueno saber que también contaba con Emerick. Al menos, al llegar el momento de estar nuevamente frente a los guardianes, no se sentiría en desventaja.

Sus pensamientos fueron interrumpidos cuando, inesperadamente, una fuerte luz verde emergió de la chimenea.

—Budiet ¿Está ahí?

El comienzo de una nueva vida IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora