Secretos

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Loki miraba aquella dimensión como un sedante, una especie de parche que cubría una herida gigantesca. Sabía muy bien que las respuestas las obtendría con el mago, y que llamarlo no sería tan difícil esta vez. 
—Loki...—susurró Thor en su oreja —Mis amigos vendrán a comer.
Pero si había alguien que le hacía recapacitar sobre si debía volver, era Thor. Se sentía egoísta cada vez que lo pensaba, pero en aquel lugar su relación era distinta a cualquier cosa que hubiese imaginado antes. A Loki le costó acostumbrarse a eso, aún habían momentos incómodos entre él y su hermano, pero a pesar de eso era genuinamente feliz.

—¿Tus amigos no tienen casa? —comentó adormilado y con el ceño fruncido —Ve a la tienda, no me molestes. 

El deseaba vivir con la anestesia por más tiempo, realmente lo deseaba.

—Ha sido difícil suplantar a esta versión mía, intento sonreír y hablar con términos coloquiales, pero cuando no entiendo o no recuerdo alguna anécdota, solo me río y los invito a comer.
—Tienes suerte de que sean tan idiotas. —se cubrió por completo con las frazadas —Es tu problema, solucionalo.

—No puedo ir a la tienda con esto de "mantener el perfil bajo"—Loki apareció un antifaz brillante en su cara

—Listo, nadie te reconocerá. —Thor tiró al suelo el antifaz

—Por favor. —el menor se levantó malhumorado, y se cubrió con una mascara de plástico barata, una versión caricaturesca del dios del trueno. Desapareció ante los ojos del rubio, quien se puso nervioso por lo que el pelinegro haría. 
Thor esperó sentado en el living, ojeó los libros del pelinegro pero los devolvió a su lugar inmediatamente. Se dirigió a la vitrina, nunca se había tomado el tiempo de analizarla, de examinar los cajones y las fotografías que se encontraban allí. Su mirada se detuvo en un pequeño álbum naranja, este contenía fotos de la familia midgardiana. Pudo admirar a una diminuta Hela en los brazos de Loki, y en imágenes siguientes a ellos tres junto a los vengadores. El rubio sonrió.
—¿Qué haces?—dijo el menor apareciendo atrás de él con un carro de supermercado repleto de comida. Thor guardó el álbum para poder ayudar con las compras. 
—Te esperaba, ¿pagaste al menos? —el otro le sonrió, mientras llevaba las cosas a la cocina
—Una cosa a la vez. —tiró la mascara, y comenzó a guardar la mercadería  —¿Veías los recuerdos de estos mortales, no? hace unas semanas inspeccioné la casa.

—Si lo hacía —mencionó mientras escogía los productos que cocinaría—¿Estará listo antes del anochecer? 
—¿Quieres hacer un banquete como los de Asgard? —se burló— Hermano, si deseas hacer eso necesitas más manos. 

—No no, debe ser sencillo o sospecharán. ¿Qué tal pasta con salsa de tomate? 

—Es lo único que sabes hacer. Deja que te ayude. —Thor levantó una ceja sorprendido 
—¿Qué planeas? 
—Ser amable. —sonrió. 
Un silencio se hizo presente en la conversación. 

—No apuñales, ni envenenes. ¿Trato?

—Lo juro. —levantó una de sus manos mientras la otra la colocaba en su pecho. 
Y así fue, Loki siguió las instrucciones al pie de la letra de un libro, preparó pastel de papas, una ensalada de guisantes y destapó el vino caro que había hurtado. Mientras esperaba el horno se sirvió una copa llena que se terminó al instante, o quizás pudieron ser más, Loki dejó de contar cuando abrió la tercera botella. 

En serio odiaba ese cuerpo humano, no debería estar ebrio con tan poco, debería permanecer de pie y en todos sus sentidos. Apagó el horno a tiempo y tuvo la mala idea de tocar la comida sin guantes. Ahogó su grito lo más que pudo cuando notó a Thor entrar en la cocina. 
—Terminé de ordenar, Hela parece feliz de ver a los...¿Qué pasó? —comentó el rubio mientras observaba el tambaleo de Loki. 

Universo paraleloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora