Alma escarchada

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—¿Y bien? —mencionó Thor, con los brazos cruzados.
Loki se puso tenso, no sabía como reaccionaría el rubio ante la noticia, no por nada le borró la memoria un par de veces. Miró a Strange, para recibir una mirada de apoyo, algún gesto en particular que le dijera "detente, podemos mentir". El doctor solo suspiró y asintió, como diciendo "es el momento", y tenía razón, no podía seguir escondiendo el tipo de persona que era, aunque eso significara perder la confianza de Thor. 
—¿Recuerdas los primeros años en los que nuestros padres salían? 
—...¿Qué tiene que ver con esto? —preguntó Thor. 
—Es el contexto de la situación. —mantuvo la mirada baja en todo momento, mientras jugaba con sus manos.
Con el corazón en la boca, procedió a contarle. 
Loki tenía diecisiete años en ese entonces. Un joven rebelde que se sumergía en el principio del nuevo milenio. Rebelde de closet se hacía llamar en realidad, porque el comportamiento malicioso y las bromas de mal gusto eran cosas que disfrutaba hacer en secreto. Como hijo único era un consentido de primer nivel, "el príncipe de la casa", como su madre lo llamó en algún momento.
La incorporación del padre de Thor en la familia causó cierto repudio en Loki. Ya no sería el preferido de su mamá, eso estaba claro. Y el hecho de que aquel hombre tuviera un hijo no ayudaba en nada. 
A los diecinueve ya vivían juntos. Thor era cuatro años mayor, un recién graduado en astronomía, que aún no encontraba trabajo. Si Loki debía ser honesto, nunca parecieron hermanos. Lo veía como un extraño que convivía con él, pero sin pagar arriendo. 
Fue Thor quien se le acercó por esos años, intentando ser su amigo cuando claramente no poseían nada en común. 
—Luces bien. —le dijo, sonriendo en aquel momento. Justo antes de que Loki se dirigiera a la universidad. Fue difícil ignorar aquel gesto, era obvio el esfuerzo sobrehumano de Thor por caer bien.
—Gracias, tú igual. —comentó  antes de salir. 
En aquel entonces los superhéroes no eran tan comunes, sobre todo los que adquirían habilidades. Esos solían ser los menos vistos. Ser un héroe era un honor para cualquiera, pero al mismo tiempo una obligación injusta. 
En la guerra fría se había creado una ley de protección al civil, esta promovió los derechos igualitarios. Se le daría protección a cada una de las personas que tuviera una anomalía sobrehumana, evitando de esa forma conflictos y discriminación. Siempre y cuando estos juraran servir al ciudadano, protegiéndolos. Parecía justo, a fin de cuentas sería un trabajo, recibirían un sueldo y seguro social. Pero los cabos sueltos salieron a la luz publica unos años más tarde, donde quienes se rehusaban a trabajar eran encarcelados o asesinados. 
Loki ignoró esto hasta que terminó siendo del grupo que adquirió habilidades, de una mañana a la otra. Esa mañana para ser exacto, cuando chocó con Wanda. Una pelirroja de otra carrera, amiga de uno de sus amigos. Ella iba apurada y pidió disculpas por haberlo empujado, mas no se dio cuenta del libro que tiró y cayó ante el pelinegro.
Al volver a casa Loki se encerró en su cuarto para leerlo. "Ya se lo devolveré" pensó el mentiroso. Era de magia, todo tipo de conjuros y técnicas antiguas. Parecía tener hojas agregadas, interpretaciones personales por parte de Wanda. Loki se sorprendió, lo leyó entero, y cuando Wanda le preguntó si lo había visto, él contestó que no. 

Su obsesión por la magia parecía algo sano, comenzó a leer más al respecto, a comprender a las brujas antiguas. Todo desde la curiosidad, nunca lo intentó ( aunque se sabía los conceptos de memoria). Pero un día, casi como una mala imitación —a la sitcom de la bruja adolescente—, él cerró la puerta de su habitación. Pensó en el viento, en su madre, e incluso en Thor gastandole una broma. Pero ninguna de esas alternativas tenía sentido.
Las cosas se tornaron más graves cuando logró cambiar de forma a un gato, recorriendo las calles con pánico sin saber que hacer. Sin embargo, el miedo desapareció más pronto de lo normal. Loki se acostumbró rápido, disfrutando cada una de sus hazañas, siendo tan discreto como había sido siempre. Le gastó bromas a todos, se rió de sus superiores y robó más de lo que recuerda. 
Todo iba bien hasta "el accidente", lo que dio un giro de 180° en la vida de Loki. 
Él iba a un concierto esa noche, había invitado a Thor unos cuantos días atrás, "una cita" le llamó en su mente, pero olvidó esa idea cuando Thor le canceló. Y no fue el único que le canceló, la banda tuvo unos problemas de coordinación, por lo que no pudieron presentarse. Y como el orgulloso que era, prefirió "hacer la hora" en una discoteca. Ni si quiera disfrutaba ese ambiente, pero si disfrutaba la idea de beber. 
Se quedó hasta tarde, cuando la música era más tranquila y los ebrios dormían en sus mesas. Nadie le había conversado, ni si quiera para pedirle un cigarro, cosa muy normal cuando él salía. Finalmente, al borde de las 2 am, decidió irse.
Estadísticamente, los crímenes habían disminuido por la presencia de algunos héroes, pero lamentablemente el centro de Nueva York seguía siendo la boca del lobo.
—Te chuparía entero.—le gritó un hombre corpulento, no tan lejos de él. Loki se rió en aquel momento, era la primera vez que le pasaba, lo consideró surrealista. Siguió su camino como si nada, pero lo que aparentaba ser solo algo grosero subió de tono, tan pronto como el sujeto lo comenzó a perseguir. Una, dos, cinco cuadras. No tenía más de treinta, por lo que era peor, significaba que era ágil. Loki dobló en una esquina, queriendo usar su magia para transformarse en algo y escapar, pero el sujeto lo agarró por la espalda, demasiado rápido como para evitarlo. Se quedó en una especie de shock, tenía la fuerza para luchar, pero el frió metal del cuchillo en su garganta le impedía moverse. Sintió como le bajaban los pantalones, y el ruido de la cremallera ajena bajar lento, como si tuviese toda la noche para aquel acto repulsivo. Se asustó demasiado, tenía ganas de vomitar, pero la rabia lo hizo tomar una decisión firme. Tomó el riesgo de darle un codazo en el estomago, causando que este le pasara a llevar el cuello, pero al mismo tiempo teniendo la oportunidad de escapar. Loki corrió unos cuantos metros, cuando el mayor lo agarró del brazo, tirándolo al suelo. Esta vez sostuvo el cuchillo a unos cuantos centímetros de su ojo, casi podía sentir el metal incrustado en el iris. 
—Por favor deténgase. —habló suave, siendo el individuo más sumiso que jamás quiso ser— Soy menor de edad, mi padre es policía. —mintió. Pero el hombre estaba preocupado en bajarle el pantalón. Loki no pudo más, e hizo lo que debió hacer desde un principio. Tocó la cabeza del hombre a duras penas, haciéndolo caer en una especie de trance. Lo empujó, levantándose y subiendo su pantalón. Ese era el momento de irse, de no volver a mirar atrás, de quizás llevarlo ante la justicia, pero la ira de Loki se desbordaba, haciendo que cometiera la peor decisión de su vida. Lo elevó, de la misma forma que hacía levitar los objetos. Ejerció la mayor fuerza posible sobre el cuello, dando la impresión de que lo ahorcaba en el aire. La presión fue tanta que los vasos sanguíneos se reventaron, causando que sus ojos sangraran, seguido del crujir de su cuello. Loki lo soltó, causando que este cayera como muñeco de trapo al pavimento. 
Loki no podía creer la escena, ¿qué había hecho? 
Se dirigió a la casa, extremadamente nervioso. Con el lapiz de los ojos corrido, por las insoportables lagrimas que recorrían su rostro. Entró al living, rogando para que no hubiera alguien, pero Thor estaba en el sillón. 

Universo paraleloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora