7.000 metros cuadrados de anarquía. Así es como el antiguo capitán de Rivera definía a El Hoyo. Una barriada impenetrable para la policía, desconocida para miles de ciudadanos, bien por ignorancia o bien por hacerse los ciegos ante lo ocurrido en el territorio. Tras un devastador terremoto en 1985 había sido ocupado por decenas de damnificados degenerando hasta ser un estado sin ley, donde el gobierno no se atreve a tocar.
Mientras Manuel conducía por las avenidas de la ciudad, recordaba el caso que había levantado contra Leviatán. Dos años atrás, había encabezado la investigación del asesinato de cuatro "burros" del cartel de Sinaloa, que al parecer habían robado a su líder. Este les envió a Leviatán, un sicario con entrenamiento paramilitar, el cual los apuñaló, degolló y finalmente les cortó las mano por ser considerados "Rateros".
Las marcas de las puñaladas coincidían con las presentes en el cuerpo de Sophie, por lo que el inspector decidió retomar la investigación donde la había dejado.
El rastro de cadáveres lo llevó en su día hasta La Joya, pero como cualquier otro crímen o informe que entra en ese territorio, se acaba esfumando y el caso deriva en un oscuro secreto soterrado.
La mente del inspector se mantenía distraída hasta que enfiló la capilla de Señor de Chalma, la cual indicaba la entrada a la barriada.
Un flasheo de luces llamó la atención del inspector, que aparcó el coche junto a una furgoneta negra y dos coches de incógnito. La puerta del vehículo se entreabrió.- ¡Inspector! - susurró un policía llamando su atención
- Qué rápido habeis llegado - dijo sorprendido Rivera ante varios agentes encapuchados.
- Nos llamó la agente Olsen, de Inteligencia. Nos informó de un asalto en El Hoyo y estos son los agentes que se han atrevido a venir.
- Gracias señores, son muy valientes por haber aceptado. Han ejecutado a la familia de mi compañero. Es un gringo, pero lo está dando todo por nosotros para acabar con Charro Negro.
- Pues... vayamos a por ese hijo de la chingada. Usted manda inspector.Rivera no tardó en trazar una estrategia, ante la espera de los agentes.
- No podemos entrar juntos sin ningún control si queremos salir vivos... Esperen a que lleguen Olsen y su compañero. Dejen solo los chalecos bajo la ropa, preparen sus fusiles y esperen a que les avise.
- ¿No irá a entrar usted solo?
- Páseme esa chaqueta - dijo Manuel señalando una oscura chaqueta con capucha.Rápidamente se cambió aprovechando la prenda de ropa y unos pantalones de otro de los agentes.
El nuevo aspecto de pandillero aprovechando el cinturón de cartuchera y bajándose ligeramente los pantalones mostrando su ropa interior le daba la tapadera perfecta.- Conozco su dirección. Es una pequeña nave industrial a mitad de calle. Voy a entrar por la capilla.
- Tome inspector. Es un reloj falso con micrófono. Tecnología puntera.
- Genial, gracias - dijo el agente con una tímida sonrisa justo antes de abandonar la furgoneta.Se puso la capucha y se acercó con paso firme a la capilla de Señor de Chalma, cruzando el umbral sin titubear. En cuestión de segundos, un oscuro ambiente de tensión y silencio le produjo una incómoda sensación de peligro.
Notaba múltiples miradas centradas en su nuca. El asqueroso olor a basura acumulada incrementaba la inquietud del momento.
Rápidamente reconoció la fachada de la pequeña nave industrial con techo de chapa, ventanas tapiadas y siniestras pintadas. Antes de alcanzar la puerta, un hombre armado con una recortada Victor Srasqueta, informaba al inspector de la suma cautela con la que debía actuar.Un estrecho callejón le permitió escabullirse de las indiscretas miradas que le perseguían.
Rápidamente rodeó el edificio y vio una pequeña ventana a medio cubrir.- Ya tenemos entrada - susurró el agente para sí mismo.
Aprovechando una pila de deshechos, se encaramó a los tablones de madera para acabar colándose en el edificio.
Una silenciosa oscuridad le dio la bienvenida. El polvo en suspensión brillaba entre la luz que se colaba por las estrechas rendijas de las ventanas.
Rivera desenfundó su Beretta 92 y comenzó a avanzar lentamente entre los altos palés llenos de cajas, los cuales hacían de la nave un peligroso laberinto. La primera intersección de pasillos se aproximaba. Al llegar a ella, el inspector pegó el frío metal de su arma al pecho, juntó su espalda a las estanterías y cogió una amplia bocanada de aire. Cuando se sintió listo empuño la Beretta y apuntó hacia el pasillo conlindante, el cual se hallaba desierto. Pero al final del mismo vio una pequeña oficina en la que, a contra luz, se distinguía la silueta de una persona. Involuntariamente el pulso de Manuel se aceleró y sus músculos en tensión, le obligaron a aferrarse al arma a la vez que sus sigilosos pasos le guiaban hasta la identidad de la silueta.
Antes de llegar a la puerta pudo ver una de las muchas cajas que estaban dispersas por el lugar, abierta. Dentro de ella se distinguían varios fajos de droga, posiblemente Heroína si la mercancía correspondía al Charro.
Rivera procuró centrar su mente en la oficina que se hallaba frente a él. Se acercó lentamente a la puerta hasta oír a alguien en su interior. La tensión que el mexicano sentía, produjo que una cristalina gota de sudor descendiese por su frente mientras sus manos empuñaban su arma de servicio.
<<Ahora o nunca>> pensó Rivera. Sin titubear se alejó de la fina puerta para acarrearle una fuerte patada que logró reventar las bisagras que la sostenían.- ¡Policía Federal! - gritó a pleno pulmón el agente, mientras un hombre con pelo prácticamente rapado y de grandes brazos tatuados, intentaba meterse una ralla de droga, colocándola en línea con una navaja.
- Suéltala pendejo - dijo el agente encañonando al sospechoso.
- No sabes donde te metes pitufo - dijo el hombre entre risas a la vez que posaba el cuchillo y entrelazaba las manos en la cabeza.Rivera no dudó en acercarse a él y empotrarle la cabeza contra el escritorio haciendo saltar la droga en polvo que iba a consumir. El cuchillo que el hombre llevaba, coincidía con la reconstrucción hecha por el forense.
- Por fin nos conocemos puto. ¡Levanta! - le gritó a la vez que lo agarraba y lo colocaba contra pared para acabar arrestándole.
- Los tienes bien puestos para entrar aquí. ¿Tanto te importo?La única respuesta que Rivera quiso darle fue un fuerte puñetazo acompañado de una firme amenaza.
- Escúchame bien come mierda. ¡Eh! Mírame. ¿Ves ese cuchillo? - preguntó el agente mientras volvía a empotrarle la cabeza al sospechoso contra el escritorio.
- Esta navaja la usaron para asesinar a una niña - le explicó Rivera mientras repetía el movimiento de darle contra la mesa.Las risas del hombre hacían hervir la sangre del inspector.
- ¿Qué coño te hace tanta gracia? - preguntó Manuel cansado de su detenido.
- Qué creas que ha habido solo una niña. ¿Ves este tatuaje, pitufo?
- Leviatán - respondió siguiendo el hilo de la conversación al asesino.
- La representación del demonio. Sagrado en la Biblia y destructor sin corazón. Nada de lo que hago es personal, ¿pero quieres saber una cosa?Antes de que pudiera continuar, la puerta principal de la nave se abrió y varios agentes, acompañados por Olsen, se adentraban en el edificio llamando al Rivera, mientras otros tantos se mantenían fuera realizando disparos de advertencia contra todo el que los encañonase. Procuraban evitar el fuego cruzado que podía ser letal para ellos.
- ¡Aquí! - gritó él sin apartarle la mirada a Leviatán.
- Sea niña, niño o un puto perro. Será porque se lo merce. No hago preguntas, pero lo disfruto pitufo. Lo disfruto mucho. Me pongo hasta la madre de adrenalina - dijo el sicario entre risas.
- Estás enfermo. ¡Olsen! Llévatelo de mi vista.Escoltada por dos agentes, la norteamericana lo metió rápidamente la furgoneta y lo sacó de El Hoyo. Lo antes que pudo, Rivera se montó en uno de los coches encubiertos junto con otros tres agentes, los cuales encañoban a la población del lugar con sus fusiles para evitar disturbios.
Finalmente el convoy se alejó del peligroso territorio, no sin recibir alguna que otra pedrada por parte de sus ciudadanos.
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CONTRABAND - Una guerra sin fronteras ©
Hành độngEl 1 de noviembre de 1996, tras algo más de un año cimentando un caso contra Charro Negro, un cártel emergente de Guerrero, México, el agente de Inteligencia Jackson Blake experimenta un suceso atroz que echa por tierra todos sus esfuerzos por hundi...