El tiempo parecía detenerse, el aire se percibía más caliente, cargado. Era el temor a ser vulnerable, a no poder plantarle cara.
Armando Sandoval Acosta los aguardaba sentado al otro lado de la mesa metálica. Para Rivera era recordar a un fantasma, para Catherine era conocer al creador de los suyos.
El pelo rasurado que un día tuvo había dado paso a una calvicie absoluta. Se había dejado una frondosa barba, de ocho o nueves meses tal vez. Rivera volvió a encontrar en él esa mirada rota por las atrocidades, su expresión descompuesta por la insensibilidad.Las esposas lo mantenían maniatado a la mesa. La edad había hecho mella en él, pero sus fuertes brazos tatuados apenas habían perdido masa muscular. Se mantenían intactos los tatuajes que tanto llamaron la atención a Rivera durante su detención. Iban desde serpientes enroscadas en cruces, hasta calaveras en estado de descomposición con sus características lombrices, pasando por frases de la Biblia.
Catherine reparó en cómo movía sus dedos en una secuencia de choque: pulgar, índice, pulgar, índice, pulgar, corazón y vuelta a empezar. Era movimientos ágiles, casi involuntarios.
Su mirada gacha pasó a ser desafiante. Primero se posó sobre Catherine, luego sobre Rivera. Fue a éste a quién primero reconoció.- El pitufo resentido que me quitó mi libertad - se irguió en la silla cogiendo aire ante su presencia - No esperaba volver a verle por aquí puto
- Yo tampoco esperaba volverte a ver, y que conste, la libertad te la quitaste tú soloEl sicario esbozó una media sonrisa, carraspeó su garganta, tosió y con su áspera voz volvió a la carga.
- ¿Y quién es la golfa esta que le acompaña? En mi época los pitufos deteníais putas no os hacíais sus amiguitod - pudieron escuchar su risa entre dientes - Algunos...
Antes de que Rivera le levantase la voz, Catherine lo calmó poniendo su mano en el hombro del inspector. Le hervía la sangre.
- Una mujer se puede llegar a prostituir por necesidad, no por placer, lo cual hace de ello un trabajo honroso - Catherine caminó hacia el borde de mesa en el que acabó apoyando sus manos - Es un tópico demasiado gastado para insultar a una mujer ¿no cree?
La desagradable sonrisa seguía presente en su rostro, sus ojos recorrían el cuerpo de la joven una y otra vez.
- A diferencia de las mujeres que venden su cuerpo para sobrevivir, usted, señor Sandoval, mataba a personas por puro placer porque le puedo asegurar que hay otras formas de saciar la necesidad - Catherine, impasible, le mantuvo la mira hasta que por fin ambas se cruzaron - Deme algo que justifique lo que hacía ahí fuera
- Cuando algún inútil no hace lo que debe, la balanza se desequilibra - utilizó la poca movilidad de sus manos para imitar a tal objeto - Yo simplemente la equilibro para que todo vuelva a su curso y una función tan importante conlleva sacrificios
Ese hombre era pura soberbia, el complejo de Dios que le hacía rendirse culto a sí mismo, a sus actos y atrocidades, justificados por deudas perennes que se saldaban con la sangre de inocentes, frente al sufrimiento de los pecadores causantes de esas muertes.
Catherine se alejó, colocándose detrás de él. Rivera fue entonces el foco del interés del recluso.- En más de veinte años no he vuelto a saber más de ti, pitufo - se detuvo por un momento, se acercó a la mesa para rascarse la barba con las manos y continuó - ¿Ana y Caterina bien?
Catherine no tuvo tiempo para entender a quienes se refería antes de que Rivera pisase las cadenas de las esposas bajo la mesa, haciendo que las muñecas de Sandoval se estrangulasen sobre ella. El sicario puso una mueca de dolor.
En unos breves segundos, la joven pretendió que, mediante su mirada, el inspector comprendiese que esos métodos no iban con ella. Estaba dispuesta a presionarlo cuánto hiciera falta, pero no mediante la violencia.
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CONTRABAND - Una guerra sin fronteras ©
AcciónEl 1 de noviembre de 1996, tras algo más de un año cimentando un caso contra Charro Negro, un cártel emergente de Guerrero, México, el agente de Inteligencia Jackson Blake experimenta un suceso atroz que echa por tierra todos sus esfuerzos por hundi...