CONTRABAND - Una guerra sin fronteras ©

25. BlowBack

La imagen era totalmente grotesca. El cadáver de un hombre mexicano se hallaba bocabajo sobre una de las camas de la habitación treinta y uno. Una cantidad ingente de sangre se esparcía por el colchón y el suelo. Varias gotas gravitacionales habían llegado hasta el techo y manchado la pintura amarillenta de las paredes. Al hombre lo habían asesinado ahí mismo.
- ¡No, no, no! - exclamó Catherine corriendo hacia la cama una vez hubo comprobado que la habitación estaba vacía.
- Por favor, dime que no es él...

Blake sufrió un escalofrío a la hora de acercarse para mover el cuerpo. Guardó su arma en el cinturón y posó sus manos sobre los hombros del cadáver para intentar girarlo. Estaba tibio y gran parte de la sangre seguía líquida.
Nathan comenzó a buscar indicios que pudiesen esclarecer lo ocurrido.

- Virgen santa... - dijo la agente antes de que le llegasen las arcadas.

Aún no había rastro de olor a podedumbre. El rigor mortis indicaba que había fallecido hacía relativamente poco.
Al girarlo y descubrirle la cara, la escena se tornó aún más repulsiva si eso era posible.
Una horrenda expresión de pavor se plasmaba en las facciones paralizadas de un hombre latino, cuyos ojos se perdían en la oscuridad de sus cuencas haciendo que la blancura de su mirada crease un rostro digno de una posesión demoníaca.

- Joder, se han ensañado con él... Pero no es Rivera - dijo ella.
- ¿Estás segura? La última vez que lo viste sería veinte años más joven
- Por eso mismo, este hombre es demasiado joven. Lo han torturado, tiene cortes por todo el cuerpo y creo que lo que le sale por la tráquea son las cuerdas vocales. Tiene dos heridas de bala en su pecho y hay restos de pólvora sobre la camisa.
- Era totalmente innecesario... con pegarle dos tiros habría sido suficiente - añadió Nathan horrorizado mientras buscaba algo que pudiese identificar a la víctima.

Junto a uno de los balazos había una chapa metálica manchada de una sangre excesivamente pringrosa. Cathe intentó soplarla para tratar de leer el nombre.
Nathan se acercó a la ensangrentada cama justo antes de ver a su compañera levantarse con un rostro que le produjo cierta inquietud.
Ella puso su mano sobre el frio metal del arma que llevaba pegada a su espalda.

- ¿Qué ocurre? - preguntó él preocupado.
- Fernando José, encargado de recepción - respondió ella mirando fijamente a Nathe
- ¿Quién era el tio del mostrador? - añadió él
-  El hijo de perra nos vio entrar, ¡es una trampa Nathan!

Antes de que éste pudiese responder ambos oyeron un chirrido proveniente del pasillo.
Se giraron hacia la puerta entreabierta. Un leve click metálico hizo a Nathan reaccionar, acostumbrado a ese tipo de sonido.
<<La anilla de una granada>> pensó él, centrando su mirada en una puerta que conectaba con la habitación de al lado. Todo ésto ocurrió en cuestión de segundos y no pudo avisar a Catherine antes de que ambos viesen entrar un objeto negro revotando primero contra la puerta y luego contra la pared.
Con sangre fría, Nathan agarró a su compañera entre sus brazos y saltó con fuerza contra la fina puerta de la habitación contigua tirándola abajo. Antes de cruzar el umbral, la granada detonó y ambos quedaron aturdidos por la ensordecera explosión de luz y sonido que provocó la granada flash.

En la lejanía, Catherine oía la voz de su compañero. Aún cegada, intentó ubicarse en ese repentino caos. Bajo su cuerpo varias láminas de madera rotas por el impacto se esparcían por la áspera moqueta de color beis.
Notó la mano de Nathan en su baja espalda, el cuál, desorientado, intentaba obligarla a levantarse y alejarse del umbral.
Pero solo reaccionó cuando oyó el primer disparo del arma de Nathan.

- ¡Levántate!¡ Levántate Cathe! - gritaba Nathan mientras hacía fuego de cobertura.
- ¿Dónde está mi arma? - dijo ella justo antes de enfocarla unos pocos metros más adelante.