Capítulo 2. Primeros Años

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ecuerdo mucho de los primeros días con el amo, el dolor y la felicidad simplemente no me dejan olvidar, pero fue un dolor necesario para estar con él. Yo haría lo que sea por estar al lado del amo y ver su hermosa sonrisa, incluso eliminar toda mi apariencia y porte de animal por él.

Después de todo era mi Dios y tenía que hacerme yo a su imagen y semejanza.

— Cuadrúpedo, corvado, con mañas de animal... — hizo una breve pausa y olfateó el aire — olor de animal también y sin modales—. negó levemente mientras yo me encogía como un perro lastimoso en su alfombra, estaba siendo juzgado por los ojos de Dios— Hay mucho que hacer contigo, mi sirviente, después de todo, tu vas a ser mi imagen con los humanos.

"Haré lo que sea, mi amo" comuniqué por mi mente y él solo sonrió.

— Debes hacer lo que sea por mí — me corrigió enseguida —. Debemos comenzar con ese aspecto de niño callejero, un jovencito no anda en desnudez y usando sus cuatro extremidades para caminar — pisó mi mano derecha con la cual me sostenía y yo solo gemí de dolor quitándole.

El amo era estricto y duro conmigo, infligía castigos sino hacía lo que se debía, pero al final de todo siempre repetía lo mismo, unas palabras dulces y una sonrisa dirigida a mí. Aunque a veces cuidaba mucho de mí; me enseñó a bañarme y cortó mi cabello para se pudiera ver mi rostro, por primera vez frente a un espejo vi a un chico levemente moreno con el cabello negro y un buen corte, tenía unas tres marcas en mi mejilla izquierda y mi rostro se parecía un poco al de mi padre, supongo que por eso dejaba crecer mi cabello sin dejar que vean mi rostro. Pero en realidad no me parecía a él en ningún otro aspecto, estaba todo encorvado y delgado como un perro de la calle, mi padre tenía una gran panza de cerveza y comida. Tampoco me parecía al amo, tal vez nada más nuestros ojos rasgados, y los suyos lo eran más, él no tenía una panza gorda o flaca como la mía, estaba lleno de músculos y tenía un increíble físico como era de esperarse de un Dios. De hombros anchos, cadera recta, espalda ancha y sin ningún arco; piernas muy largas y manos grandes. El amo me trataba como su humilde sirviente y yo no podía estar más que agradecido.

— Es por tu bien, yo sólo quiero lo mejor para Seongwu — decía con su voz fría, pero yo podía sentir su cariño y preocupación. El amo era tan amable y bueno conmigo que me hacía llorar.

Aunque en ese momento estaba en el piso después de una gran caída, todavía no tenía equilibro al caminar solo con mis pies. El amo no era de esos de que te levantan, decía que eso era para débiles y él no quería sirvientes débiles bajo sus órdenes, me patearía si no me levantaba en 5 segundos. Con esfuerzo y dolor en mis manos me paré en mis dos piernas temblando por mi propio peso, apenas podía sostenerme y di un paso, luego otro para en el tercero caer de cara contra el piso.

— Limpiaras tu sangre después, recuerda eso cuando caigas — me dijo mientras se agachó a mi lado, y con esfuerzo de mis flacos y débiles brazos hice un intento de levantarme aunque mi nariz sangrara.

DEVOCIÓN »»»» Ongniel (Wanna One) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora