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Sabina estaba ayudando a su mamá a regar a las plantas, era una actividad que hacían cada semana, mientras regaba, sus pensamientos volaban hacia el hecho de que su soledad la carcomía, estaba rodeada de gente y aún así se sentía sola

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Sabina estaba ayudando a su mamá a regar a las plantas, era una actividad que hacían cada semana, mientras regaba, sus pensamientos volaban hacia el hecho de que su soledad la carcomía, estaba rodeada de gente y aún así se sentía sola. Ese sentimiento la abrumaba, pero la mayoría de las veces decidía ignorarlo. Terminaron de regar las plantas y cortando sus pensamientos Sabina entró a su casa, se tiró en el sillón y suspiró, frustrada por no sentir nada nuevo, por la monotonía de su vida.

A las 7:00 pm, como de costumbre, se escuchó una risa y gritos alegres provenir de la calle, Sabina se acercó a la ventana y miró hacia fuera, pudo ver al chico de rizos color chocolate y ojos soñadores, ese que todos los días pasaba en su patineta riendo.

Ella sentía una curiosidad enorme respecto al muchacho, al porqué de su eterna felicidad. Sabina lo siguió con la mirada, el chico tal vez sintió la intensidad de dicha mirada, porque volteó hacia donde la muchacha se encontraba, Sabina con las mejillas teñidas de rojo por la vergüenza, rápidamente cerró la cortina y se alejó de la ventana.

— Maldición, ahora pensará que soy una loca que observa gente... aunque bueno, si observo gente, pero no estoy loca, creo. —Dijo Sabina mientras pasaba sus manos de forma nerviosa por su rostro y negaba con la cabeza.

Ivy ; TCDonde viven las historias. Descúbrelo ahora