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Y bien, resultó ser que aquel chico de cabello chocolate llamado Timothée estudia en mi instituto, el va un año arriba que yo, y creo que prácticamente he estado viviendo bajo una roca, porque según mis amigas, Timothée es de los chicos más populares del instituto.
Esta semana lo vi varias veces por el pasillo, nuestras miradas cruzaban unos segundos y después seguíamos con nuestros caminos, igual no es como si esperará que fuéramos a entablar una conversación o algo así.
En fin, la escuela me está consumiendo y sinceramente, el hecho de que mi vida social sea inexistente, no ayuda mucho. Deseo simplemente terminar con este sufrimiento y poder tirarme a holgazanear con libertad.
En este momento me encuentro en la clase de arte, mi materia favorita por mucho, el arte es algo que llena mi alma de una forma indescriptible y mágica. Aparte de que básicamente artes es una de las únicas materias donde sobresalgo.
—¿Arte, necesidad o lujo? ¿Acaso es un lujo dejarse llevar por nuestros sentimientos? Todo lo contrario, es el bien más preciado que todos y cada uno de nosotros llevamos dentro, de forma natural. Tenemos que dejarlo fluir para que nos invada cuando creamos más oportuno. En conclusión, es un lujo poder ser partícipe de tal experiencia, es algo único y sublime, pero no confundamos el concepto lujo con riqueza. El arte es un lujo posible para todos los seres humanos, indiferentemente de su nivel económico. En definitiva, existe el arte para cualquier persona que quiera sentirlo. ¿Y si nos preguntamos si es necesario? Evidentemente que lo es. Que sería de nuestra vida si no pudiésemos perdernos en una pintura, en una melodía, o en unas líneas... estaríamos totalmente perdidos. —Exclamo de forma apasionada la profesora Willson, mientras recorría las filas.
Yo creía que ella estaba totalmente en lo correcto, el arte es una forma de vida, es aquello que inspira y que habla por el alma, el arte es aquello que refleja el poder qué hay en nuestras almas.
Mis pensamientos se vieron interrumpidos por una voz que últimamente me costaba olvidar.
—Yo pienso que creer en el arte y en su necesidad, es creer en la vida, en la pasión, en el sentir. —Timothée exclamó recargado en el marco de la puerta con una mirada que no puedo describir. Creo que escuchar esas palabras salir de su boca lo hizo posiblemente diez veces más atractivo. —Concuerdo, joven Chalamet.—La profesora Willson retiró sus gafas de su rostro y se encaminó hacia Timothée. —Uh, el Director Anderson me pidió que le dijera a la señorita Crum que la necesitaba de forma urgente en su oficina.—El dirigió su mirada hacia mi y cruzó sus brazos sobre su pecho.
Y diablos, no sabía si estaba más nerviosa por el hecho de que el director me estaba llamada por desconocidos motivos o por la intensa mirada de Timothée, era maldidamente atractivo y eso me molestaba de cierta forma.
—Adelante, señorita Crum.
Me encamine hacia la puerta murmurando un "con permiso" a la profesora, y salí del aula con Timothée detrás de mi. Nos dirigimos por el pasillo hacia la dirección y al llegar a la oficina nos dijeron que debíamos esperar a que el director se desocupará, así que tomamos asiento.
—Hey, cariño, tú falda está mostrando de más esas bonitas piernas tuyas y aunque yo no tengo problema en verlas, no creo que para los demás sea correcto. —Exclamo Timothée con una sonrisa en su boca, maldita sea, parecía que jamás se cansaba de sonreír. Mire hacia mi falda para corroborar y en efecto si estaba desaliñada, la acomode y no dije nada.
—Señorita Crum, por favor pase a mi oficina. —Me llamo el director desde su oficina, Timothée y yo nos pusimos de pie.
—Uh, gracias por esperar conmigo, creo. —Dije de forma seca. —Para ser honesto, sólo quería perder clases, nos vemos muñeca. —Dijo Timothée guiñándome el ojo.
