Los rayones en el libro eran más visibles que las letras impresas en él. Las líneas, los garabatos y los dibujos sin sentido parecían barcos surcando los mares. Latín era la última prioridad de Amy.
Ashton la observaba desde su asiento, dos filas más atrás, preocupado. Era consciente de que la tarde anterior Amy había vuelto a tener problemas en casa. La había llamado docenas de veces para saber si se encontraba bien, pero ella no había contestado ni una sola de sus llamadas.
De no ser por lo feroz que podía llegar a ser el padre de Amy, Ashton habría ido sin dudarlo un segundo hasta su casa para comprobar con sus propios ojos el estado de Amy... Pero las cosas eran muy distintas a cómo él deseaba que fueran.
La última vez que el padre de Amy había visto a su hija con Ashton le había prohibido salir de casa durante dos semanas, le había requisado el teléfono para impedir que mantuviera ningún contacto con él y había ido a buscarla al colegio tal y como la había traído, amenazando con que si tardaba más de dos minutos en salir recibiría una semana más de castigo.
No había una razón sensata por la que sus padres no aceptaran a Ashton. Aun así, a pesar del odio que sentían hacia el chico, Amy nunca se alejaría de él como cualquier otra chica asustada haría. Su padre le había manifestado que no quería verla ni a un metro de Ashton, y que si desobedecía una de sus órdenes, lo pagaría caro.
Amy se veía con Ashton sólo cuando se les presentaba la oportunidad. Era para ambos difícil mantener una relación como aquella. Compartir algo más que un abrazo estaba totalmente prohibido en el colegio al que ambos asistían, allí regía la disciplina y se era muy severo con todos y cada uno de los alumnos. No se les permitía una sola falta. Sin embargo, Ashton no se dejaba llevar por la desesperación. Pronto podría estar con Amy y podrían ser libres. En tres meses, Amy cumpliría los dieciocho años. Ashton se llevaría a su princesa lo más lejos posible de toda aquella escoria y le daría lo que necesitaba: el cariño que únicamente él podía darle.
Pero aquella mañana ocurría algo extraño.
Ashton esperó a Amy en la puerta del aula hasta que el timbre resonó por los pasillos del edificio, pero ella no apareció hasta quince minutos después del inicio de las clases.
En cuanto entró por la puerta se llevó la regañina de la arrogante profesora de latín y después tomó asiento junto a Lucía, una compañera quién no le dirigía la palabra porque tenía la certeza de que Amy era una chica con problemas, y obviamente, ella no quería involucrarse en estos. Amy ni siquiera miró a Ashton, pero él fue lo suficientemente perspicaz como para reparar que tras el cabello castaño que cubría parte de rostro de Amy se encontraba una zona de piel rojiza e hinchada.
La marca de un golpe.
La prueba de que alguien le había hecho daño.
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Disenchanted ಌ Ashton Irwin.
FanfictionHuir. (Del lat. vulg. fugīre, por fugĕre). © Veronica BP. Todos los derechos reservados, 2014.