CAPÍTULO DIECISIETE

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Ashton capturó los labios de Amy entre los suyos y la besó apasionadamente. Amy se negó, pero su corazón la traición y  permitió que él terminara el beso. Cuando se separó de ella, Amy lo miró a los ojos, confusa, perdida, con el corazón desbocado. Tenía frente a ella a aquel hombre que durante cuatro años la hizo llorar noche tras noche y que durante toda su adolescencia la hizo delirar de amor.

La cabeza le decía una cosa, pero el corazón otra.

Se lanzó contra él y volvió a besarlo.

Ashton la rodeó con sus brazos y la apretó contra sí, sintiendo todo lo que sintió y perdió años atrás, sintiendo todo lo que había esperado volver a sentir durante cuatro interminables años.

―Lo acepto...―Murmuró Amy contra sus labios, jadeando, con las manos sobre el pecho de Ashton.

―¿Aceptas el qué? ―Preguntó Ashton, acariciándole la espalda.

―Acepto que seas el padre de mi hija. Acepto que te amo y que jamás dejé de hacerlo. Acepto pasar el resto de mi vida contigo. Acepto todo lo que estés dispuesto a  darnos a mí y a mi hija. Lo acepto.

Ashton la miró a los ojos con curiosidad, tratando de leer algo en ellos. Luego sonrió y volvió a besarla.

Poco a poco y sin ser conscientes de ello, perdidos en el momento, se arrastraron hasta el cuarto de Amy, cayendo ambos en la cama. Entre beso y beso había una palabra cargada de amor y de ilusión, de esperanza y de anhelo.

La ropa de ambos desapareció de sus cuerpos. Minutos después, enredados entre las sabanas y besándose apasionadamente, ansiosos por recuperar todo el tiempo perdido, Ashton se hundió en su interior y la abrazó con fuerza mientras ella dejaba escapar un largo gemido. Después empezó a moverse con lentitud, besándola y tocándola por todas partes, haciéndola gemir de placer y llevándola al séptimo cielo. Las embestidas aumentaron y una lágrimas se derramó por la mejilla de Amy cuando se dio cuenta de que volvía a estar con el hombre al que amaba, al único al que había amado en toda su vida. Sonrió mientras le besaba la mejilla y le susurró al oído que lo amaba.

Una hora después, tras un orgasmo abrasador, Amy se encontraba recostada en el pecho de Ashton mientras él le acariciaba el pelo y le decía lo mucho que la había echado de menos, la de veces que había soñado con ella, despertarse y encontrarla a su lado.

La puerta de entrada del apartamento se abrió y Amy se apretó contra él.

―¿Mami? ―Preguntó Noa  desde el pasillo.

―Estamos en la habitación, cielo―Contestó Amy.

Ashton rió y volvió a besar a Amy para declararle su amor eterno, dejándole claro que, a pesar de todo, jamás volvería a dejarla sola, ni a ella ni a su hija. Ahora eran una familia. Para siempre.

Disenchanted ಌ Ashton Irwin.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora