CAPÍTULO OCHO

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Ashton tendió a Amy en la cama de uno de los tres dormitorios que había en casa de su abuela. La acomodó lo mejor que pudo, la descalzó y le quitó la chaqueta. La observó por unos segundos, admirando su belleza, que incluso con heridas y marcas rojas, seguía siendo dolorosamente maravillosa.

Le acarició la mejilla sana con dos dedos y dejó un tierno beso en sus labios. Ella no respondió a sus caricias. Las lágrimas aún corrían por sus mejillas como gotitas de agua resbalando por el cristal de una ventana. Estaba devastada y asustada. Tenía miedo, y la sensación no desaparecería en mucho tiempo.

Ashton se separó lentamente de ella y la miró a los ojos. Ella los mantenía entreabiertos, húmedos.

―Voy a curarte eso. Vuelvo en un momento.

Amy sólo quería cerrar los ojos, dormir y permanecer en trance para siempre.

Ashton no tardó más de un minuto en regresar. Se acercó a la cama con una botellita de alcohol en una mano y varias gasas en la otra. Se arrodilló y le pidió a Amy que ladeara la cabeza hacia el lado contrario. Ella obedeció, cerró los ojos y dejó que Ashton se ocupara de sus heridas.

Cuando hubo retirado los restos de sangre del rostro de su princesa, se tendió a su lado y dejó que ella se recostara en su pecho. ¿Cuánto tiempo pasó desde la última vez que estuvieron juntos en la misma cama? La abrazó con fuerza, y ella volvió a llorar.

―Ya está... Todo se solucionará―le acarició el cabello, tratando de tranquilizarla lo mejor que pudo. Había visto llorar a Amy tantas veces que empezaba a fallarle el recuerdo de sus sonrisas―. Te lo prometo.

―No―sollozó―. Mi padre me encontrará. Me llevará con él y...

―No. Eso no va a pasar. Mírame―le ordenó, colocando dos dedos bajo su barbilla y alzándole el rostro. Con el pulgar le retiró el pulgar de las mejillas―. Nadie va a encontrarte, ni a ti ni a mí, porque encuentre un vuelo nos marcharemos de aquí y dejaremos todo este infierno atrás.

―Pero... ¿Y los tres meses que quedan? ―lo que más deseaba Amy era olvidar esos tres meses, mandarlos a la mierda y marcharse de allí, pero en ese momento no comprendía las intenciones de Ash.

―No puedo permitir que te hagan más daño―le confesó mientras le echaba un mechón de pelo hacia atrás―. Puede que solo queden tres meses, pero tres meses pueden destruir todo lo que tenemos, y eso no voy a permitirlo. Ya sé que es una locura, pero buscaré una manera de salir de aquí lo antes posible para que podamos estar juntos.

Amy quiso sonreír. Quiso hacerlo, desesperadamente, pero le fue imposible. Se limitó a hundir la cabeza en el cuello de Ashton y a sollozar de nuevo.

―Gracias...

Minutos después, cuando Ashton reparó en que Amy estaba quedándose dormida sobre su pecho, decidió ir en busca de un par de mantas a la habitación de su abuela para cubrir a Amy con ellas y mantenerla cálida y cómoda durante la noche.

La dejó a un lado cuidadosamente, acomodándole la cabeza contra la almohada y dejando todo su cabello esparramado por encima. Amy entreabrió los ojos.

―Voy a buscar algo para que no pases frío―la tranquilizó, pasándole dos dedos por el cuello.

―¿Dormirás conmigo? ―preguntó ella. Le agarró los dedos y jugueteó con ellos.

Ashton sonrió y le besó la frente.

Disenchanted ಌ Ashton Irwin.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora