CAPÍTULO DIEZ

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Ashton no apartó su boca de la de ella durante el trayecto hasta la habitación. Una vez en el cuarto, la tendió sobre la cama y se colocó sobre ella, entre sus piernas.

Alzando los brazos, Amy enterró las manos en el pelo de Ashton, incapaz de permitir que se alejara, aunque sólo fuese por un segundo. Tan rápido como era, Ashton se quitó la camisa y volvió a separarle los muslos a Amy.

Ella aguantó la respiración.

Poco a poco, la ropa de ambos desapareció, quedó derramada en el suelo en diferentes montañas. Ashton apagó la luz tal y como Amy le pidió y cubrió los cuerpos desnudos con la sábana. Amy lo agarró por la nuca para besarlo y él se dejó caer sobre su cuerpo, aún sin entrar en ella. La besó con ternura y amor y le acarició la mejilla, el cuello, la curva hasta llegar al hombro. Le acarició los pechos, los besó, mordisqueó los pezones, jugó con ellos, trazó corazones alrededor de sus areolas. Hundió la lengua en su ombligo.

El cuerpo de Amy ardió por él. Envolvió las piernas alrededor de la cintura masculina y un minuto después, Ashton se deslizó en su interior con lentitud, haciéndole sentir cada centímetro. Amy era jodidamente estrecha.

Ella jadeó a medida que él se empujaba más adentro. Temblaban de placer el uno contra el otro. Ashton devoró su boca. Amy se sintió llena, en todos los sentidos.

―Me matas, Amy... Estar dentro de ti es...

Ella gimió.

―Eres tan estrecha. Te quiero.

Amy se aferró con fuerza a la espalda de Ashton cuando notó que el clímax se avecinaba. Ashton rugió y soltó una maldición. Amy jadeó su nombre una y otra vez y él la protegió entre sus brazos después de explotar en su interior.

Poco después la adrenalina se extendió por el cuerpo de Amy, de pies a cabeza.

Cuando Ashton salió del trance cinco minutos después, se dio cuenta de que Amy yacía dormida escondida bajo su brazo. No pudo evitar sonreír. Era preciosa, incluso las heridas en su cuerpo la hacían maravillosa. Le besó la frente y se apartó de ella. Salió de la cama, desnudo, la cubrió con las sábanas y se encaminó a la ducha.

Encendió el grifo y dejó que el agua fresca cayese por su cuerpo. Se apoyó contra la pared de baldosas blancas y se permitió pensar en lo perfecto que era estar con Amy. Sin problemas. Sólo ellos dos. Sus pensamientos fueron más lejos. Lo magnífico que sería vivir con ella, casarse, tener bebés. No obstante, para eso tenían que esperar, marcharse de allí y convertirse en personas adultas y maduras.

Los padres de Amy estarían buscando a su hija, y los de Ashton estarían buscándolo a él. Todo el mundo en el colegio se habría vuelto loco e incluso consideraba la posibilidad de que la policía anduviese buscándolos también. Tenía que encontrar a alguien que los ayudara a solucionar la situación.

En aquel momento escuchó la puerta de casa. Su abuela acababa de regresar de su quedada semanal con sus amigas. Ashton supo que tenía que hablar con ella. Le había puesto un peso enorme sobre los hombros y no podía dejar que también saliera herida.

Disenchanted ಌ Ashton Irwin.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora