1. Déjame aprender a amar. | Diego Reyes

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- Advertencia: ninguna.

- Género: Romance

El calor en México era tremendo. Estábamos comenzando las vacaciones de verano y no podía faltar el ir a la playa para tomar un descanso como todos. Y si el calor nos mataba a todos afuera, imaginarse el sol, por supuesto que quemaba como el infierno.

Pero yo yacía sentada en una silla común de playa con unos lentes de sol puestos, debajo de una gran sombrilla, había traído a mis pequeños sobrinos que se divertían en la orilla del agua jugando con arena. Venía de un largo viaje en Europa, nada mejor que disfrutar en México.

- ¡Tía, tía! - llamó la pequeña Allison tirando de mi brazo. Levanté los lentes y la observé. - ¡Alex acaba de irse con un chico raro!

El miedo me hundió por completo, tomé mis sandalias y corrí a dónde me llevaba la pequeña niña, donde antes jugaban.

- ¡Allí están! - señaló al niño que buscaba jugando con una pelota de fútbol a lado de un chico de no más de 25 años.

Me acerqué a ellos para tomar al pequeño e irme luego, pero justo cuando llamé a su nombre, el chico me miró sin disimulo alguno. Eso me molestó un poco.

- Alex, vámonos, te advertí que solo debías jugar donde yo pudiera verte. - le regañé con una voz no tan fuerte para no llamar tanto la atención, y le tomé la mano agachándome a su altura.

El pequeño triste, caminó algunos pasos conmigo para regresar, pero la voz del adolescente me hizo girarme de repente.

- Él no tiene la culpa, dulzura.

Me giré a mirarle incrédula y me acerqué para encararlo.

- ¿Cómo me has dicho? - pregunté, él, con una sonrisa que poco a poco crecía, respondió.

- Dulzura, cariño.

- Eres un imbécil. - me dí media vuelta para seguir mi camino junto a los niños que ya se habían adelantado unos pasos más. Hasta que sentí una fuerte mano tomarme del hombro, un escalofrío corrió por todo mi cuerpo.

- Alto, ¿no vas a decirme tú nombre? - hizo quedarme atontada frente a él. Sin haberlo inspeccionado como lo hizo él a mí, tenía sólo vestía un short de mezclilla y unos lentes posados en su cabeza igual que yo, poseía también una voz demasíado linda y un cabello que parecía completamente suave.

- ¿Porque tendría que decírtelo? - me crucé de brazos. Él sonrió aún más.

- ¿Siempre te haces la complicada? - alzó una ceja, burlón. Su actitud era una mierda.

- ¿Siempre tienes el ego así de alto? - seguí con su juego mirándolo fijamente.

- Bueno, bueno, serena morena. - río alzando ambos brazos sin culpabilidad. Sonreí ante su gesto. - ¿Estás sola? - preguntó.

- ¿Me ves acompañada? - le respondí. Negó levemente y sonrió. Él me acompañó hasta donde yo estaba instalada, mientras me contaba sobre su vida y el porqué de su estadía temporal en Acapulco.

Pasamos horas y horas sentados debajo de aquella sombrilla que ahora, no necesitaba cubrirnos, el sol había descendido puesto que era una linda tarde despejada, las estrellas ya se veían de poco en poco y los rayos del sol apenas se asomaban. El chico, Diego, que así se llamaba, logró que le contara sobre mí, la pasamos muy bien hablando en broma, descubrí que el ser un patán hablando con las mujeres era su forma de ligar, era muy gracioso. Nos conocimos bien apesar de que sólo bastaron unas horas.

- ¿Te digo algo, Sof? - balbuceó mirando hacía el mar y aquellos pequeños niños sentados juntos en la arena. Lo miré esperando a que hablara. - Algún día quiero ser feliz.

En ese momento me miró directo a los ojos, y con una sonrisa de lado. Fruncí el ceño.

- Pero, ¿no eres feliz? - dije, - Diego, tienes unos lindos padres que te quieren, vives de lo que te gusta, la gente te ama, tienes amigos que sabes, siempre estarán para tí. Prácticamente lo tienes todo. - exclamé de la forma más sincera.

- No, no de esa forma. - volteó su vista. - Sé lo que tengo, y estoy agradecido con Dios por eso, pero, me refiero a que también necesito otro tipo de amor en mi vida. - al escucharlo, tengo que admitir que mi corazón se derritió. Ya no sonaba como al Diego de egos altos, era alguien diferente que también pensaba como yo. Me parecía demasiado dulce que un hombre pensara en el amor de esa forma, algo que le hace falta a la vida.

- ¿Te refieres a tener una novia? - le contesté. Me observó un momento y respondió.

- Sí, eso mismo. Jamás he tenido una chica. No sé muy bien cómo se siente amar a una persona de verdad. - me observaba directo a los ojos, eso me puso algo nerviosa. - Jamás había hablado con alguien como lo hice contigo, nunca me había expresado con alguien como lo hice contigo y jamás había sentido éste revoltijo en el estómago como cuando te miro a tí.

Lo miré sorprendida; - Diego, yo...

- Déjame aprender contigo lo que es amar a una persona de verdad, por favor. - pidió con una voz dulce y suave, pronto se acercó a mí con una sonrisa y me tomó de mis mejillas rojas completamente y me besó con mucha pasión.

Mi primer historia y me sale romanticona.
¿Será porque la he escrito a las 2 de la mañana? ¿Cómo y porqué? No sé, porque nunca he tenido novio jajaja, pero para eso sirven los crush como Diego😻.
¿Qué tal les pareció? El siguiente es un pedido, recuerden mandarme su mensajito para su pedido, adiós.

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