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Viajaría por el mundo contigo.
Me presenté contigo como siempre lo hacía con los demás amigos de Marco.
Me sonreíste casi igual que ese payaso loco, sonrisa de oreja a oreja.
No había visto persona más tierna cuando lo hacía.
Porque sé a dónde irías.
Todos los fines de semana ibas a mi casa, últimamente con un regalo pequeño en manos, sin que se diera cuenta mi hermano.
Me agradabas, y desde el primer momento me encantaste.
Te llamabas Joshua, eras muy carismático pero demasiado reservado. Estaba dispuesta a quitarte ese miedo que tenías con la gente.
Y sé que lo has querido, desde que te dejé acercarte.
Con mucha tranquilidad llegaste a mi hogar, mi madre te abrazó con cariño.
Sabías con anticipación que Marco no íba a estar y yo sabía que lo hacías por mí.
Salimos por primera vez en una caminata por la noche, el parque estaba muy sólo que nos agradó sentarnos en una banca cerca del lago congelado.
Me agradaban esas charlas que comenzaban en un simple saludo, terminaban en una historia entretenida de ambos.
Y veo el agua, mientras volamos a Roma.
Empecé a escuchar tu historia difícil con la relacionó dentro de tu familia y el noviazgo que tuviste. Debió ser duro tener que abandonar a tu padre por la culpa de tu madre y más soportar el engaño de tu novia con un compañero de escuela.
Observé el hielo que se despedazaba lentamente, como tú voz se quebró muy de pronto.
No sabía qué hacer, no quería que la pasaras mal por mí. No quería hacerte recordar tus malos momentos, ibas a odiarme.
Hací recargué lentamente mi cabeza en tu hombro
Si tenemos una hija...
Me abrazaste de inmediato, yo te correspondí. Tus sollozos me recordaba al sufrimiento de Marco cuando sufrió de bullying en el colegio.
Siempre odié escuchar llorar a los demás por cosas absurdas. Tenías que superar a tu chica y cruzar la barrera que ponía tu madre.