17.
advertencia: ninguna
género: amor/smut
Escuché como tocaron el timbre con prisa, me levanté de lo más fastidiada por el sonido y abrí con la cara de pocos amigos.
— Hola Adriana. — mi enojo entero se vino abajo cuando lo ví de nuevo.
Oswaldo había viajado desde España a México para pasar tan sólo una semana con mi mamá y yo. Me sentía la hermana más feliz del mundo, hace 7 meses que no lo veía, a causa de que se marchó con un buen sueño y que logró cumplir, en su nuevo club.
Me aventé hacia el y lo abracé lo más fuerte que pude, estaba demasiado feliz de volver a verlo. Después de tanto drama que hasta algunas lágrimas salieron de mí, hize que pasara con sus maletas. Mamá se puso más contenta que yo, lo hizo sentarse en la sala y comenzamos a charlar sobre su nueva vida en Europa. Consiguió una chica, su propia casa y lo mejor de todo es que ya se hacía conocer por su propio nombre.
— Estoy muy orgullosa de tí, Osi. — le habló mi mamá con cariño. Me reí de aquel apodo, pensé que se le había olvidado luego de tantos meses.
— Mamá no me digas así. — bufó viéndome mal por burlarme. — Voy a invitar a algunos amigos y que sepan que ya llegué. ¿Puedo?
— De que puedes, puedes. — río la señora, se levantó luego de avisarle. — Hice la comida que más te gusta.
— ¿Enserio? Ay, te amo. — sus ojos se iluminaron, corrió a abrazar y llenar de besos a mi mamá. Sí, extrañaba tener al mayor de vuelta.
Luego de muchas vueltas por mi habitación, caí en cuenta de que en los amigos que invitó mi hermano, estaba mi ex mejor amigo. Héctor, claro, no podía faltar.
— Ugh, se supone que hoy sería un día feliz. — reproché al moreno, él me vió con enojo.
— Y lo es para mí, no sé porqué tu odio a Héctor. — habló serio. — Debes estar enamorada de él, a lo mejor es eso wey. — habló riéndose luego de un largo silencio.
Hice mi cara de asco, ¿yo enamorada de ese patán?
— Tú sabes porqué lo odio. — me crucé de brazos haciendo un puchero.
— ¿Sigues enojada por eso? Es una niñería. — lo observé el cómo se colocó un poco de colonia de hombre. Hechamos a perder un par de años porque recuerdo muy bien el día en el que llegó a un entrenamiento de selección, con una chica. Una chica que según, era su nueva novia. ¡Éramos amigos y no me dijo de eso!
— No es una niñería.
— Bueno, mira... — se acercó a mi lado, se sentó en el colchón de su antigua cama abrazándome por los hombros. — Hazlo por mí, no es como que fuera una obligación tener que hablar con él, sólo pórtate bien.
— Bien, por tí.
— Te quiero mucho, hermanita. — besó mi frente y salimos de su habitación.