11.
advertencia: escenas de violencia.
género: smut/jelous/drama
— ¡Suéltame, me lastimas! — le grité sintiendo la presión de su mano con mi muñeca. — ¡Apartate Miguel!
— ¿Ya me entendiste? Eres mía, mía. — gritó muy furioso.
— ¿Qué te pasa? — le pegué en el pecho tan fuerte como pude cuando me soltó.
— ¿Qué me va a pasar? No quiero verte otra vez con ese idiota, ¿me entiendes?
— Por dios Miguel, sabes que entre él y yo no tenemos nada. Te amo a tí. — bendito Javier.
— ¿Te digo qué? No parece nada. — me volvió a tomar de la muñeca y me estampó en la pared.
— ¡Ya, me lastimas! — grité con dolor. Jamás había visto a mi novio tan enojado.
— ¡Tú también me dueles, me lastimas con tu indiferencia! — lanzó un golpe a lado de mi cabeza en la pared, ahora no sólo me asustaba, temía por mí vida.
— De verdad Miguel, basta, me asustas, suéltame. — suplique con algunas lágrimas en los ojos. — Por favor, te amo, te amo...
— ¿Qué te crees que haces Miguel? — escuché y ví entrar a Jonathan. — ¡Suéltala, le haces daño! — gritó con autoridad y éste le hizo caso.
— ¿Estás bien, Itzel? — preguntó preocupado por mí, las lágrimas no dejaban de correr
— ¿Estás estúpido o qué? ¡Cómo se te ocurre hacerle esto! — le gritó a mi novio.
— ¡ESE ES MI PROBLEMA ENTRE ELLA Y YO! NO TIENES PORQUE METERTE TÚ. — gritó furioso, la vena en su cuello y frente se hacía más y más notable.
— No hermano, éste problema es tuyo y mío, ahora. — Jona lo miro con rabia. Se acercó a paso rápido y le dió un puñetazo en el estómago.
— Vete de aquí Itzel, ahora. — me miró con lástima y miedo, le hice caso, salí corriendo de ahí, para siempre.
Miguel Layún.
Tarde un par de horas para recapacitar en mis acciones, había cagado mi vida con mi chica.
— Es demasiado Miguel, te lo prohíbo, no debes seguir así, hombre. Dale gracias al señor que no hiciste una pendejada más grande que si no, yo mismo te hubiera demandado. — me miró con desprecio, estaba sentado en el suelo con las manos en la cabeza. — ¿COMO LE HA ES DAÑO A TU PROPIA MUJER? ¡estás tan cegado que haces tus idioteces! ¿Y qué si no hubiera llegado a tiempo? ¿La hubieras matado? ¿Por celos?
— Estoy imbécil Jonathan. No le digas a nadie de esto. — supliqué cerrando los ojos, ya me había tranquilizado un poco.
— Eso ya no va a ser necesario Miguel, tus malditos gritos se escuchaban hasta la otra cuadra. — me miró con vergüenza. — Fuiste muy lejos está vez.