26. Entre tus brazos

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Había deseado tan intensamente que Alec estuviera ahí... Y ahí estaba. Parecía más mágico que nada de lo que él pudiera hacer.
Y entonces Alec apareció, ante la puerta abierta.
(Las crónicas de Magnus Bane)

* * *

[Día 7]

"Sigo buscando una forma. Dile a Alec que no se rinda y que me perdone por arruinar su vida."

Al día siguiente, Alec no dejaba de repasar las palabras de Jace una y otra vez. Antes le hubiera alegrado saber de Jace, a pesar de todo, saber que estaba bien, que todavía había esperanzas de que volviera, pero ahora... Ahora sólo podía pensar en que esa "forma" y lo que Alec tenía que hacer para no "rendirse" sólo lo hacían sentir mal, una mala persona, alguien peor que el demonio que había arruinado su vida.

Él iba a arruinar la de Magnus, no iba a hacer nada grave -al menos Izzy lo pensaba así y quería que Alec lo creyera-, pero Magnus estaba confiando en él, tal vez Magnus estaba notando sutiles cambios en Alec, pero era en ambos sentidos, Alec también notaba cambios entre el brujo que lo había recibido el primer día, un brujo escondido tras una coraza de bravuconería e insensibilidad, y el que realmente era, el brujo que le tenía paciencia, que le decía lo valioso que era incluso si no podía ver, que fue a él cuando tuvo una pesadilla, que lo abrazó tan fuerte que parecio unirlo de nuevo, que le estaba abriendo un corazón que él iba a romper dentro de tres semanas.

Alec suspiró y sintió al instante tres miradas sobre él.

"Domingo familiar", lo llamarían los mundanos. Ya que sus padres estaban demasiado ocupados entre semana como para notar la ausencia de su hijo, querían compensarlo con una feliz "comida familiar" para ponerse al día antes de tener que salir a otra cacería. Aunque eso implicaba conversaciones en las que Alec no podía intervenir, ¿qué podía él agregar a su plática sobre la última cacería o como aquel gran cazador había salvado el día? ¿Cómo ocultar su dolor cuando su padre dijo "Me recordó a Jace, creo que si ese niño no se hubiera ido, sería ahora el mejor cazador de sombras de su generación"?

Alec sentía que no podía respirar. Se estaba asfixiando en este lugar que dejó de ser su hogar cuando perdió la vista.

Había perdido más que eso aquella noche. Más que su vista y a su parabatai después. Perdió el amor de su familia también, dejó de pertenecer aquí.

-Alexander -la voz de Robert Lightwood resonó en el comedor-, vuelve a sentarte. Al menos esto puedes hacerlo bien.

Alec sintió sus ojos humedecerse tras las gafas oscuras.

Su madre soltó un bajito, casi inaudible, "Robert, por favor", pero no hizo nada más por defender a su hijo mayor.

-¿Alec, estás bien? -podía sentir y escuchar a Izzy poniéndose de pie.

Alec nunca sabría cómo pudieron sus palabras atravesar el nudo de su garganta. -Estoy bien -incluso él casi se creyó. Si no fuera por la grieta nuevamente abierta en su corazón-. Estoy bien, no tengo hambre. De verdad estoy bien.

No se disculpó, simplemente salió del comedor y subió rápidamente las escaleras. Tan rápido y con tanta seguridad como, seguramente, su padre no lo creía capaz.

Se encerró su habitación, se quedó en su cama abrazando sus rodillas. "Sólo unas horas más" se dijo. Sólo unas horas más y podría irse a casa de Magnus, sólo tenía que esperar que el fin de semana terminara para escapar de este infierno.

No supo qué lo hizo entonces tomar su móvil y marcar.

-¿Hola? -había mucho ruido de fondo, seguramente Magnus estaba incluso en alguna fiesta.

El nudo en su garganta le impidió responder.

Se escuchó una disculpa de Magnus, después más ruido, seguramente revisó quien le marcaba. -¿Alexander, estás bien?

Alec respiró profundamente después de eso. Esa sola pregunta llevó aire a sus pulmones.

Y mientras que a Izzy fue fácil mentirle, a Magnus no quiso hacerlo. -No.

Magnus no lo acosó con preguntas. -¿Dónde estás? Puedo ir...

-¡No! -Alec gritó al instante, no quería arruinar su día-. No, sigue en lo que estés. Si no es una fiesta en tu casa, ¿podría regresar ahora? Sólo por eso llamaba. ¿Hay problema si regreso antes? No tienes que venir ni estar ahí.

Se escuchó la suave risa de Magnus. Alec casi sonrió. -No tienes ni idea, cariño. ¿Estás listo ahora mismo, Alexander?

Hubo un ruido extraño que le impidió a Alexander escuchar. Cuando se calmó de nuevo, él dijo sólo "", y ahí estuvo segundos después la energía inconfundible de un portal. Con nada más que su móvil, todavía en la mano, él lo cruzó.

Era aquí donde quería estar. En la casa de Magnus. En su hogar. Entre sus brazos cuando chocó contra él y, en lugar de alejarlo, Magnus lo atrajo hacia él con un brazo mientras cerraba el portal con la otra mano.

-Lo siento -susurró Alec. Se disculpaba por arruinar su día, pero no se retiró del abrazo.

-No lo sientas. Me salvaste, aunque no lo creas.

Alec no preguntó. Era fácil creerle. Le gustaba creer que lo había salvado. Que no era sólo malo en su vida.



CONTINUARÁ...

Caecus amor (Malec)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora