7. Intuición felina

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Alec se quedó solo en el loft del Gran Brujo de Brooklyn. Lo recorrió tres veces, memorizando la posición de los muebles, para evitar accidentes. Era rápido y cuidadoso, no un inútil como creía su padre.

Cuando terminó con eso, se encontró sin saber qué hacer a continuación. Habría esperado un brujo arrogante, ya que era el más fuerte y extravagante, según decían. Casi deseo poder verlo, aunque fuera una vez. Pero, a pesar de que en su primer encuentro fue algo grosero, ahora se mostraba amable y comprensivo. No era justo.

Se dejó caer en uno de los sofás. Preguntándose qué cosas tendría que hacer mientras fingía ser su aprendiz. Esperaba que no fuera complicado. Se tensó cuando escuchó un ruido y sintió algo cerca de sus pies, se agachó para recoger a la mascota de Magnus.

El gato ronroneó cuando Alec comenzó a acariciar tras sus orejas y habló: -¿Cómo eres tú? Además de un mimado. Se nota que eres un mimado -Alec se rió, sintiéndose tonto, hablando con el gato como si fuera un bebé-. Tal vez le pregunte a Magnus cómo eres.

Presidente maulló alguna respuesta..

-¿Crees que me va a odiar? Tú lo conoces, ¿crees que podrá perdonarme? -Alec resopló-. Por supuesto que no. Nadie perdonaría eso, ni yo -suspiro-. Ojalá pudieras entenderme y hablar. Explicarle a Magnus, cuando yo ya no esté, que no era mi intención, no quisiera hacerlo, pero...

El gato chilló y clavó sus garras en las piernas de Alec antes de huir. Alec gimió de dolor. Maldito gato. Pero después se lo pensó mejor. -¿No apruebas lo que voy a hacerle a tu dueño? -Presidente maulló desde algún lugar del loft, Alec se rió-. Yo tampoco, pero ya estoy aquí, ya no puedo retractarme.

El gato ya no contestó, aunque Alec lo seguía sintiendo cerca. Con una mueca se puso de pie y comenzó a caminar, ¿cuánto más tardaría Magnus?, no le gustaba estar solo, sólo pensando. Tal vez si se mantenía ocupado, no lo atormentarían los remordimientos por algo que era inevitable.

Aunque ahora desearía que Magnus no fuera el brujo más fuerte.

Sin nada más que hacer, regresó a su habitación. O eso pretendía. Cuando Presidente se cruzó en su camino, casi haciéndolo caer, se tambaleó en la dirección equivocada y entró a la habitación de Magnus.

En un primer momento no se dio cuenta. Las puertas eran iguales, la distancia hasta la cama la misma. Pero cuando se dejó caer en ella, lo supo. Era más grande, era suave, y olía a él.

El aroma de la azúcar quemada y el sándalo lo inundo.

Alec se dijo que se levantara y se fuera, que era incorrecto quedarse ahí, pero su cuerpo se negó a obedecer. Se relajó casi sin su consentimiento y sus ojos se cerraron. Sus párpados se sintieron pesados y su respiración cambió.

Cuando sus ojos se abrieron, se paralizó ante la luz del día.

¿Cuánto había dormido?

Tardó en darse cuenta de la verdadera pregunta, ¿luz? Estaba viendo. ¿Qué había pasado?

Se levantó rápidamente para encontrarse con un hombre sentado cerca de la ventana, sus luminosos ojos verde dorado, ojos de gato, su cabello oscuro tenía mechones púrpura, sonrió cuando vio a Alec despierto y extendió su mano. -¿Estás listo para comenzar?

¿Comenzar? Alec quería avanzar hacia él, pero no pudo moverse.

-¿Alexander? -preguntó quien supuso que era Magnus.

El corazón de Alec se aceleró. Estaba viendo a Magnus. -¿Tú...?

Pero antes de que pudiera terminar su pregunta, un maullido lo despertó.

* * *

-¡Volví! -Magnus gritó, como de costumbre, en cuanto cruzó la puerta.

Pero nadie lo recibió. Ni Presidente ni Alexander. ¿Se habrá arrepentido y se fue?

En la sala no estaba. Caminó a la cocina y tampoco. Tocó la puerta de su habitación, pero no respondió. Su ceño, ya fruncido, se profundizó cuando vio a Presidente echado frente a la puerta de su habitación. Empezó a maullar cuando vio a Magnus, rasgó la puerta insistentemente hasta que la abrió y entonces lo vio.

Alexander estaba profundamente dormido en su cama.

Nadie, nunca, había dormido en su cama. Se acercó, pensando en despertarlo y pedirle amablemente irse a su propia cama, pero no pudo. No cuando su mirada se perdió en ese rostro, en la expresión vulnerable del cazador. Se agachó, su mano lista para recorrer esa mejilla en una caricia...

...y entonces Presidente empezó a maullar como enloquecido.

-¡Basta! Basta, lo vas a despertar -tomó al gato que parecía interponerse entre él y el cazador de sombras y se dirigió a la puerta-. No seas molesto, Presidente. Vamos a dejarlo dormir. Él es ciego, ¿sabes?, su propia gente lo trata mal como han hecho conmigo siempre, por eso vamos a ayudarlo. No tengas miedo, él no es como los demás, no va a romperme el corazón, él no está aquí para eso, Presi. Y se irá pronto.

* * *

Alec dejó salir el sollozo que trató de aguantar cuando sintió al brujo cerca y escuchó sus palabras. -Perdón, perdóname, pero tengo que hacerlo.




CONTINUARÁ...

Final de este maratón ❤ gracias por sus votos y comentarios :3 algunos ya me han dicho qué maratón quieren después, pero todavía pueden decirme aquí 🙌

Caecus amor (Malec)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora