28. Tal vez eres tú

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[Día 8]

Alec despertó sintiéndose extrañamente cálido y en paz, como hacía muchos años no le sucedía. Desde que fuera niño y se sintiera protegido y querido, cuando todavía tenía esperanzas de ser un gran cazador de sombras, el orgullo de los Lightwood.

Sus ojos seguían cerrados, aunque ya había despertado. Incluso si no hacía diferencia en su propio mundo de sombras, quería disfrutar de la comodidad de este despertar, de este ¿sueño?, quería permanecer ahí donde todo estaba bien, donde no importaba su ceguera, donde no estaba engañando al mejor hombre que había conocido, ahí donde unos brazos fuertes lo rodeaban y un corazón latía contra el suyo.

Alec se tensó cuando comprendió que estaba pasando.

Y si eso no hubiera sido suficiente, lo fue el pequeño gemido cuando Magnus -todavía dormido- se movió, pegándolo más a él, sus brazos apretándolo un poco más fuerte, como si no quisiera dejarlo ir.

Alec tragó nervioso, definitivamente despierto ahora. No recordaba haber dormido nunca con nadie de este modo. Y ni siquiera recordaba cómo había sucedido.

Lo último que recordaba era haber estado con Magnus, después de haber cruzado el portal, abrazarse a él, y sentir su culpa crecer mientras Magnus le decía que lo había salvado, que él quería volver a casa con Alec. Y es que Alec había querido exactamente lo mismo: volver al hogar de Magnus, con Magnus.

Alec intentó salir del abrazo de Magnus, pero entonces él suspiró un "Alexander" que lo detuvo.

* * *

Magnus había estado soñando. Otra vez con esos ojos azules que lo perseguían en cada sueño desde hace tiempo y que ahora sabía a quien pertenecían.

Justo antes de que todo se oscureciera. Su mano, su cuerpo, su corazón, buscando a ciegas a Alec.

-Alexander -no se dio cuenta que estaba hablando en voz alta.

No recordaba haberse quedado dormido, en el sofá, abrazado a aquel cazador de sombras ojiazul que protagonizaba sus sueños incluso antes de conocerlo. Pero ahí estaban.

-¿M-Magnus? -Alec sonaba inseguro, no sabía si realmente había despertado ya o no.

Pero Magnus salió de su sueño con aquella voz y aquella mano vacilante en su mejilla.

-¿Alexander? -sus ojos de gato se abrieron para encontrarse con los de Alec muy abiertos y fijos en él, aunque no pudieran verlo, pero había algo en ellos.

Como si pudieran verlo de otro modo, más allá de lo normal. Como si hubiera entre ellos más de lo que entendían.

Y aquella mano, aquella mano suave del cazador de sombras más especial, estaba encendiendo su piel como ninguna caricia experta había hecho nunca.

Alexander Lightwood le estaba afectando de modos que no entendía.

Pero Alec era bueno, era noble, tal vez era a quien siempre esperó. Magnus quiso arriesgarse entonces. Tal vez él no le rompería el corazón.

-Buenos días.

Alec se ruborizó de un modo que Magnus amó. -B-buenos días. No sé en qué momento nos quedamos d-dormidos... No recuerdo.

Alec seguía con su mano en el rostro de Magnus, y él no iba a quejarse. -Yo tampoco, pero tampoco recuerdo haber dormido tan bien nunca.

Alec se ruborizó un poco más, girando su rostro, tratando de ocultarse de la intensa mirada que sentía de Magnus. Debatiéndose entre moverse y alejarse, porque sería lo correcto ahora que estaban despiertos, o quedarse ahí un poco más y seguir sintiendo a Magnus.

-Podemos pasar la mañana descansando -sugirió Magnus ante el silencio de Alec-, y después, si quieres, entrenar un poco. Seguramente no soy el mejor en combate cuerpo a cuerpo, porque lo mío es la magia, pero algo podremos hacer.

Cuerpo a cuerpo.

Alec sonrió, aunque Magnus no podía verlo. Al menos no iba a perder, del todo, esta sensación de tener al Gran Brujo de Brooklyn cerca.



CONTINUARÁ...

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Caecus amor (Malec)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora