Noona ➵ Im Jaebum

Mi cielo

Sabía que amaneceria arrepintiendome de todo. 

 El dolor de cabeza que tenía me recordaba a no volver a tomar ni una sola gota de alcohol por el resto de mi vida.  Luego de darme un muy merecido baño y cocinarme lo que sería mi salvación, podía ir a ver a mis amigos ya que mi trabajo no me lo permitía en la semana y realmente estaba loca por verlos. Trabajo todo el día, y llego muerta en vida a mi apartamento; no hago labor física, pero todo el cansancio mental y emocional se asimila. Trabajar como secretaria/asistente personal/agenda en vida del dueño de las cadenas más prestigiosas de hoteles en Corea no es nada fácil. A veces no sé cómo puedo tener tanta suerte de tener los fines de semana libres; aunque la mayoría de los días estoy pegada a mi celular contestando mensajes de negocios y recordándole a mi jefe todo lo que tiene que hacer.  Ya que el muy imbécil no puede hacer nada por sí solo.

Con mis pantalones rasgados y una camisa sencilla salí por la puerta de mi acogedor apartamento para ser recibida por el calor intenso del día. Aqui es donde comienzo a cuestionar si vale la pena salir, pero lo necesitaba, los fines de semana eran mi unico escape de esta maldita vida aburrida que llevo. 

Me puse de meta como primera parada ir a ver a Haneul, si no es que me cierra la puerta en la cara. Haneul era, y siempre fue, orgullosa hasta los cojones, pero yo siempre supe darle la vuelta a su corazoncito para que me perdonara; aunque no sabía si esta vez correría con la misma suerte.

Caminé unos pasos hasta llegar a la parada del autobús y al sentarme en aquel asiento de metal vinieron a mi mente recuerdos borrosos que no pude descifrar del todo, pero aquel recuerdo se sintio bastante intenso.Por suerte no tuve que esperar mucho, me habia levantado justo a tiempo para llegar a tiempo.  Una vez dentro del autobús busqué asiento en la parte de atras, como siempre, y saqué mi celular para escribirle a mi amiga; no contestó. Llevaba ignorando mis llamadas y mensajes por una semana; los leía, pero no contestaba, aun así, me di la arriesgada misión de ir a su apartamento para ver si podía conseguir su perdón. Una vez llegué frente aquel edificio respiré profundo, cerré los ojos e hice una pequeña oración a cualquier ser divino para que me ayudara.

Subí hasta el piso 11, el piso con la mejor vista. El edificio era un poco viejo, los pasillos eran al aire libre,no era cerrado, por lo que la vista era espectacular, se podía ver toda la ciudad y por la noche las luces de las embarcaciones en la bahia, la vida nocturna de los negocios y los edificios  era algo maravilloso. Las paredes despintadas color salmón y las puertas marrones de madera siempre me hacian recordar las mil y unas veces que me recosté de ellas cuando venía completamente tomada de las fiestas junto a mi mejor amiga.

Llegué a su apartamento y respiré profundo una vez más, cerré los ojos y toque la puerta unas tres veces con la esperanza de que estuviera allí y me abriera.
– Ya voy – se escuchó del otro lado, y no pude evitar sonreír al escuchar su chillona voz e imaginármela corriendo a su habitación para ponerse algo de ropa; siempre le encantaba estar sin pantalones por el apartamento. – ¿Quién es? – preguntó, y me frisé, no contesté. Cuando abrió la puerta el semblante en su rostro cambió, dejo de sonreir para darme una mirada llena de desilusión.

– Por favor no cierres la puerta – dije tan pronto vi sus intenciones de cerrarla. – por favor no lo hagas. – supliqué como si mi vida dependiera de esto, mientras mi pierna detenia la puerta haciendo fuerza.

– ¿Qué quieres Soojin? – dijo con desprecio mientras se cruzaba de brazos. Tragué fuerte, sentir como mi mejor amiga, mi otra mitad, mi alma gemela, me trataba con tanto disgusto me partía el alma en mil pedazos.

–Quiero hablar, Haneul. – dije con mis ojos comenzando a humedecerse y mis manos tratando de acercarlas a las de ella. – Por favor quiero explicarme. – movió sus manos una vez sintió las mías tocar las de ella, soltó una carcajada llena de sarcasmo y dolor mezclada con una mirada de desilusion.