Parafilias

1.6K 181 17
                                    

Me seguiré deshidratando de amor, sin un padre y una madre que me digan que camino debo tomar. Y seguiré pensando que los recuerdos hacen más daño y que el rojo debería de ser el color universal.  

#4

Parafilias

Me gustan los vampiros. Desde que era un niño gustaba de salir por las noches vestido como si fuese día de brujas a tocar a las casas vestido de vampiro. Tomaba los maquillajes de mi madre y me los untaba en la cara para luego tomar ropa negra y enfundármela.

Salía cada que quería a tocar a diferentes calles alejadas a mi casa, nunca con mis vecinos. Tenía una roída capa que mi madre me había conseguido para mi cuatro cumpleaños. Me gustaba dejar mis uñas crecer y fingir que tenía un par de colmillos custodiando mi boca, para luego morder mis peluches hasta sacarles el relleno.

Desde que obtuve esa capa empezaron las salidas de noche, mamá siempre estaba trabajando y no le importaba lo que un mocoso como yo hiciera cuando ella no estaba. Así que con 4 años y vestido de vampiro salí arrastrando una calabaza de plástico a pedir dulces a pesar de que la fecha no tuviera nada que ver con Halloween.

A veces mi madre se enojaba porque me había terminado su delineador o su lápiz labial, y me retaba y me gritaba que debía de dejar de gastarme sus cosas, que con ellas trabajaba y los necesitaba. Yo la miraba un segundo y luego salía de ahí.

Me gustaba robarle las sombras oscuras que guardaba en un cajoncito. Me las untaba alrededor de los ojos hasta profundizar el hoyo negro que se formaría después en mi retorcido cerebro. Me gustaban las sombras negras y las moradas, pero mis favoritas eran las rojas.

El rojo es el color del que debería estar pintando todo. Rojo las caras, rojo los hospitales, rojo las sonrisas y rojo el cielo. El rojo debería teñir nuestra luna y también nuestra carne, del mismo modo en que nos teñía por dentro.

Probé la sangre cuando tenía 6 años y mamá me gritó por un accidente en el que tiré su colorante para cabello al suelo. "Mocoso estúpido" me dijo y me habló del cabello, arrastrándome hacía ella para luego golpearme con su áspera y llena de historias mano. Yo nunca había llorado ante sus golpes, ni había hecho el menor ruido, pero ese día todo se tiño de un rojo tan espeso y tan abundante que parecía negro.

"Niño de 6 años es golpeado brutalmente y usa un cuchillo en defensa personal contra su madre" "Niño intenta matar a su progenitora" "Mujer escapa del hospital en el que se recuperaba" "Prostituta es condenada a prisión por intentar ahogar a su hijo"

Las noticias a veces mienten, pero esa no fue la ocasión.

Nunca tuve más padre del que pudo haber sido un hombre que le pagó a mi madre por una noche de metérsela, así que cuando todo aquello acabó no tuvieron a donde mandarme. No podían culpar a un niño pequeño por casi homicidio, así que me mandaron a un orfanato donde tuve que pasar 10 años más de mi vida entre 4 paredes, piojos, hambre y ninguna capa de vampiro.

Los niños llegaban a ser crueles. Algunos se enteraron de la profesión de mi madre y se burlaron de mí, a pesar de que ellos ni siquiera tenían mama. No diré que sufrí a causa de ellos porque sería mentira, y yo no las digo. Me golpearon y humillaron de tantas maneras, me metieron en problemas tan solo para ver cómo me golpeaban con lazos en forma de castigo. Una vez pusieron veneno de las ratas que dormían en sus camas en mi comida.

Y yo los mate una noche.

El 30 de octubre de 1994 un par de gritos jamás fueron escuchados en la fría noche que apestaba a muerte. Ese día había robado el azote con el que era castigado después de recibir un montón de nuevas heridas escociendo en mi espalda. Me hice con un costal donde guardaban las papas y una cuerda que encontré en los establos. Era de noche y todos dormían, y yo robé un pedazo de tela que me amarré al cuello como si fuera una capa.

Como una bomba de tiempo, sabíamos que estábamos destinados a explotar  [FrerardDonde viven las historias. Descúbrelo ahora