Me desperté con la sensación de alguien acariciando suavemente mi mejilla. Gruñí y oculté mi cara en la cómoda almohada, tenía sueño y quería que me dejasen dormir. Mi acción provocó que la persona a mi lado riese y pasase a acariciar mi pelo, a la vez que yo lloriqueaba para que me dejase dormir. De repente, los recuerdos de la noche anterior llegaron a mí y sonreí, no era cualquier persona, era Christopher. Por ello, abrí mis ojos y me encontré cara a cara con el moreno, quien me sonreía cariñosamente.
- Buenos días, preciosa –dijo aún acariciando mi pelo.
- Buenos días, Chris –saludé de vuelta.
- Quédate aquí, ahora vuelvo.
Me besó en la frente para después levantarse y ponerse los calzoncillos; seguidamente, se marchó de la habitación dejándome confundida. Aproveché para acurrucarme más en su cama y cerré los ojos. El colchón era confortable, recogía mi figura y se adaptaba a ella; y las sábanas era realmente suaves. Me incorporé un segundo y busqué mi ropa interior y la camiseta que Chris me había prestado; me puse ambas prendas con rapidez y volví a la calidez de la cama del moreno.
Al de un rato, Chris llegó con una bandeja en la cual había dos zumos de naranja, dos tazas que supuse que eran de café, y un plato lleno de tortitas con lo que parecía ser caramelo. Se me hizo la boca agua, y me derretí ante el detalle de traer el desayuno a la cama. Arthur jamás lo había hecho, y nunca me dejó hacerlo porque decía que era antihigiénico. Sentí el peso de Chris a mi lado y colocó la bandeja en medio de ambos, para luego poner un mechón de mi pelo detrás de mi oreja.
- Espero que tengas hambre –comentó y yo sonreí con picardía.
- Ese es mi secreto, siempre tengo hambre –Chris soltó una carcajada y besó estruendosamente mi mejilla.
- Eres de lo que no hay –negó con la cabeza mientras se mordía el labio-. Pues empecemos a comer.
No lo dudé ni un segundo e hice lo que él dijo, refrescándome con el zumo de naranja. Poco después probé las tortitas, las cuales estaban deliciosas y me pregunté si las había hecho él. La conversación fue amena, como todas las que manteníamos, hasta que le pregunté la duda que tenía desde la noche anterior.
- Chris, ¿para qué querías saber si tenías posibilidades conmigo? –él me miró y suspiró nervioso, pasó una mano por su pelo y sonrió levemente.
- Posiblemente no te acuerdes de esto, pero nos conocimos hace cuatro años.
Me quedé de piedra ante eso, pues no lo recordaba. Intenté hacer memoria para ver en qué momento coincidimos antes de conocer a Arthur, pero no lo hallaba en mi mente. Chris notó mi frustración y continuó.
- No te acuerdas porque para ti no fue importante –fui a protestar, pero me cortó-. Lo digo en serio. Ahora entenderás por qué.
«Fue en el evento que se celebró en el Empire State debido a la subida de las ventas en Europa. Tanto la empresa de tus padres como la de los míos eran los principales beneficiados de aquello, y por ende, ambas familias nos encontrábamos allí.
«Por aquel entonces yo tenía veintidós, ya me había ido de casa, pero mi padre insistió en que fuera con ellos para no dar mala imagen a Falconfast.
«Estaba muy aburrido, no había nada interesante que hacer y la mayoría de empresarias allí presentes me doblaban la edad. Hasta que te vi, Alyssa.
«Estabas caminando junto a Evelyn, pero fuiste tú quien me llamó la atención. Llevabas un vestido rojo pegado al cuerpo, a juego con tus labios, y me quedé embobado pensando en lo preciosa que eras.
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Puro Delirio
RomanceAlyssa Wright pertenece a una de las familias de empresarios más prestigiosas del mundo. Su vida está completamente hecha debido a su futuro como dueña de la empresa de sus padres, sin contar que mantiene una relación amorosa con Arthur Lewis, hijo...