Capítulo 12

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Me encontraba en mi despacho trabajando, encargándome de las exportaciones a Europa, como de costumbre. Mi padre cada vez me dejaba llevar más asuntos por mi cuenta, para que cuando tuviese que llevar la empresa, supiese hacer todo tipo de labores aunque no fuesen mi función.

Evelyn acababa de llegar del viaje, y a pesar de que le recomendé que se quedase en casa descansando, prefirió acudir a su despacho y ponerse al día. Yo ansiaba mi descanso para poder preguntarle por su estancia en París, de la cual ni me había hablado, y yo tenía mucha curiosidad.

Así, en mi media hora de paz, me cogí un café y me dirigí al despacho de mi hermana, abrí la puerta, me adentré y en menos de un segundo ya estaba sentada en frente de ella, esperando a que empezase a contar su experiencia.

- ¿Qué? –preguntó ella, con una sonrisa de medio lado.

- Ya sabes lo que quiero saber, así que desembucha –mi hermana largó una risotada y empezó a hablar.

- Bueno, visitamos la parte turística de París, y de ello, lo que nos dio tiempo, ya que en dos días es imposible ver todo –asentí dándole la razón y la miré con intensidad, incitándola a continuar-. Bueno, la noche del sábado, Ethan me llevó a cenar a Le Jules Verne, que se encuentra en la segunda planta de la Torre Eiffel.

«El lugar es precioso, Alyssa. Los tonos son marrón chocolate, y las luces ámbar hacen que el lugar sea acogedor. Y las vistas... Se veía todo París, Lis, era increíble. Incluso la decoración de los platos era magnífica, tenían formas abstractas. Y qué decir de los asientos, aparte de elegantes eran comodísimos. Al fin y al cabo, es uno de los restaurantes más lujosos de toda la capital de Francia.

«Resulta que Ethan había reservado mesa hacía meses, así que el viaje a París no fue tan espontáneo como yo pensaba. Total, que cuando fuimos a nuestra mesa, la cual estaba pegada a la cristalera, casi me echo a llorar. Es una experiencia digna de vivirla, y la cena estuvo de vicio.

«Pero lo mejor, es que cuando estábamos tomando el postre, Ethan se levantó y se arrodilló frente a mí.

- Ay, Dios –murmuré emocionada-, no me digas que...

- Sí, Lissy, es lo que piensas –asintió sonriendo y mostrándome el anillo; yo cubrí mi boca con mis manos, ilusionada-. Dio un pequeño discurso, fue precioso. Y encima, aquel ambiente tan mágico, hizo que ese preciso momento fuese perfecto. Me pidió que me casase con él, que llevaba pensando pedírmelo un tiempo.

- Y tanto que un tiempo, Eve, hizo la reserva hace meses.

Mi hermana se iba a casar, y yo no podía estar más feliz. Evelyn siempre había soñado con el día de su boda, aunque su pedida de mano fue diferente a la que ella siempre había querido. Cuando teníamos ocho y once años, ella me decía que su futuro marido llegaría a caballo y le pediría que se casase con él. Y quizás no había sido a caballo, pero sí en Le Jules Verne, y estaba segura de que había cumplido sus expectativas.

No podía esperar para ayudarla a planificar su boda y para ver su vestido, era la mejor noticia que había recibido desde hacía mucho tiempo, y me alegraba que hubiese sido por parte de Evelyn.

De pronto, se me quedó mirando con picardía, y yo, como de costumbre, no entendía nada. Alcé las cejas en busca de una explicación por su parte, pero nunca llegó; ella simplemente seguía mirándome de la misma manera.

- Parece que la reconciliación con Arthur fue rápida –comentó, con una sonrisa pícara.

- Tampoco te creas –bufé-, hemos vuelto a pelear. De hecho, hoy he dormido en la habitación de invitados, no quiero verle.

Puro DelirioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora