Capítulo 19

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El viaje a Bilbao me había servido para despejarme y aclarar mis ideas de forma considerable, la verdad es que mi hermana y amigos habían tenido muy buena idea. Desgraciadamente, ya nos encontrábamos en el avión de vuelta a Nueva York para enfrentarme de nuevo a la realidad.

Había llegado a la conclusión de que debía empezar de cero, dejar atrás el pasado con los Lewis y dedicarme a mí misma y a lo que me venía encima, es decir, una empresa de importancia internacional. Lucy, Owen y Evelyn no estaban del todo de acuerdo, pero al fin y al cabo, era mi vida y mi decisión, no podía estancarme en un episodio tan caótico como había sido.

Al aterrizar y salir del aeropuerto, le pregunté a mi hermana si podía quedarme unos días con ella antes de volver a casa de nuestros padres y comprarme un nuevo piso. Ella aceptó, así que me despedí de mis dos mejores amigos y cogimos el coche que conducía el chófer que tenían contratado Evelyn e Ethan.

- ¿Por qué zona vas a coger el piso? –preguntó al de un rato de silencio mi hermana.

- Aún no lo sé, pero quizá cerca de Central Park, que a la vez queda cerca de las oficinas.

- Es buena opción –concordó, asintiendo levemente con la cabeza-. ¿Estás segura de lo que vas a hacer?

- Sí –respondí, aunque realmente no lo estaba, tenía dudas, pero no había marcha atrás-. Tengo que seguir hacia adelante.

No hablamos más en todo el camino, el viaje había sido agotador y necesitábamos dormir, o aunque fuese, poder descansar sin ruido. No mucho después, llegamos al apartamento de mi hermana, su chófer cogió nuestras maletas y las subió hasta el piso.

Ethan todavía estaba trabajando, así que Evelyn me llevó a la habitación donde me quedaría y ella se marchó a la suya a dormir. Yo me tumbé en la gran cama y observé el lugar. Las paredes estaban pintadas en dos colores, la mitad de abajo estaba en madera blanca, y la de arriba en azul marino. El cabecero de la cama era del mismo color que la parte superior de la pared, pero al pegar con la madera, hacía un bonito contraste. Justo encima, había tres cuadros de Nueva York.

A los lados de la cama, había dos mesillas de madera de color marrón oscuro, a juego con el pie de cama, con la banqueta que pegaba a este y al gran armario frente al colchón. Encima de las mesillas, había una lámpara blanca, al igual que las sábanas y colchas. Los cojines eran una mezcla de los colores de la pared, al igual que las cortinas que tapaban un gran ventanal de marcos blancos.

Mi hermana siempre había tenido muy buen gusto, la habitación le había quedado preciosa. Gracias a prestarle tanta atención a mi alrededor, me entró el sueño, y por fin me pude dormir para descansar de todo. Mi respiración se relajó, al igual que mis músculos, y sentí cómo mi mente volaba.

Me desperté en medio de Central Park, estaba tumbada en la hierba y no recordaba haber ido allí en ningún momento. Me levanté y miré en todas las direcciones posibles en busca de respuestas, pero no había nadie a la vista, no había ruido si quiera, tenía la misma sensación de cuando te pones tapones para dormir.

Anduve un poco y sentí la hierba hacerme cosquillas en los pies, dándome cuenta de que estaba descalza. Mi pelo estaba suelto, y se movía al compás de la suave brisa, que acariciaba la piel desnuda de mis brazos. Me sentía relajada y aliviada, como si todos mis problemas se hubiesen esfumado, la carga de mis hombros había desaparecido.

A lo lejos aprecié una figura, de pie y de cara mí. No conseguía distinguir su identidad, aun así, la curiosidad me mató y me acerqué para ver quién era. Por lo que pude ver, era un hombre de mediana edad tirando a tercera, con el pelo y la barba larga grisácea adornando su rostro. Sonreía abiertamente y me transmitía seguridad, así que no dudé en ponerme frente a él. De pronto, su cuerpo brilló como una estrella, cegándome e iluminando el lugar. Cuando me acostumbré a esa luz, le miré maravillada, con una sola pregunta en mi mente.

Puro DelirioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora