Caminé hasta la puerta, y sin siquiera observar a Justin salí de la clase.
—¡Ey! ____, espera— Corrió hasta mí, pero yo lo ignoré completamente— Bien, supongo que ya lo adivinaste, pero no te llaman de enfermería.
—¿Crees que no me di cuenta?— Reí irónicamente en su rostro— Estás equivocado, por eso agarré mi mochila—. Caminé lentamente hasta el gimnasio, por ahí se podía salir perfectamente.
—No puedes irte así como así— Se negó, me paré en seco, di media vuelta, y lo observé.
Su cabello estaba todo despeinados, y no estaba sonriendo, era como si de verdad le importara lo que yo hacía.
—Escúchame, Bieber— Caminé dos pasos hacia él— Tú no eres nadie para decirme qué tengo que hacer, ni mucho menos cuándo, ni cómo. Si quiero, puedo irme ahora mismo del país— Avisé.
—¿Sabes qué pasaría si tú te vas del país?— Caminó un paso hacia delante.
—No, ni me interesa. No gastes tu garganta en mí— Acoté con una sonrisa falsa.
—Te buscaría— Susurró cerca de mi rostro con una sonrisa ladeada.
¿Qué era lo que le pasaba a este chico? De verdad que estaba mal, ni siquiera sé por qué estamos hablando en este maldito momento.
—¿Sabes qué pasará si sigues hablando?— Pregunté con su mismo tono de voz.
—No.
—Te voy a golpear hasta que quedes inconsciente y me dejes salir de este colegio de mierda— Sonreí falsamente, di media vuelta, y caminé hasta la salida más rápida mientras encendía un cigarro.
Sentí unas manos en mi cintura sujetándome fuertemente, di media vuelta, lo que no fue buena idea: tenía a Justin a dos centímetros de mi rostro, lo único que nos separaba era mi cigarro.
Susurró algo que no logré escuchar.
Aspire una vez, y cuando iba a correr mi cigarro para largar el aire, él acercó su boca a mi mata-vidas, y sin importarle cuánto podría quemarse, lo tomó en sus labios, y lo arrojó al suelo.
Lo observé con mis ojos abiertos.
—¿Te quemaste?— Pregunté sorprendida.
—Claro que no— Sonrió, aún sosteniéndome de la cintura.
—¿Podrías soltarme? Por cierto, también me debes dinero para comprar todos esos cigarros que arrojaste— Acoté.
—No, no voy a hacer ninguna de las dos— Avisó con una sonrisa un tanto traviesa.
—Suéltame.
Se acercó más a mí.
—No— Se negó.
Antes de que se acercara más, apoyé mis manos en su pecho y lo empujé con brusquedad. Lo observé por última vez, y salí de ese maldito colegio.
Mientras caminaba hasta el estacionamiento, me puse a pensar y… No había venido en auto, o en la Ducati de Matt. Había venido caminando, y realmente, no tenía ganas de caminar de vuelta. Era muy perezosa para eso.
Escuché una voz detrás de mí, di media vuelta, y vi, lamentablemente, a Justin.
—¿Qué quieres ahora, Justin?— Pregunté mientras bufaba.
—¿Podrías tratarme bien, por lo menos?— Me observó, creo que era la primera vez en la que conectábamos nuestras miradas por más de cinco segundos.