Bajé mi vista. Yo le importaba. Le importaba a alguien.
—Sólo quiero decirte que si necesitas algo, yo estaré aquí, para lo que sea— Avisó.
—Gracias— Susurré, él no me escuchó.
Seguía mirando el suelo mientras caminábamos hacia el colegio.
—No quiero entrar a clases— Quería llorar.
— ¿Y a dónde irás?— Preguntó.
A casa.
—A donde sea. Anda a tu clase, yo… Prometo quedarme por acá— Mentía, era la única cosa que sabía hacer bien.
— ¿No quieres ir a clases porque no tienes ganas o por— Lo interrumpí.
—Simplemente no quiero ir a clases— Soné demasiado fría.
—No te entiendo… dices que me quieres y a los dos segundos me tratas como la peor persona del mundo.____, entiende que quiero ayudarte, ¿tanto cuesta entenderlo?— Soltó mi mano.
Apenas soltó mi mano me sentí sola… de vuelta.
—Sí, cuesta entenderlo, ¿a ti no te cuesta entender que yo no necesito tu ayuda?— Conecté mi mirada con la suya, quería hacer que crea mis palabras.
—Lo único que necesitas ahora es tener a alguien, necesitas ayuda, y yo puedo dártela, pero tú tienes que aceptarla— Se fue alejando de mí— Piénsalo, iré a clases— Y así, sin más, entró al colegio.
Él mentía, yo no necesitaba ayuda, yo estaba bien.
Caminé por el camino que recientemente había estado. Volvería a casa. Volvería con John. Olvidaría estos dos últimos días. Olvidaría creer que tenía a alguien en quien confiar. Olvidaría todo.
Saqué la caja de cigarros junto con el encendedor.
Hazlo. Fuma. Lo necesitas.
Prendí mi cigarro, y aspire unas cuantas veces.
Llegué a mi casa, y sin que John o Pattie me vieran, trepé mi árbol.
Una de las partes racionales de mi cerebro, la parte positiva, me decía que Justin se decepcionaría, que estaría mal. Pero la otra parte racional de mi cerebro, la negativa, me decía que necesitaba de los cigarros para vivir, tanto de los cortes, tanto como vomitar.
Era como si la parte negativa de mi cerebro, siempre tenía más razones para estar deprimida. Era como si la parte positiva, nada más tenía una razón para ser feliz, y esa razón era una idiotez.
Observé la habitación de Justin, se veía perfecta. El sol daba dentro de ésta, y se podía ver todo.
Justin tenía una madre. Justin tenía un “padre”. Justin tenía todo lo que quisiera tener.
Cerré mis ojos por un momento.
Un corte. Eso necesitaba.
Escuché una voz.
—No necesitas de eso para vivir, _____.
Abrí mis ojos exaltada, casi me caía del árbol.
— ¿Qué? ¿Qué haces acá? Estaba en la escuela…— Observé a Justin, e instantáneamente observé mi cigarro.
—Te dije que no necesitas de eso para vivir— Su tono de voz era frío.
—Tú no sabes lo que necesito para vivir. —Musité.
—Sé perfectamente que eso no lo necesitas. Fumas porque buscas otra razón más para arruinarte la vida. Eso haces siempre, y no solo tú, todas las personas que quieren acabar con su vida buscan miles de razones para morir— Concluyó.