Capítulo 1

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- ¿Qué me miras? –me saludó Liara.
El año escolar ya se me estaba haciendo largo, y eso que recién
había empezado la primera clase del año.
- ¡Eh!, ¡Te estoy hablando a ti estúpida! –siguió, esta
vez acercándose un poco más a mí.
Iba escoltada por su grupito de ‘amigas’ lameculos que la seguían a
todos lados, con la esperanza de que algún día, con suerte, llegarían a tener
un 10% de su popularidad. Liara era la típica chica Linda  y sexy, con
muchos pretendientes, seguida por un grupo de chicas menos guapas y
menos sexys, con muchos menos pretendientes. Lo único que me
daba fuerza era saber que bajo aquellos pelos chamuscados, por el
reiterado uso la planchita, no había más que un cerebro del tamaño de una Arbeja,seca.
- No pienses que este año te vas a escapar. Me voy
a divertir con tigo. Me arruinaste el año pasado, esté año vas a preferir estar muerta.
Me di cuenta que el verano no le había ayudado mucho ya qué seguía
acordándose del desagradable percance que habíamos tenido año anterior.
Cada vez que había intentado explicarle la versión de los hechos muy tranquila,eso acababa peor que el rosario de la aurora. No había manera de hacerle entender que yo no tenía la culpa de que el chico nuevo (y guapo) que había venido el año anterior se hubiera interesado en mí, lo cualno duró ni un par de días, sin ni siquiera llegarnos a rozarnos los labios. Los chicos no eran mi punto fuerte, pero el reducido cerebro de Liara no conseguía entender nada de eso. Mi experiencia con el sexo masculino, desde muy chica, había sido horrible, y desde entonces había aprendido que dejar que un hombre se acercara era la receta perfecta para sufrir.
- ¡Te voy a estar vigilando, estúpida!
Y si su frase maestra para intimidar no hubieran sido suficiente, decidió empujarme, con tan mala suerte que al caer corté sobré la ceja.
El dolor agudo y un silbido en los oídos mientras intentaba levantarme del suelo. Tanto Liara como sus sumisas se fueron rápido.
El dolor se sentía por toda la cabeza, igual que la risa aguda y frustrante de Liara.
No me gustaba odiar a nadie por muy malos que hubiesen sido pero sin dudas no me la ponía fácil.

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